El político cubanoamericano Marco Rubio, actualmente senador de Florida y uno de los miembros más influyentes de las comisiones de Inteligencia y Relaciones Exteriores del Senado, sería la persona elegida por Donald Trump para ocupar el cargo de Secretario de Estado de Estados Unidos durante su segundo mandato presidencial, que inicia el mes de enero. Aunque aún no se ha realizado el anuncio oficial, medios como The New York Times, la agencia Reuters y CNN lo dan por hecho.
La elección de Rubio para manejar las relaciones exteriores de EEUU podría imprimir un giro aún más agresivo a la política exterior hacia la isla, incrementando la presión diplomática, económica y política sobre La Habana, pues el senador es conocido por su postura dura y sus críticas constantes al régimen cubano.
El cubanoamericano, de 53 años, ha abogado durante años por una política exterior punitiva con respecto a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, marcada por sanciones más severas contra estos regímenes mientras sigan sin respetar a los derechos humanos y ni fomentar cambios democráticos.
Un enfoque de “tolerancia cero” contra el régimen cubano
Rubio, uno de los principales defensores de sanciones y medidas restrictivas contra el Gobierno cubano, representa una amenaza directa para La Habana, pues durante el primer mandato de Trump lo asesoró en la implementación de más de 200 sanciones contra la isla, las cuales incluyeron la reincorporación de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo.
El senador ha dejado claro que, de asumir como Secretario de Estado, su enfoque consistiría en reforzar estas sanciones y trabajar en coordinación con otros países para aislar aún más al régimen de la isla, por lo que analistas indican que podría promover una postura más dura y directa en la diplomacia estadounidense en la región, lo que se traduciría en la eliminación de cualquier posibilidad de alivio o acercamiento diplomático hacia Cuba.
Impacto en los programas de migración y en el “parole humanitario”
Uno de los aspectos que también podría cambiar drásticamente bajo la dirección de Rubio es la política migratoria hacia Cuba, pues el senador de Florida ha expresado su descontento con el programa de parole humanitario instaurado por la Administración de Joe Biden, que ha permitido la entrada segura de decenas de miles de cubanos en los últimos años bajo una autorización temporal.
Rubio afirmó que esta medida “no es sostenible” en tanto representa un incentivo para la migración ilegal, por lo que de convertirse en Secretario de Estado es probable que intente frenar o suspender este tipo de programas.
Endurecimiento de las relaciones y apoyo a la disidencia cubana
Su liderazgo en el Departamento de Estado también podría implicar un aumento del apoyo a la disidencia cubana, pues el senador es un ferviente defensor de las organizaciones y figuras que promueven la democracia en la isla, y es previsible que bajo su dirección EEUU intensifique el respaldo a los movimientos opositores en Cuba.
El político cubanoamericano considera que el apoyo activo a la oposición y la sociedad civil en la isla es una herramienta fundamental para presionar al régimen y ha criticado la política de acercamiento que implementaron las administraciones de Obama y, en menor medida, Biden.
Consecuencias para América Latina y la influencia en otros países aliados de Cuba
La posición de Rubio en el Departamento de Estado también podría tener consecuencias hacia otros países de América Latina que mantienen relaciones cercanas con Cuba, como son Venezuela y Nicaragua, pues ha abogado en numerosas ocasiones por sanciones y restricciones hacia esos gobiernos y en sus discursos ha sido claro en señalar que la “línea dura” es la única forma de enfrentar a los regímenes autoritarios.
Su nombramiento también podría desencadenar una política regional más severa, con un enfoque en debilitar la influencia de Cuba en la región y en promover alianzas con gobiernos que compartan su visión de rechazo a los modelos de izquierda en América Latina.
El caso de Venezuela es especialmente relevante, pues Rubio es un firme defensor de la presión sobre el Gobierno de Nicolás Maduro y defiende que el colapso de la economía venezolana, al igual que la de Cuba, es responsabilidad directa de los regímenes autoritarios y sus políticas represivas, no de las sanciones.
Con Rubio en el Departamento de Estado la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba y América Latina entraría en una nueva fase de presión y confrontación, pues su trayectoria y sus principios apuntan a una diplomacia menos conciliadora y más enfocada en la defensa de intereses estratégicos y de seguridad nacional, especialmente en un contexto de crecientes desafíos geopolíticos con potencias como China e Irán.
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