Estados Unidos se prepara para cambios drásticos en sus políticas migratorias tras la victoria electoral de Donald Trump, quien prometió implementar medidas de gran alcance que incluyen la operación de deportación más grande en la historia del país, la eliminación del derecho a la ciudadanía por nacimiento y el fin de los programas de protección para inmigrantes indocumentados.
La agenda migratoria de Trump está enfocada en frenar la inmigración ilegal y reducir significativamente la presencia de inmigrantes indocumentados en EEUU, para lo cual el presidente electo manifestó su intención de restaurar los Protocolos de Protección al Migrante (MPP), conocidos como “Quédate en México”, que implican que los solicitantes de asilo permanezcan en territorio mexicano durante el tiempo que demoren sus casos en ser procesados.
Asimismo, el republicano también planea reintroducir la normativa de “carga pública”, suspendida durante la administración de Joe Biden, que le permite negar la residencia a inmigrantes que se considere podrían depender de ayudas sociales.
El fin del parole humanitario para los cubanos
Otra de sus promesas es poner fin al programa de parole humanitario, una medida temporal implementada por Biden que ha beneficiado a más de medio millón de inmigrantes de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití en el último año, permitiendo a los ciudadanos de estos países acceder a Estados Unidos bajo una autorización temporal.
Trump, por otra parte, prometió firmar una orden ejecutiva el primer día de su mandato para poner fin al derecho de ciudadanía por nacimiento, en virtud del cual los hijos de inmigrantes indocumentados nacidos en EEUU obtienen automáticamente la nacionalidad estadounidense.
También en su agenda migratoria el político republicano dejó claro que planea eliminar el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), implementado por la Administración de Obama en el año 2012 con el propósito de proteger temporalmente de la deportación y otorgar permisos de trabajo a los “dreamers”, que es como son llamados inmigrantes que llegaron al país siendo niños.
Homan, nuevo “zar de la frontera”
La política migratoria de Trump también incluye la promesa de deportaciones masivas, una estrategia que el político y empresario nacido en Nueva York ha defendido como necesaria para afrontar lo que considera una “crisis migratoria histórica”.
Para ello nombró este lunes como “zar de la frontera” a Tom Homan, el exdirector interino del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), quien ha empezado a esbozar cómo se ejecutará este plan.
En una entrevista reciente en el programa 60 Minutes de la CBS, Homan detalló que las deportaciones no se llevarán a cabo a través de “barridos masivos” en vecindarios, sino mediante “detenciones selectivas”, enfocándose en lugares donde las investigaciones sugieran una mayor probabilidad de localizar inmigrantes en situación irregular.
Estos operativos incluirán redadas en lugares de trabajo, que según Homan no solo buscan expulsar a quienes carecen de permisos legales, sino también identificar casos de tráfico humano y explotación laboral.
Deportaciones masivas
La escala de este plan es significativa pues JD Vance, vicepresidente electo y compañero de fórmula de Trump, afirmó en una entrevista reciente con ABC que el objetivo inicial es deportar a un millón de personas, una cifra que plantea como base para futuras acciones.
La experiencia de Homan en la aplicación de leyes migratorias es vasta, pues además de su periodo en ICE ha trabajado como oficial de policía, agente de la Patrulla Fronteriza y agente especial en el antiguo Servicio de Inmigración y Naturalización.
Trump anunció el nombramiento de Homan en su red Truth Social, destacando su confianza en que este funcionario “hará un trabajo fantástico y largamente esperado”, pue según el presidente electo es la persona ideal para liderar una estrategia de control fronterizo que incluye la deportación masiva de inmigrantes y la vigilancia exhaustiva de las fronteras terrestres y marítimas de Estados Unidos.
Para Homan no será una tarea sencilla, pues además de enfrentarse a las dificultades logísticas que supone un plan de deportaciones masivas, deberá gestionar la creciente presión de organizaciones de derechos humanos y de la oposición política que han expresado su preocupación sobre las consecuencias de estas políticas.
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