VEINTE AÑOS
Letra: Guillermina Aramburu (Guanajay, Cuba). Música: María Teresa Vera (Guanajay, Cuba). Género: Bolero-Habanera.
VEINTE AÑOS
Qué te importa que te ame
si tú no me quieres ya.
El amor que ya ha pasado
no se debe recordar.
Fui la ilusión de tu vida
un día lejano ya.
Hoy represento el pasado,
no me puedo conformar.
Si las cosas que uno quiere
se pudieran alcanzar,
tú me quisieras lo mismo
que veinte años atrás.
Con qué tristeza miramos
un amor que se nos va.
Es un pedazo del alma
que se arranca sin piedad.
Interpretaciones sugeridas
¿Quién es María Teresa Vera?
María Teresa Vera nació el 6 de febrero de 1895, en la calle San Fernando, esquina a San José, en Guanajay, Pinar del Río. Fue fruto del amor "prohibido" entre su madre Rita Vera, una esclava liberta de origen Lucumí y el militar asturiano Urbano González. Algunas versiones refieren que el oficial fue acusado de conspirar contra el gobierno español y condenado a muerte, otras que fue deportado a España.
Una tercera versión cuenta que intentó regresar a la isla para reconocer a su hija, pero le descubrieron una bronconeumonía fatal. Murió en el barco y su cadáver fue arrojado al mar. Este es uno de los tantos misterios e interrogantes que rodean la vida de la conocida como "Madre de la Canción Cubana".
María Teresa asumió el apellido de su madre, que trabajaba como cocinera en la casa de la familia del periodista, patriota y masón Joaquín Nicolás Aramburu (1855-1923), que terminaron mudándose de Guanajay para el barrio habanero de El Vedado. En esta etapa surgió una de las amistades más prolíficas de la canción cubana: la de la futura trovadora y Guillermina Aramburu, hija del patriarca, y letrista de no pocos de sus mejores temas, incluida la inmortal "Veinte años".
María Teresa aprendió a leer y escribir gracias a los Aramburu, y a tocar la guitarra con José “El negro” Díaz y con el trovador Manuel Corona, quien era frecuente en la residencia Aramburu. El autor de "Mercedes" fue la influencia decisiva para que María Teresa se dedicara a la música, y terminó confiándole esta otra joya de la canción cubana para que la interpretara en su debut el 18 de mayo de 1911 en el habanero Teatro Politeama, en la Manzana de Gómez, Habana Vieja. La trovadora tenía solo 16 años. Su presentación fue un éxito rotundo y definió el resto de su vida.
A partir de ahí, Vera ocupó un lugar insólito para una mujer mulata de su época: la bohemia de cafés, azoteas y estudios de grabación, donde predominaban hombres con guitarra y vida errante. Fue, probablemente, la primera mujer en realizar grabaciones en el ámbito de la música popular cubana, pues en el género lírico en general, la soprano cubana Rosalía "Chalía" Herrera (1864-1948) ya había registrado su voz en 1899. La poeta, narradora y ensayista Mabel Cuesta comentó al respecto:
María Teresa es en sí misma un fenómeno que debe pensarse siempre fuera de la caja. Nada en ella "encaja" (nunca mejor dicho) con lo esperado para una guajirita de Guanajay que termina haciendo duetos con músicos que a su lado alcanzaron relevancia, y componiendo temas esenciales para el repertorio tradicional cubano. Sin pedir excusas. Y sin dejar de presentarse como lo que era: música. Y nada más.
Según registra Cristóbal Díaz Ayala en su obra Cuba canta y baila. Enciclopedia Discográfica de la Música Cubana (Parte I), las piezas "Tere" y "Gela", ambas de la autoría de Rosendo Ruiz, fueron las primeras grabadas por María Teresa junto a Rafael Zequeira, el 3 de julio de 1914.
Con Zequeira y Corona, María Teresa grabó 149 canciones entre 1914 y 1924, con éxitos como "A llorar a Papá Montero". También se presentó en escenarios con el Grupo Típico, de Carlos Godínez. Décadas después, rememoró la colaboración con Zequeira:
En 1916 comencé a cantar con Rafael Zequeira. Cantábamos cubanerías, hicimos más de cinco viajes a los Estados Unidos. Nos sentíamos acoplados e identificados en nuestra creación artística y enseguida nos popularizamos dentro y fuera de Cuba. Nuestro dúo fue un éxito popular, aunque sea inmodesto decirlo.
Tras fallecer Zequeira en 1924, enseñó a Ignacio Piñeiro a tocar el contrabajo y en 1926 fundaron el Sexteto Occidente, junto a Miguel García, Manolo Reynoso, Julio Viart y Francisco Sánchez. Se convirtió así probablemente en la primera mujer en dirigir un sexteto de sones. Y si hubo alguna antecesora, sí fue la primera en grabar temas musicales al mando de un formato como este. Aunque no tuvo una larga vida, esta agrupación, y su rival artístico el Sexteto Habanero, definieron y consolidaron la forma de interpretar el son "a la habanera".
Protagoniza exitosas presentaciones en vivo y grabaciones con el Sexteto Occidente en Nueva York, donde es anunciada como "la Champion de las canciones, los boleros, los sones y la rumba". Pero de regreso a Cuba, María Teresa Vera se enfrentó a la prohibición de seguir la carrera artística que le impuso por la religión afrocubana que practicaba. Le vendió el sexteto a Piñeiro, quien lo reorganizó y rebautizó como Sexteto Nacional.
La trovadora permaneció diez años en silencio absoluto hasta que obtuvo una dispensa de sus superiores religiosos para regresar a la guitarra. Durante esa pausa obligada surge "Veinte años".
En 1936 formó dúo con Lorenzo Hierrezuelo, que se mantuvo activo durante 27 años, y solo en la emisora Radio Cadena Suaritos hicieron más de 900 grabaciones. CMQ también los acogió, y en el programa Cosas de ayer saludaron a María Teresa como la "Embajadora de la Canción de Antaño". En la televisión se presentaron en numerosos programas como Noche cubana, Jueves de Partagás, El bar melódico de Osvaldo Farrés y El casino de la alegría.
Ya después del 1ro. de enero de 1959, en los años finales de su vida, María Teresa Vera se presenta en el Anfiteatro de La Habana, y el público la recibió con una larga ovación. El reclamo de los asistentes la llevó a interpretar ocho números fuera de programa. En la emisora CMZ, del Ministerio de Educación del régimen de Fidel Castro, graba, junto a Hierrezuelo unas 500 piezas musicales.
Guanajay, su pueblo natal, le concedió por esas fechas el título de "Hija Predilecta" por su contribución a la difusión del cancionero nacional. Aunque mucho tiempo después su memoria ha sido poco respetada en su pueblo natal. Jaime Masó Torres, en un artículo dedicado a su obra en 2024, lamentó:
El desinterés y el rechazo que hicieron de su casa una grotesca cafetería del pueblo de Guanajay donde ni mural, ni valla le recuerda al visitante que allí nació la eterna trovadora.
Durante su larga carrera artística, que se extendió por medio siglo, María Teresa Vera compuso numerosos temas y puso música a "Veinte años", considerada una de las más bellas canciones cubanas de todos los tiempos.
En 1962, la trovadora sufre un infarto cerebral. No regresó más a los escenarios, pero tuvo voluntad suficiente para orientar la grabación de piezas de su autoría para la disquera oficial Egrem, a cargo del trío Veinte años, que integró entonces Hierrezuelo. Falleció el 17 de diciembre de 1965.
El musicólogo Helio Orovio definió a María Teresa Vera como:
Una voz imprescindible en la historia de la canción trovadoresca cubana.
La cantautora cubana Marta Valdés escribió:
María Teresa salía por todos los caminos en busca de la gente, asombrada ante los poderes de esas canciones que le tocaba escuchar, de primera mano, en las voces de quienes las acababan de traer al mundo.
Y quien la escuchó cantar entendió enseguida por qué ella misma podía permitirse una frase convertida en sentencia sobre el género:
“El bolero no se canta. Se sufre”.
En "Veinte años", esta máxima se vuelve un principio y un valor.
¿Quién escribió la letra de "Veinte años"? Los secretos, el amor y el despecho tras la canción
Durante más de las dos décadas que refiere la canción, "Veinte años" presentó un gran misterio: ¿quién era la autora de la letra? En una entrevista de 1958 para la revista Bohemia, el periodista Guillermo Villaronda le preguntó directamente a María Teresa por el origen de la canción, y la respuesta de la trovadora fue, de entrada, una revelación:
“Le seré sincera. De ese número me corresponde solo la mitad: la música”.
Cuando Villaronda quiso saber el nombre de la letrista, chocó con un muro de discreción:
“Yo de ninguna manera puedo pronunciar ante nadie el nombre de esa señora que pertenece a la alta sociedad y que posee un corazón de poeta. […] Desde hace muchos años, esa digna señora pone letras a mis mejores producciones, pero advirtiéndome constantemente que no quiere que se divulgue su nombre”.
Cuando el periodista insinuó que detrás podía haber un amor frustrado, la respuesta de Vera fue todavía más tajante:
“No insista, por favor. A veces, me dicta por teléfono sus versos que inmediatamente yo musicalizo. Pero nada más… Lo que ella fue y lo que es ¡a nadie importa! Hay que dejarla ahí, en su residencia de silencio, en su anonimato perpetuo. No desea otra cosa. Es necesario complacerla si cumplimos con la soberanía de nuestro corazón”.
Ese "anonimato perpetuo" no fue eterno, pues se conoció luego que la letrista era Guillermina Aramburu, nacida en 1894 con el nombre completo de María Guillermina Oronsia Aramburu América, la amiga de la infancia de María Teresa. Hija del dueño de la casa donde su madre trabajaba. La muerte de Guillermina (en fecha no precisada) en Nueva York "autorizó" a María Teresa Vera a romper el pacto y revelar su autoría.
El 10 de julio de 1914, Guillermina Aramburu se casó con Armando Valdés, quien tras veinte años de matrimonio la abandona (de ahí el título de la canción) y parte para México con su secretaria. La autora, de alta sensibilidad poética, vivió su dolor y lo escribió. María Teresa Vera leyó los versos, y le pidió permiso para musicalizarlos. Pero su amiga se negó al inicio y luego aceptó.
El pudor de la mujer de sociedad explicaría la insistencia de Vera en proteger su nombre, pues la Aramburu no quería que el país supiera que aquellos versos sobre el amor que se va, que arranca "un pedazo del alma", eran la confesión lírica de su propio abandono.
"Veinte años" inició un ciclo de letras donde la autora secreta manejó el mismo desgarro en clave de bolero: "Porque me siento triste", "No puedes comprender", "Te acordarás de mí", "Yo quiero que me quieras" y "Mi venganza". Variaciones todas de una misma herida.
Género, contexto musical e impacto cultural
Aunque "Veinte años" se asocia a la Trova Tradicional y al bolero, pertenece también al género "habanera". Según apunta la cantautora Liuba María Hevia:
Muchas de las habaneras compuestas en el siglo XX perdieron su ritmo original debido a que la trova tradicional las hizo suyas. Un ejemplo es "Veinte años", con música de María Teresa Vera y letra de Guillermina Aramburu, que se canta como bolero. Otra habanera famosa que hoy se expresa como bolero es "La rosa roja", del compositor Óscar Hernández. Igual pasó con la habanera compuesta por Miguel Matamoros, "Mariposita de primavera".
Desde sus primeras interpretaciones, “Veinte años” se ha convertido en uno de los puntos de referencia imprescindibles del repertorio sentimental de la isla. Diversos estudiosos de la música cubana coinciden en subrayar que no se trata solo de un bolero exitoso, sino de una pieza canónica. La experta española-panameña en música caribeña y coleccionista Alejandra Fierro-Eleta la describe como:
Una de las más bellas canciones cubanas de todos los tiempos.
En el ensayo especializado "Amor, dolor y bolero. Una educación sentimental y continental", el investigador danés Jan Gustafsson pone al tema como ejemplo paradigmático de un tipo de canción donde el amor no estalla en tragedia absoluta, sino que se apaga con una mezcla de nostalgia y aceptación. El texto señala:
Hay amores que simplemente terminan, los amantes se separan, y se mira con nostalgia lo que hubo y no volverá, como en "Veinte años" de María Teresa Vera.
Frente a otros boleros más grandilocuentes, la canción dramatiza el desamor cotidiano, casi doméstico, y por eso se vuelve extraordinariamente cercana a la experiencia de oyentes de distintas épocas: el tema no es un amor imposible y legendario, sino un amor que ya fue, que duele y, sin embargo, forma parte de la vida. Es una pieza central de lo que Gustafsson llama las "modalidades del desamor": esos relatos en los que el vínculo se ha gastado y el sujeto mira hacia atrás con melancolía, sabiendo que
No se debe recordar, pero se recuerda y se sufre: "Hoy represento el pasado/ no me puedo conformar". Como toda poesía que pide, postula o recomienda el olvido de lo que fue y del amor pasado, estas palabras representan una aporía. Las palabras, que abogan por el olvido, son ya una evocación, una herramienta del recuerdo, y con él, del dolor. El dolor de la evocación del pasado es inevitable, aun cuando este representa algo a que no se desea volver.
El investigador Ciro Bianchi Ross, la llama una "habanera inmortal" y también se refiere al tema como:
Esa melodía imbatible, una de las piezas más reiteradas del cancionero popular cubano desde su estreno en 1935.
La combinación de una línea melódica sobria, casi conversada, con una letra que condensa el final de un amor en pocas imágenes, ha permitido que “Veinte años" circule con naturalidad entre trovadores, boleristas, soneros, orquestas típicas y voces contemporáneas del jazz o la canción de autor. Esta capacidad de mutar sin perder su esencia es una de las claves de su impacto cultural.
El crítico cubano Leandro Estupiñán apunta que esta canción:
Como un verdadero clásico, tiene la virtud de renacer cada vez que algún intérprete se apropia del tema. Son muchas las veces que alguien lo incorpora a un disco, filme o estremece al público en un espectáculo.
La canción ya no es solo parte de la memoria sentimental cubana, sino un puente entre culturas, idiomas y generaciones.
La pieza aparece en bandas sonoras de filmes, y ha sido interpretada por numerosas figuras como Barbarito Diez, Elena Burke, Moraima Secada, Pablo Milanés, Diego el Cigala, Silvia Pérez Cruz, Gema Corredera, y en innumerables registros informales subidos a plataformas digitales, donde voces anónimas la utilizan como fondo para videos domésticos, homenajes personales o montajes de fotografías familiares. La canción pasa así del escenario y el estudio de grabación al espacio íntimo del teléfono móvil, sin perder densidad simbólica.
En 2019, el tema volvió a hacerse viral gracias a la versión de los hermanos Isaac y Nora Restoin, dos niños franco-coreanos que, acompañados por su padre Nicolás, cantaron la habanera en español. Este video conmocionó las redes y tuvo casi nueve millones de visualizaciones. El padre refrendó entonces que:
Esta canción cubana está llegándole a la gente en todas partes.
Este suceso reafirmó que "Veinte años" sigue siendo una melodía “imbatible”, como escribió Bianchi-Ross, capaz de atravesar generaciones, tecnologías y geografías sin perder su capacidad de decir algo muy simple: que el amor se va, pero el recuerdo no.
Videos. Interpretaciones de "Veinte años"
María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo
Elena Burke y Moraima Secada
Isaac y Nora Restoin
Adaptación al cine
En 2009, el realizador cubano Bárbaro Joel Ortíz estrena el cortometraje animado 20 años, en el que desarrolló a partir de la técnica de stop-motion un relato de rutina, desamor y abandono muy a tono con la canción de Vera y Aramburu. Una nueva muestra de lo imperecedero de los temas y sentimientos abordados por el tema.
Lo protagoniza una mujer que vive aferrada a un pasado feliz, pero el presente que le rodea es una realidad muy distinta. Veinte años de indiferencia y maltratos han puesto a prueba el amor de esta persona. Para lograr la atención de su marido intentará hasta lo imposible.
La película ha sido exhibida en prestigiosos festivales de todo el mundo como Annecy (Francia), Animamundi (Brasil), Cinanima (Portugal) y Animadrid (España). Según reveló su director, le tomó casi veinte años concretar el proyecto, hasta que en 2004 pudo comenzar a filmarlo en los Estudios de Animación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
El tema es cantado en la película por Omara Portuondo, con arreglos del músico y compositor Harold López Nussa. Según Ortíz, ambos aceptaron participar en el proyecto una vez que vieron las primeras imágenes. La animación de toda la cinta le tomó casi dos años, dado lo trabajoso de la técnica, que requiere articular las marionetas plano a plano.