ÍNDICE
- Niñez y adolescencia
- De las Mulatas de Fuego a La Sonora Matancera
- El exilio: ruptura con el régimen y nacimiento de una leyenda
- La conquista de Nueva York
- Los años de gloria
- Celia Cruz y la censura: "Yo soy Cuba, y punto"
- El breve regreso de Celia Cruz a Cuba
- Celia Cruz en el cine y la televisión
- La vida es un carnaval
- Últimas presentaciones y despedida de la vida
- El estilo inconfundible
- Las canciones más emblemáticas
- Premios, reconocimientos y legado
- Pionera de la identidad afrolatina
- Colaboraciones memorables
- Representaciones culturales de su vida
- Curiosidades y datos sorprendentes
- FAQ: preguntas frecuentes sobre Celia Cruz
Celia Cruz fue mucho más que una cantante. Fue la voz que llevó la música cubana a cada rincón del planeta, la mujer que convirtió su grito de "¡Azúcar!" en un himno de alegría universal, y la artista que demostró que el talento y la autenticidad pueden vencer cualquier barrera. Su historia es la de una niña nacida en un barrio humilde de La Habana que se convirtió en la figura más emblemática de la música latina del siglo XX.
Niñez y adolescencia
Celia de la Caridad Cruz Alfonso nació el 21 de octubre de 1925 en el barrio de Santos Suárez, La Habana, Cuba. Era una de cuatro hermanos en una familia modesta: su padre, Simón Cruz, trabajaba como fogonero de ferrocarril, y su madre, Catalina Alfonso Ramos, se dedicaba al hogar. Desde pequeña, Celia descubrió su don para el canto cuando arrullaba a sus hermanos menores con canciones de cuna.
La leyenda cuenta que su primer par de zapatos fue un regalo de un turista al que cantó en la calle. Esta anécdota, que puede parecer menor, resume perfectamente el poder de su voz desde la infancia: era capaz de conmover a desconocidos con su talento natural.
Aunque su padre deseaba que se convirtiera en maestra, Celia siguió su vocación musical y estudió en el Conservatorio Nacional de Música de La Habana. A finales de los años cuarenta, comenzó a participar en programas radiofónicos de aficionados como La hora del té y La corte suprema del arte, donde ganaba premios que iban desde un pastel hasta una cadena de plata. Su verdadero punto de inflexión llegó cuando recibió 15 dólares por interpretar el tango Nostalgia, una suma significativa que le confirmó que podía vivir de su voz.
De las Mulatas de Fuego a La Sonora Matancera
En 1948, Celia Cruz fue contratada como cantante del grupo Las Mulatas de Fuego, fundado por Roderico Rodney Neyra. Con esta agrupación viajó por México y Venezuela, consolidando su presencia escénica. Poco después, comenzó a cantar en Radio Cadena Suaritos, interpretando coros yorubas y ritmos de batá, conectándose profundamente con las raíces afrocubanas que marcarían toda su carrera.
El momento decisivo llegó en 1950, cuando el empresario Rafael Sotolongo la buscó para que se uniera a La Sonora Matancera, la agrupación musical más popular de Cuba en ese momento. La cantante puertorriqueña Myrta Silva había dejado la orquesta para regresar a Puerto Rico, y Celia fue elegida para llenar ese vacío. El director de la agrupación, Rogelio Martínez, aprobó su ingreso tras una prueba.
El 3 de agosto de 1950, debutó con La Sonora Matancera. En ese primer ensayo conoció a quien sería su esposo, Pedro Knight, segundo trompetista de la orquesta. Durante los años cincuenta, Celia y La Sonora brillaron en la Cuba de Benny Moré, Compay Segundo y otros grandes de la música cubana. Grabó éxitos como Cao Cao Maní Picao y Burundanga, que la llevaron a Nueva York en abril de 1957 para recoger su primer disco de oro. Para entonces, ya había ganado varios apodos que la definirían: Reina Rumba, Guarachera de Oriente y tras giras por México, Argentina, Venezuela y Colombia, la Guarachera de Cuba.
El exilio: ruptura con el régimen y nacimiento de una leyenda
El 1 de enero de 1959, el dictador Fulgencio Batista huyó de Cuba. Aunque el propio Fidel Castro figuraba entre los admiradores de Celia Cruz, la cantante no soportaba que le dijeran qué, dónde y cuándo tenía que cantar. Como ella misma declaró años después:
El régimen se apoderó de todas las compañías, de todos los negocios, de todas las emisoras de radio y de la televisión. La situación se convirtió en un desmadre. Al régimen no le importaba la libertad de expresión artística para nada.
El 15 de junio de 1960, La Sonora Matancera en pleno consiguió permiso para presentarse en México con un contrato jugoso. Una vez allí, Celia decidió no regresar a Cuba. Después de un año de aplausos en la capital azteca, se estableció en Estados Unidos, país que tomaría como su residencia definitiva.
La ruptura definitiva con su tierra natal llegó en abril de 1962, cuando su madre murió de cáncer. En reiteradas ocasiones, a Celia le habían denegado el permiso para visitarla debido a sus críticas al régimen cubano. En sus memorias, la cantante relató con profundo dolor:
A mí no se me permitió aguantarle la mano cuando se estaba muriendo. Fidel y su gobierno nunca me perdonaron. Me castigaron por salir de Cuba no dejándome regresar para enterrar a mi mamá. Ese día pensé que se me iban a secar los ojos de tanto llorar. Fue entonces que decidí no pisar nunca más suelo cubano, hasta que no desapareciera ese sistema.
El 14 de julio de 1962, Celia Cruz se casó con Pedro Knight, quien a partir de 1965 se convertiría en su representante, arreglista y director personal, acompañándola fielmente hasta el final de sus días.
La conquista de Nueva York
En 1965, Celia lanzó su primer disco como solista: Canciones que yo quería haber grabado primero. Ese mismo año, adoptó la nacionalidad estadounidense tras cinco años de asilo político. Un año después, el legendario percusionista Tito Puente la contactó para actuar con su orquesta. Ambos músicos iniciaron una asociación que editó seis álbumes entre 1966 y 1972, incluyendo Cuba y Puerto Rico son..., Quimbo Quimbumbia y Alma con alma. De esta época se desprende uno de sus grandes éxitos: Bemba colorá.
El cambio definitivo llegó en 1973, cuando Celia se alió con el pianista Larry Harlow para encabezar un concierto de música afrocubana en el Carnegie Hall de Nueva York. Allí interpretó Gracia divina, su primera canción del género de la salsa y la puerta a este nuevo ritmo. El álbum resultante fue producido por Jerry Masucci, considerado uno de los creadores del género de la salsa junto al músico dominicano Johnny Pacheco.
Celia firmó con la casa discográfica Fania Records. En 1974 lanzó el álbum Celia & Johnny con Johnny Pacheco, que obtuvo disco de oro. De aquí se desprenden éxitos rotundos como Quimbara y Cucala. Luego se integró a la orquesta Fania All Stars, una combinación de los músicos de cada orquesta que tocaba para el sello musical Fania, incluyendo a Johnny Pacheco, Héctor Lavoe y Willie Colón.
Con Fania All Stars, Cruz tuvo la oportunidad de visitar Reino Unido, Francia y Zaire. En este último país, en 1974, Celia Cruz y la orquesta participaron en un mítico concierto junto a figuras como James Brown, B.B. King y Miriam Makeba. El concierto fue parte del festival Zaire '74, organizado en paralelo a la famosa pelea de boxeo "Rumble in the Jungle" entre George Foreman y Muhammad Ali.
Celia era la única mujer en la Fania All Stars y una de las pocas que logró triunfar en el mundo de la salsa, dominado por hombres. Su personalidad magnética, su estilo escénico arrollador y su voz inconfundible la convirtieron en una figura insustituible.
Los años de gloria
En 1977, Celia grabó su primer disco con el trombonista Willie Colón, titulado Only They Could Have Made This Album. Esta fusión se repetiría en 1981 con el álbum Celia & Willie, del que se desprende el exitoso sencillo Latinos en Estados Unidos.
En 1982 se reencontró con La Sonora Matancera y grabó el disco Feliz encuentro. Ese año recibió el primer homenaje de su carrera en el Madison Square Garden de Nueva York. En 1985 participó en el tema musical Cantaré, cantarás, junto a las más destacadas figuras de la música latina del momento.
El 28 de noviembre de 1987, Celia realizó un concierto en Santa Cruz de Tenerife, España, que fue incluido en el Libro Guinness de los récords como el show más grande al aire libre de entrada gratuita. El concierto congregó a 250,000 personas, un récord que se mantiene vigente hasta hoy. En 1989 ganó su primer Premio Grammy por el disco Ritmo en el corazón.
Celia Cruz y la censura: "Yo soy Cuba, y punto"
Desde que Celia Cruz abandonó Cuba en 1960, el gobierno cubano mantuvo una férrea censura sobre su figura. Su música fue prohibida en las emisoras de radio y televisión, su imagen fue borrada de los medios oficiales, y su nombre fue excluido de los planes de estudio de las escuelas de arte de la isla.
El caso más emblemático de esta censura ocurrió en 1981, cuando el musicólogo Helio Orovio publicó su Diccionario de la música cubana sin incluir a Celia Cruz ni a otros músicos exiliados. Los censores habían eliminado sistemáticamente todas las entradas que el autor había preparado sobre artistas residentes fuera de Cuba. Celia expresó su indignación en una entrevista para Televisión Española:
Hay un libro de música cubana que no podía salir al mundo si no salía con Celia Cruz y no salió porque yo estoy fuera. Así que los más injustos y estrechos de mente son ellos, porque hay que poner a Celia Cruz ahí. Lo quieran o no lo quieran, yo soy Cuba, y punto.
La musicóloga cubana Rosa Marquetti documentó en su investigación publicada en el portal Desmemoriados que la censura contra Celia Cruz se concretó oficialmente mediante la prohibición de radiar sus canciones, mostrar su imagen en video, enseñar su trayectoria en los planes de estudio y la mera mención de su nombre en publicaciones culturales.
A finales de octubre de 2025, los funcionarios culturales del régimen cancelaron con poca antelación el estreno de una obra del grupo teatral cubano El Público, que homenajearía en octubre de 2025 el centenario del nacimiento de Celia Cruz. Un nuevo acto de censura contra la vida y obra de la Reina de la Salsa. A raíz de este suceso, la escritora cubana Wendy Guerra, residente en el exilio, declaró sobre esta censura histórica, :
Desde que tengo memoria —y el gobierno cubano poder—, han trazado estrategias de todo tipo para invisibilizar la figura de Celia Cruz. Celia representa todo lo que ellos detestan: una mujer talentosa, libre, pobre, afrocubana, independiente, decente y luminosa, que nunca necesitó del paternalismo populista para brillar ni para cambiar el final de su historia.
A pesar de la censura oficial, los cubanos del archipiélago escuchaban la música de Celia en la intimidad de sus hogares, gracias a vinilos, casetes y discos que familiares, marineros y viajeros ocasionales llevaban de vuelta a la isla.
El breve regreso de Celia Cruz a Cuba
En enero de 1990, la Reina de la Salsa fue invitada a dar un concierto en la Base Naval de Guantánamo, en la parte más oriental de Cuba, a propósito de las celebraciones del Día de la Amistad Cubano-Americana, que se celebran cada año a finales de ese mes. Fue su primer viaje a la isla después de 43 años de exilio.
Al terminar el concierto, pidió permiso para acercarse a la valla que media entre la base y el territorio nacional. Se agachó, metió la mano a través de la cerca hasta el otro lado, y agarró un puñado de tierra cubana que se llevó en su viaje de regreso a Nueva York. Su manager, Omer Pardillo Cid, recuerda:
La tierra era árida, con pequeñas piedras. Le dio una piedra a cada una de sus amistades cercanas. La mía la guardo con orgullo y honor, primero porque fue un regalo de ella; y segundo, porque es parte de la tierra a la que ninguno de nosotros hemos podido regresar.
Celia guardó la tierra en una caja de cristal y cuando falleció en 2003, su mánager y su marido cumplieron su último deseo: colocaron dentro de su ataúd este pequeño pedacito del suelo de Cuba.
Celia Cruz en el cine y la televisión
Desde los años cincuenta Celia realizó presentaciones musicales en películas mexicanas, estadounidenses y cubanas, como Salón México (emilio Fernández, 1949), Rincón criollo (Raúl Medina, 1950), Piel canela (Juan José Ortega, 1953) Una gallega en La Habana (René Cardona, 1955), De espaldas (Mario Barral, 1955), El árbol de la fiebre (Affaire in Havana, László Benedek, 1956), ¡Olé, Cuba! (Manuel de la Pedrosa, 1957), y Amorcito corazón (Rogelio González, 1961).
En 1992 debutó como actriz en la película estadounidense Los reyes del mambo (The Mambo Kings), dirigida por Arne Glimsher, junto a los actores Armand Assante y Antonio Banderas. Un año después se estrenó como actriz de televisión en la telenovela mexicana Valentina, junto a Verónica Castro, emitida por Televisa.
En 1995 tuvo una participación especial en la película estadounidense La familia Pérez (The Perez Family), dirigida por Mira Nair, junto a Alfred Molina y Anjelica Huston. En 1997 protagonizó para Televisa la telenovela mexicana El alma no tiene color, un remake de la clásica película mexicana Angelitos negros (Joselito Rodríguez, 1970), en la que Cruz interpretó el papel de una mujer negra que da a luz a una hija blanca.
La vida es un carnaval
En 1998, Celia lanzó el disco Mi vida es cantar, del cual se desprende uno de sus temas más exitosos y emblemáticos: La vida es un carnaval. La canción se convirtió en un himno de optimismo y resiliencia, con una letra que invita a celebrar la vida a pesar de las dificultades. En 2021, la revista Rolling Stone ubicó La vida es un carnaval en la posición 439 de las 500 mejores canciones de todos los tiempos.
En 1999, actuó con el tenor italiano Luciano Pavarotti para el concierto Pavarotti and Friends, en el que interpretaron la inmortal Guantanamera. En el año 2000 lanzó un nuevo disco bajo el sello Sony Music: Celia and Friends, grabado en vivo en Hartford, Connecticut, donde alternó de nuevo junto a Tito Puente, quien fallecería poco después.
Ese mismo año, la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación inauguró la primera edición de los Grammy Latinos en el Staples Center de Los Ángeles. Celia Cruz inauguró la entrega de premios en un número donde actuó junto a Gloria Estefan y Ricky Martin, además de ser galardonada con su primer Grammy Latino.
En 2001, el disco Siempre viviré la hizo acreedora de su segundo Grammy Latino. En este álbum interpreta una versión en español a ritmo de salsa del tema I Will Survive, de Gloria Gaynor, que se convirtió en otro de sus himnos personales. En 2002, lanzó el álbum La negra tiene tumbao, donde incursionó en las variantes modernas de los ritmos caribeños, influidos por el rap y el hip hop. Por este disco obtuvo su tercer Grammy Latino y su segundo Grammy estadounidense.
Últimas presentaciones y despedida de la vida
Durante una presentación en México en 2002, Celia Cruz sufrió un percance de salud. Se descubrió que padecía un glioma, un tumor cerebral muy agresivo. Se sometió a una operación para extirparlo a finales de ese año e intentó retomar su carrera artística. Grabó su último disco, titulado Regalo del alma.
El 13 marzo de 2003, la cadena hispana estadounidense Telemundo le ofreció un homenaje en el que participaron figuras como Gloria Estefan, Marc Anthony, Olga Tañón, La India, Gloria Gaynor y Patti LaBelle, entre otros. Esta fue su última aparición pública.
La tarde del 16 de julio de 2003, Celia Cruz falleció en su casa de Fort Lee, Nueva Jersey, a la edad de 77 años. Por deseo expreso de ella, sus restos mortales fueron primero trasladados a Miami durante dos días para recibir el homenaje de sus admiradores del exilio cubano, regresando y reposando finalmente en el cementerio Woodlawn de El Bronx, Nueva York.
El estilo inconfundible
Celia Cruz no solo era una cantante extraordinaria, sino también un ícono de moda y personalidad. Su vestuario extravagante, que incluía varias pelucas de colores brillantes, vestidos ajustados de lentejuelas y tacones muy altos, se hizo tan famoso que uno de ellos fue adquirido por el Instituto Smithsonian. En 2005, el Museo Nacional de Historia Americana de Washington D.C. inauguró ¡Azúcar!, una exposición que celebra la vida y la música de Celia Cruz, destacando sus disfraces más emblemáticos.
Su famoso grito de "¡Azúcar!" se convirtió en su seña de identidad. Celia explicó en varias entrevistas que adoptó esta expresión como un anuncio carnavalesco que incitaba a la diversión y la alegría. El grito representaba la dulzura de la vida, la celebración constante, la energía positiva que ella irradiaba en cada presentación.
El humor también era una de sus marcas registradas. En una actuación de 1988 para la BBC, le dijo al público: "Si tu marido te pega, asegúrate de pegarle de vuelta. Si no puedes hacerlo con la mano, pégale con la sartén".
Las canciones más emblemáticas
A lo largo de su carrera, Celia Cruz interpretó y grabó más de 1,000 canciones en aproximadamente 80 álbumes. Algunas de las más famosas e influyentes incluyen:
- Quimbara (1974): Su canción insignia, grabada con Johnny Pacheco, que se convirtió en uno de los mayores éxitos de la salsa.
- Burundanga (1957): Uno de sus primeros grandes éxitos con La Sonora Matancera.
- Bemba colorá (1966): Éxito rotundo de su época con Tito Puente.
- La vida es un carnaval (1998): Himno de optimismo que trasciende generaciones.
- La negra tiene tumbao (2001): Fusión de salsa con ritmos modernos que demostró su capacidad de reinvención.
- Yo viviré (I Will Survive): Versión en español del clásico de Gloria Gaynor que se convirtió en su himno personal.
- Que le den candela: Otro de sus grandes éxitos que se convirtió en referencia obligada de la salsa.
- Cao Cao Maní Picao: Éxito temprano con La Sonora Matancera que la proyectó internacionalmente.
Premios, reconocimientos y legado
Celia Cruz recibió innumerables reconocimientos a lo largo de su carrera y después de su muerte:
- Premios Grammy: Ganó dos Grammy estadounidenses (1989 y 2003) y tres Grammy Latinos (2000, 2001 y 2002).
- Estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood (1987).
- Récord Guinness (1987): Por el concierto más grande al aire libre de entrada gratuita en Santa Cruz de Tenerife, con 250,000 asistentes.
- Medalla Nacional de las Artes (1994): Otorgada por el presidente Bill Clinton, el más alto reconocimiento que otorga el gobierno de Estados Unidos a un artista.
- Doctorados Honoris Causa: De la Universidad de Yale (1989), la Universidad de Miami (1999) y la Universidad Internacional de Florida (1992).
- Sello postal conmemorativo (2011): El Servicio Postal de Estados Unidos honró a Celia con un sello, junto a Selena, Tito Puente, Carmen Miranda y Carlos Gardel.
- Moneda de 25 centavos (2024): Celia Cruz se convirtió en la primera afrolatina en aparecer en la moneda estadounidense, un hito histórico en el reconocimiento de la diversidad cultural.
- Salón de la Fama de la Música Internacional (1999).
- Salón de la Fama de la Música Latina de Billboard (1994).
Un asteroide del cinturón de asteroides, el (5212) Celiacruz, fue bautizado en su honor en 1989. Varias calles llevan su nombre en Miami (Celia Cruz Way), Union City (Nueva Jersey) y Tenerife (España).
Pionera de la identidad afrolatina
Celia Cruz fue una verdadera pionera de la afrolatinidad, enfocándose en los elementos africanos de su identidad (música, letras y vestimenta) en una época en que no era popular hacerlo. Su participación en el festival Zaire '74 junto a artistas como James Brown, B.B. King y Miriam Makeba fue un momento histórico que registróó el documental Soul Power (Jeffrey Levine-Hinte, 2008) En una entrevista de 1997, comentó:
He cumplido el deseo de mi padre de ser maestra, ya que, a través de mi música, enseño a generaciones de personas sobre mi cultura y la felicidad que se encuentra en simplemente vivir la vida. Como intérprete, quiero que la gente sienta que sus corazones cantan y sus espíritus vuelan.
Colaboraciones memorables
A lo largo de su carrera, Celia realizó duetos y colaboraciones con figuras legendarias de la música mundial, incluyendo:
- Tito Puente: Seis álbumes juntos entre 1966 y 1972.
- Johnny Pacheco: Cinco álbumes colaborativos.
- Willie Colón: Tres álbumes de gran éxito.
- Marc Anthony, Gloria Estefan, Ricky Martin: Presentaciones conjuntas en grandes eventos.
- Luciano Pavarotti: Concierto Pavarotti and Friends (1999).
- Los Fabulosos Cadillacs: Colaboración en "Vasos vacíos" (1988).
- Wyclef Jean y Lauryn Hill: Versión de "Guantanamera".
Representaciones culturales de su vida
La vida de Celia Cruz ha sido objeto de numerosas representaciones artísticas:
- Biografía Celia: Mi vida (2005): Libro basado en más de 500 horas de entrevistas con la periodista mexicana Ana Cristina Reymundo.
- Telenovela Celia (2015): Producida por RCN Televisión y Telemundo, interpretada por las actrices Jeimy Osorio y Aymée Nuviola.
- Musical Celia (2007-2008): Presentado en Off-Broadway New World Stages, ganó cuatro Premios HOLA 2008.
- Google Doodle (2013): Google honró a Celia con un doodle especial.
- Tributos musicales: Jennifer López, Yuri, La India, Maluma y Aymée Nuviola han homenajeado a Celia Cruz en ceremonias de premios.
Curiosidades y datos sorprendentes
- La tierra de Cuba en su tumba: Cuando Celia visitó Guantánamo en 1990, recogió tierra cubana en una bolsa y pidió que fuera colocada en su ataúd cuando muriera. Su deseo fue cumplido.
- El origen de "¡Azúcar!": Aunque es su frase más famosa, Celia adoptó este grito relativamente tarde en su carrera. Lo utilizaba como una expresión de alegría espontánea que el público adoraba.
- Su matrimonio con Pedro Knight: Celia y Pedro estuvieron casados durante 41 años. Él la acompañó hasta su último día, convirtiéndose en su representante, arreglista y compañero inseparable.
- Grabó más de 80 álbumes: A lo largo de su carrera de seis décadas, Celia grabó aproximadamente 80 álbumes de estudio y más de 1,000 canciones.
- 23 discos de oro: Su éxito comercial fue extraordinario, acumulando 23 discos de oro a lo largo de su carrera.
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El vestuario en el Smithsonian: Su famoso vestido de lunares naranja, rojo y blanco, junto con sus zapatos, forman parte de la colección permanente del Museo Smithsoniano.
FAQ: preguntas frecuentes sobre Celia Cruz
¿Por qué Celia Cruz nunca pudo regresar a Cuba?
Celia Cruz abandonó Cuba en 1960 después del triunfo de la Revolución de Fidel Castro. En 1962, cuando su madre estaba gravemente enferma, Celia solicitó permiso para visitarla, pero el gobierno cubano se lo negó en represalia por sus críticas al régimen. Su madre murió sin que Celia pudiera despedirse de ella. Desde entonces, la cantante decidió que nunca regresaría a Cuba mientras el régimen de Castro estuviera en el poder. Solo pudo pisar suelo cubano brevemente en 1990, cuando actuó en la base estadounidense de Guantánamo, donde recogió tierra cubana que pidió fuera colocada en su ataúd.
¿Cuántos premios Grammy ganó Celia Cruz?
Celia Cruz ganó un total de cinco premios Grammy: dos Grammy estadounidenses (en 1989 por Ritmo en el corazón y en 2003 póstumamente por Regalo del alma) y tres Grammy Latinos (en 2000 por Celia Cruz and Friends, en 2001 por Siempre viviré y en 2002 por La negra tiene tumbao). Además, recibió numerosas nominaciones a lo largo de su carrera desde 1979 hasta 1998.
¿Qué significa el grito "¡Azúcar!" de Celia Cruz?
El famoso grito "¡Azúcar!" se convirtió en la seña de identidad de Celia Cruz. La cantante lo adoptó como una expresión de alegría, una invitación a la celebración y al disfrute de la vida. Celia explicó en varias ocasiones que lo utilizaba como un anuncio carnavalesco que incitaba a la diversión. Simbolizaba la dulzura de la vida, la energía positiva y el optimismo que ella irradiaba en cada presentación. El grito se convirtió en un símbolo cultural tan poderoso que el Smithsonian tituló su exposición sobre ella "¡Azúcar!".
¿Por qué Celia Cruz fue censurada en Cuba durante décadas?
Celia Cruz fue censurada en Cuba porque decidió no regresar a la isla después del triunfo de la Revolución de 1959 y porque criticó abiertamente al régimen de Fidel Castro. El gobierno cubano prohibió su música en las emisoras de radio y televisión, eliminó su nombre de publicaciones culturales y libros sobre música cubana, y excluyó su trayectoria de los planes de estudio de las escuelas de arte. Esta censura se mantuvo incluso después de su muerte en 2003. Para el régimen cubano, Celia representaba la disidencia y el éxito fuera del control estatal, razones por las cuales su legado fue sistemáticamente borrado de la cultura oficial de la isla.
Celia Cruz murió a inicios del siglo XXI, pero su legado permanece vivo en cada rincón del mundo donde se escucha música latina. Su voz, su energía, su alegría contagiosa y su compromiso inquebrantable con la música cubana la convirtieron en un símbolo imperecedero de la cultura latinoamericana. Como ella misma dijo: "La música es para alegrar a la gente, no para ponerla triste". Y eso es exactamente lo que Celia hizo durante toda su vida: alegrar al mundo con su arte, su carisma y su indomable espíritu.
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