LÁGRIMAS NEGRAS
Compositor: Miguel Matamoros (Santiago de Cuba, Cuba).
Género: Bolero-Son.
LÁGRIMAS NEGRAS
Aunque tú me has dejado en el abandono,
aunque tú has muerto todas mis ilusiones,
en vez de maldecirte con mucho encono, en mis sueños te colmo,
en mis sueños te colmo de bendiciones.
Sufro la inmensa pena de tu extravío,
siento el dolor profundo de tu partida,
y lloro sin que sepas que el llanto mío tiene lágrimas negras,
tiene lágrimas negras como mi vida.
Sufro la inmensa pena de tu extravío,
siento el dolor profundo de tu partida,
y lloro sin que sepas que el llanto mío tiene lágrimas negras,
tiene lágrimas negras como mi vida.
Tú me quieres dejar,
yo no quiero sufrir.
Contigo me voy, mi santa,
aunque me cueste morir.
Interpretaciones sugeridas
¿Quién es Miguel Matamoros?
Miguel Matamoros nace el 8 de mayo de 1894 en la calle San Germán # 115 entre Gallo y Matadero, en el barrio Los Hoyos, de Santiago de Cuba. Fue hijo del marinero Marcelino Verdecia y Nieves Matamoros, de quien tomó su apellido, pues su padre los abandonó cuando era muy pequeño. En una entrevista concedida al periodista santiaguero Marcelino Muguercia en los años sesenta, Matamoros rememora:
Un día mi papá se fue y nos dejó solos con mamá. Yo casi no lo vi más hasta el día que murió. Me acuerdo de él dentro de la caja, en la calle Vargas. Entonces mi mamá dijo: "Muchachos, miren ahí a su papá muerto" y empezó a llorar.
Como hijo de familia humilde, Miguel Matamoros empezó a trabajar desde niño y se desempeñó en los más diversos oficios: mensajero, pintor de casas, carpintero, aserrador, obrero agrícola, destilador de fábrica de ron, reparador de líneas, chofer de familia y de empresas. Incluso fue sacristán, que ingeniosamente le buscaba la rima a las prédicas del sacerdote celebrante.
Desde niño tocaba la armónica y la guitarra, y a la edad de 15 años, empezó a tocar en el tono La Mayor que le enseñó Ramón Navarro, un compañero de trabajo en el aserrío. En 1910, con 16 años de edad, compuso su primera pieza musical: un bolero que tituló "El Consejo". Ya entonces era solicitado por los más populares trovadores y cantantes de Santiago, para que los acompañara en sus serenatas.
Por esta época, lo bautizaron "El alma de la guitarra popular" y "Rey de los pasacalles". En 1912 se presenta por primera vez en público, en el Teatro Heredia de su natal Santiago de Cuba, y funda su primer dúo con un amigo de nombre Trino Martinelli que hacía la segunda voz y también tocaba la guitarra.
Antes de fundar el trío que lo inmortalizó, ya Matamoros era un compositor maduro, que había creado uno de sus temas imprescindibles: "Son de la loma". Aclaró siempre que su título original es "Mamá, son de la loma", y así narró su origen:
Ese número se me ocurrió en el año de 1922. Fue una noche en que yo estaba dando una serenata en Trocha y San Pedro, frente al sanatorio La Colonia Española. Conmigo estaba tocando y cantando Alfonso del Río. Entonces de una casa cercana salió una señora con su hija pequeñita y dice así: 'Señor, señor, mi hija quiere conocer a los cantantes, quiere saber de dónde son'. Me inspiré en esa pregunta y esa misma noche hice el resto de la poesía. 'Son de la Loma' quiere decir que son de Santiago, y 'cantan en el llano' significa que cantan en La Habana. Ese es el número mío que le ha durado más popularidad, ese y 'Lágrimas Negras'.
Matamoros cantó como solista un tiempo, y en 1924 formó su primer grupo musical, conocido como Trío Oriental, en el que era voz prima y guitarra, secundado por Manuel Bisbé, voz segunda y clave, y Alfonso del Río, guitarra acompañante. Se presentaron con bastante éxito en La Habana y en Santiago, pero las diferencias de carácter con Bisbé, y las dificultades de trabajo que le impedían constantemente a del Río cumplir con los programas, provocaron la disolución del trío.
Se cuenta que a propósito de su cumpleaños 31, Miguel Matamoros organizó una pequeña fiesta en su casa a la que asistieron muchos trovadores. No imaginaba entonces que nacería el trío más importante de la música cubana, que mantuvo al inicio el nombre de Trío Oriental. Sobre este encuentro comentó en una entrevista:
El 8 de mayo de 1925, Rafaelito Cueto llevó a mi casa a un amigo de él, que trabajaba en la herrería de Melesio Rizo, era Siro, me presentó a Siro: ¡ese fue el día que cantamos juntos los tres por primera vez!, allí en mi casa, en la fiesta de mi cumpleaños.
En 1928 arriba a Cuba un alto empresario de la RCA Victor, de apellido Terry, que invitó a Miguel, Ciro y Cueto a un ensayo y asistió a una presentación en el teatro. Menos de un mes después, fueron invitados a Estados Unidos, donde grabaron temas como "Promesa", "Olvido" y "El que siembra su maíz". El disco que contenía estos dos últimos temas vendió más de 64.000 copias, todo un récord para un tiempo en que los equipos reproductores de música no eran tan abundantes.
El técnico de la RCA que estaba a cargo de las grabaciones sugirió a Miguel cambiar el nombre de Trío Oriental pues ya existían otros llamados así. Les propuso a cambio, que se llamaran Trío Matamoros y así comenzó la leyenda.
Miguel Matamoros trabajaba aún entonces como chofer del comerciante Bartolomé Rodríguez, Siro como herrero y a Cueto lo habían despedido de su empleo como mecanógrafo. Una tarde, Miguel iba manejando el automóvil de su empleador, cuando ven una aglomeración de personas frente a la tienda "La dichosa", para comprar un nuevo disco muy popular. Rodríguez le entrega dinero a Matamoros para que lo adquiera, y resulta que era el del Trío Matamoros.
Al otro día, Rodríguez lo manda a buscar y le pregunta: "Miguel… ¿usted tiene algún familiar músico que se llame como usted". Matamoros le contesta: "No señor, ese que canta soy yo". Al poco rato le entrega un sobre cerrado, le da el día libre y le indica que lo abra después. El sobre contenía un billete de cien pesos, gran cantidad de dinero para la época, y una nota donde le decía que un cantante como él no podía seguir trabajando como chofer, que se dedicara por completo al arte.
En La Habana pocos los conocían entonces, hasta se pensaba que eran mexicanos. Félix B. Caignet, el famoso escritor radial, pudo localizarlos y se convirtió en el primer representante de la agrupación. Poco tiempo después el Trío Matamoros se presentó con gran éxito en el exclusivo teatro Campoamor en la capital cubana.
Miguel recorrió toda América y muchos países de Europa, en los que interpretó junto a Ciro Cueto su repertorio, con gran éxito: "Lágrimas negras", "Juramento", "Reclamo místico", "Mariposita de primavera", "Mientes", "Triste muy triste", "Olvido", "Mamá, son de la loma", "La mujer de Antonio", "El que siembra su maíz", "Que te están mirando", "Alegre conga", entre otros.
No indiferente al panorama político cubano, Matamoros compuso además composiciones como “El Desastre del Morro Castle”, “Regálame el ticket” y “¿Quién tiró la Bomba?”, que satirizaban el gobierno de Gerardo Machado. El trío tuvo que partir en 1930 rumbo a República Dominicana ante la presión del gobierno, y en agosto debutaron en Santo Domingo. Allí los sorprendió un devastador ciclón que arrasó gran parte de la ciudad. Suspendieron la gira y regresaron a Santiago de Cuba en un avión del ejército cubano que había transportado médicos y medicinas. Este episodio motivó la composición del bolero-son “El trío y el ciclón”.
En 1942 reorganiza el Trío y lo convierte en el Septeto Matamoros, en el que continuó siendo director, guitarra y voz prima, con Francisco Portela (contrabajo), Manuel Poveda (bongó), Manuel Borgellá (tres), José Mecía (trompeta), Siro Rodríguez (voz segunda y maracas) y Rafael Cueto (guitarra).
Más adelante crea el Conjunto Matamoros en 1945, este estaba integrado por Miguel Matamoros (director, guitarra y voz prima); Rafael Cueto (guitarra); Siro Rodríguez (voz segunda y maracas); Benny Moré (cantante); Ramón Dorca (piano); José Mecía y José Quintero (trompeta); Cristóbal Mendive (contrabajo), y Agustín Gutiérrez (bongó). Con este, Matamoros realizó más de un centenar de grabaciones, en algunas de las cuales compartió con vocalistas de renombre como Benny Moré y Carlos Embale.
En 1960 realizó su último viaje a los Estados Unidos, y el 10 de mayo de 1960, se anunció el retiro oficial de Miguel, Siro y Cueto, después de treinta y cinco años de labores artísticas. Se despidieron del público cubano, presentándose por última vez en público en el programa Jueves de Partagás, de CMQ Televisión. Miguel nunca simpatizó con el régimen de Fidel Castro, y este retiro se atribuye en gran medida a que no deseaba actuar en nombre de un país comunista.
El músico residió por un tiempo en el municipio habanero de Regla, junto a su única hija hembra Severina "Seve" Matamoros y su esposa Juana María Casas, apodada "La Mariposa". De esta se divorció para ir a residir a Santiago de Cuba con un viejo amor de juventud, Mercedes, "la santiaguera de mi amor", como la definió. Permanecieron casados hasta su muerte el 15 de abril de 1971.
Ya anciano, Matamoros no perdió su sentido del humor y su ingenio. Su posición frente a la muerte quedó registrada en la entrevista concedida a Muguercia:
Yo sé que la muerte está cerca de aquí, que todas las noches se las pasa rondando por el barrio. Hace seis meses me sentí muy mal, era por la noche. Ella tocó y tocó y no le abrí. Luego, cuando pasó mi crisis, la vi escondida allí, en la esquina, donde termina la loma. Luego se fue volando y se zambulló en el mar: a la muerte le gusta bañarse en el mar por la noche… Yo, mientras tanto, tomo precauciones porque, te digo la verdad, me preocupa que venga. Aunque no me angustia. Yo como temprano y ligero, a las tres horas me acuesto y canto un son muy viejo que es como una oración: “La muerte me está buscando / pa’ llevarme al cementerio. / Y como me vio tan serio, / me dijo que era jugando”.
La canción “Lágrimas negras” y la historia de abandono que la inspiró
La versión más conocida del origen del bolero-son "Lágrimas negras", compuesto en 1928 (otras fuentes señalan 1929 y 1930) apunta que durante un viaje a Santo Domingo, capital de República Dominicana, Miguel Matamoros se hospedó en un hostal regentado por la señora Luz Sardaña.
Un día escuchó llorar a una mujer hospedada en otra de las habitaciones. Como pasaba el tiempo y el llanto no cesaba, el músico decidió preguntar a Luz qué sucedía, y conoció que la mujer lloraba desconsoladamente porque su enamorado la había abandonado la noche anterior por otra mujer.
Sin embargo, el propio Matamoros ofrece una versión de la historia algo diferente, cuando le dice a Muguercia en la entrevista citada:
No lo compuse por un asunto mío, no señor, sino que una vecina que siempre llegaba a la casa lamentándose de que el marido, sin razón la había abandonado.
El escritor radial cubano Lino Betancourt confirmó tiempo después esta versión de la historia, que ubica el origen de la canción en Cuba y no en República Dominicana:
[Matamoros] me contó que cuando vivía en Santiago de Cuba, en el año 1924, trabajaba casi siempre por las noches acompañando a un acaudalado hombre de negocios muy dado a las juergas, por lo que él tenía que dormir después del almuerzo. Pero sucedió que todas las tardes visitaba su casa una buena mujer que desahogaba sus penas quejándose con su esposa de las infidelidades de su marido. Derramada en llantos vertía "lágrimas negras" quejándose de su infortunio. Matamoros, que trataba de conciliar el sueño, no lograba dormir, y por pena y lástima a la infeliz mujer no la mandaba a callar.
A tono con este testimonio, el periodista cubano Joaquín O. García señaló en un artículo publicado en la revista Bohemia que en "Lágrimas negras" Matamoros consigue reflejar el gran dolor de un abandono como el referido, pero a la vez lo sabe matizar con sutiles elementos de humor criollo:
Comienza exponiendo una pena de amor: "Aunque tú me has dejado en el abandono". En esta primera estrofa presenta con sobriedad, los padecimientos del enamorado abandonado, más, no rencoroso. En la segunda estrofa, las proposiciones son más tétricas: "Sufro la inmensa pena de tu extravío". Nuevamente, una sola palabra satura de humor a la canción: la cubanísima utilización del vocablo "mi santa", vigorizados, claro está por el caso del bolero montuno… (Por cierto, Lágrimas negras es el mejor exponente de esa forma de humor tan criolla, la bachata, donde el dolor más profundo o el asunto más serio se convierte repentinamente, en tema de burla, medio de autodefensa como hay pocos).
El crítico musical cubano Rafael Lam comenta al respecto que:
Matamoros es un fiel reflejo del hombre santiaguero, acostumbrado a trasladar las tragedias a una especie de choteo humorístico. Simplemente el autor es fiel a su modo de vida.
El estudioso colombiano César Pagano subraya también sobre el humor que yace en la esencia de gran parte de las composiciones de Matamoros:
La intuición natural y vigorosa, aunada a la cultura oral y a la observación de la música popular que tenía Miguel Matamoros, le permitió sintetizar creativamente acentuaciones y ritmos afros adaptados con romances, y cantares antiguos hispanos, en algo que Danilo Orozco ha llamado la "Marcha matamorina": y que se expresó en una de sus formas novedosas con la aparición del bolero-son, del cual el más famoso es "Lágrimas Negras". Mucho también daría que hablar la ingeniosa síntesis demostrada por los textos de Matamoros (enriquecidos y pulidos con la ayuda de amigos y hermanos) donde son recurrentes la intención contradictoria y textual planteada entre: optimismo/pesimismo, seriedad y picardía, depresión y esperanza, despecho y jolgorio.
Género, contexto musical e impacto cultural
"Lágrimas negras" es uno de los temas cubanos más versionados e interpretados internacionalmente, y es además la pieza que consolida al "bolero-son" (fusión entre el lirismo melódico del bolero y la base rítmica del son muy en boga ya entonces en la región oriental del país) dentro del panorama de la Vieja Trova cubana. Rafael Lam aclara que:
Aunque no es el primer bolero-son en componerse e interpretarse, sí es el que representa el inicio de un estilo de hacer. El bolero soneado es resultado de la integración del lirismo vocal del bolero, con la rítmica del son, en la complejidad de la base politrítmica acompañante del sexteto y del septeto.
Según el pianista y musicólogo cubano Odilio Urfé, "Lágrimas negras":
Es la obra que marca el afianzamiento de esa tercera variante de la trova cubana, la cual se caracteriza por expresar el constante elemento melodramático procedente del tango bonaerense, que posteriormente a la Primera Guerra Mundial se extendió con amplitud por Europa y nuestra América en cierta competencia con el jazz y sus sucedáneos y la música cubana.
"Lágrimas negras" es todo un hito en la historia musical de Cuba y el Caribe, con más de cien versiones a cargo de músicos e intérpretes de todo el mundo. María Teresa Vera, Daniel Santos, Celia Cruz, Sara Montiel, Omara Portuondo, Rubén Blades, Oscar D’León, Compay Segundo, Eliades Ochoa, la Orquesta Aragón, Bebo Valdés, Diego el Cigala.
Musicólogos como Urfé y José Loyola sitúan a "Lágrimas negras" en el centro de una transformación mayor: el paso de la trova tradicional a una canción mestiza que incorpora recursos del tango, del jazz y de la música bailable caribeña, sin perder su raíz popular. Esa capacidad de absorber influencias y seguir sonando cercana explica por qué el tema continúa interpretándose en descargas, conciertos sinfónicos y producciones discográficas de muy distinto signo.