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Opinión | La salud y los médicos en Cuba

“Que el tributo de mañana, Día del Médico, a los que cuidan nuestra salud, sea sobre todo nuestro firme propósito y el perseverante empeño de tratar de elevar la consideración y el respeto hacia ellos.”

Carlos Juan Finlay (1833-1915), médico cubano.
Carlos Juan Finlay (1833-1915), médico cubano.

El 3 de diciembre se celebra en Cuba el Día del Médico. La fecha se escogió por ser el día del nacimiento del Doctor Carlos J. Finlay en 1833, en Camagüey. Me pregunto si hay algo que celebrar mañana, el Día del Médico, en Cuba.

Comencemos diciendo que es tal el alto grado de deterioro de la salud en Cuba, de los centros de asistencia primaria, de los policlínicos y hospitales, de la tecnología y de los recursos sanitarios, que la primera respuesta que brota es: aquí no hay nada que celebrar, ni en el sector de la salud, ni en ningún otro.

Sin embargo, es justo y necesario distinguir el deterioro institucional, la falta de medicamentos, recursos e insumos, de la entrega generosa y sacrificada del personal de la salud en nuestro país.

En efecto, es un deber de justicia y de gratitud, rendir nuestro más sentido tributo a los médicos que, diariamente, sin tener condiciones, ni recursos, ni medicamentos, ni aparatos de diagnóstico, ni reactivos para análisis, tienen que hacer maravillas para diagnosticar, poner tratamientos, dar seguimiento y curar a sus pacientes.

Lo que más gratitud y homenaje debe suscitar es la entrega callada, el sacrificio diario, el trato humano, cariñoso y profesional que nuestros médicos prodigan a sus pacientes, a pesar de los pesares.

Pero lo que más gratitud y homenaje debe suscitar es la entrega callada, el sacrificio diario, sobre todo, el trato humano, cariñoso y profesional que nuestros médicos prodigan a sus pacientes, a pesar de los pesares.

Lo mismo debemos agradecer a las enfermeras, los técnicos y demás trabajadores sanitarios: por el aguante, la paciencia, la humanidad con que actúan, a pesar del bajo salario devengado, a pesar de las pésimas condiciones de trabajo, pero, sobre todo, a pesar de la muy baja consideración, deficiente atención y respeto que las autoridades tienen hacia los especialistas, médicos, enfermeras y demás personas del sector de la salud.

Todos ellos son dignos de recibir de su pueblo, y de las autoridades, la más alta consideración, gratitud y tributo por su entrega.


Propuestas

  1. Todo nuestro pueblo y las autoridades deberíamos considerar, respetar, remunerar y honrar a los médicos y enfermeras a la altura de todo lo que se merecen.
  2. Los médicos y enfermeros deben ser más discretos y cuidadosos con la salvaguarda de la privacidad del paciente. En efecto, se debe cuidar, con competencia, mucho celo y discreción, la privacidad a la que cada persona tiene derecho, acerca de su enfermedad, privacidad en el local y en el momento de consultarse, sea en el médico de la familia o en la emergencia o la sala de un centro de salud.
  3. Tanto las autoridades del país, como los mismos pacientes, podemos y debemos rendir todos los días el homenaje y la consideración que los médicos y demás personas de las instituciones sanitarias merecen.

Entonces, luego de pensar más detenida y seriamente, debemos decir que, a pesar de la más grave crisis en que vivimos, sí hay algo que celebrar mañana, Día del Médico: el sacrificio, la seriedad, la profesionalidad y la paciencia de los médicos y enfermeros cubanos.

Esa experiencia diaria de los médicos y enfermeros que, frente a un paciente, asumen rápidamente su rol, mantienen la serenidad y sostienen su interés sobre cada caso, merece la pena ofrecerles todo el homenaje posible.

Que el tributo de mañana, Día del Médico, a los que cuidan nuestra salud, sea sobre todo nuestro firme propósito y el perseverante empeño de tratar de elevar la consideración y el respeto hacia ellos.

Muchas felicidades y muchas bendiciones para nuestros médicos. Que Dios les conceda ver el cambio que Cuba necesita para que su profesión sea valorada, promovida y remunerada justamente.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

(Publicado originalmente en Centro de Estudios Convivencia).

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Dagoberto Valdés Hernández

Dagoberto Valdés.

(Pinar del Río, 1955). Ingeniero agrónomo. Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años. Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007. Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006. Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director. Premios: “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017. Reside en Pinar del Río.

 

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