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Sociedad cubana | En medio de la crisis terminal

“Si la causa es sistémica y estructural, entonces la solución debe ser un cambio sistémico y estructural. Los parches no resuelven.”

La hora definitiva. Foto: Pixabay
La hora definitiva. Foto: Pixabay

No sé si esta columna del 21 de octubre de 2024 llegará a sus destinatarios. No sé qué está pasando hoy ni que sucederá mañana.

Escribo en medio de la mayor crisis energética y funcional de Cuba en toda su historia. Esta situación no tiene precedentes, pero sí tiene antecedentes que nos han conducido hasta este extremo.

Este no es un problema coyuntural, ni aislado, ni accidental. Es el final de un largo proceso de destrucción sistemática de la nación cubana. Nadie duda ya, a estas alturas, cuál es la causa primera, principal y profunda de esta catástrofe: el sistema socio-político y económico implantado en Cuba.

“Es imposible permanecer inmóviles esperando un milagro. Es necesario y urgente ir hacia adelante en un responsable y pacífico proceso de transición hacia la libertad, la democracia y el progreso.”

Hoy, la situación exige centrarnos en la esencia del problema cubano:

Si la causa es sistémica y estructural, entonces la solución debe ser un cambio sistémico y estructural. Los parches no resuelven. Las curitas no sanan. Las reformas cosméticas no ocultan las arrugas de la caducidad de un modelo que no funciona y va contra la naturaleza humana.

Hoy se hacen una terrible realidad en toda Cuba aquellos escalofriantes versos de José María Heredia:

¡Dulce Cuba! en tu seno se miran
En su grado más alto y profundo,
La belleza del físico mundo,
Los horrores del mundo moral.


Propuestas urgentes

Es necesario ir directamente a las propuestas de mayor urgencia y necesidad:

  1. Dilatar el cambio es éticamente inaceptable, políticamente erróneo, socialmente degenerativo y económicamente imposible.
  2. Estamos en un punto sin retorno. Es imposible permanecer inmóviles esperando un milagro. Como esto no aguanta más, es necesario y urgente ir hacia adelante en un responsable y pacífico proceso de transición hacia la libertad, la democracia y el progreso. Esa transición debe ser pacífica, gradual, ágil y eficaz.
  3. Algo muy importante: es necesario desterrar la violencia de todo tipo. Cerremos todos, ciudadanos y Estado, la puerta a la violencia, a la crispación, a la venganza y al odio. Ningún cambio hacia la libertad y la democracia será verdadero ni duradero si da paso a la violencia y al odio.
  4. Todo el que se sienta verdaderamente cubano debería dar su aporte al cambio, a la transición, a la libertad, no importa si ese aporte es grande o pequeño, lo importancia es que todos comprendamos la urgencia crítica de este momento y asumamos nuestras pequeñas responsabilidades.
  5. Todos los cubanos que verdaderamente amamos a Cuba debemos ayudar a levantar todos los obstáculos, actitudes y empecinamiento que estorben al cambio profundo que Cuba necesita.

La gravedad terminal de la crisis habla por sí sola. Clama por el cambio de forma inequívoca. Es imposible solucionar esta crisis sin cambiar la causa que la ha provocado. Es imposible.

Que cada cual tome conciencia, asuma su responsabilidad y abra la puerta al cambio en paz.

A pesar de que la crisis es general y completa, tratemos de acompañar, ayudar y sembrar esperanza realista a los más desesperados, desanimados y necesitados.

No hay tiempo. Es urgente. Debe ser ya.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

 

(Publicado originalmente en Centro de Estudios Convivencia).

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Dagoberto Valdés Hernández

Dagoberto Valdés.

(Pinar del Río, 1955). Ingeniero agrónomo. Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años. Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007. Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006. Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director. Premios: “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017. Reside en Pinar del Río.

 

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