Tener expectativas en la vida es bueno. Pensar en nuestro futuro es bueno. Sin embargo, parece ser que se necesitan dos condiciones importantes para gestionar nuestras expectativas: una, que sean realistas; dos, que aprendamos a dosificarlas. En la Cuba de hoy es muy necesario gestionar bien nuestras expectativas. Si no lo hacemos, jugarán con nuestros sentimientos y emociones, de un lado y del otro. Veamos:
Una expectativa realista es aquella perspectiva que se basa en hechos y datos de la realidad. Crear expectativas con falsas ilusiones, con noticias falsas o fake news, como se dice ahora, con promesas irrealizables y mesiánicas, es vivir en la mentira y sembrar la semilla de las frustraciones que, al final, son peores que las desesperanzas.
La desesperanza es no esperar nada. Las frustraciones son esperar por eventos venideros que no tienen base en la realidad. La esperanza se siembra con un análisis lo más objetivo y holístico posible de la realidad en que vivimos; no con promesas, no convirtiendo nuestros deseos en falsas realidades. No se alimenta la esperanza con visiones idealizadas. La realidad bien analizada es la madre de la esperanza. Las falsas noticias y las promesas ilusorias son el peor origen de las frustraciones.
“La esperanza se siembra con un análisis lo más objetivo y holístico posible de la realidad en que vivimos; no con promesas, no convirtiendo nuestros deseos en falsas realidades.”
Nadie sabe el daño que hace al crear falsas expectativas. Está cavando la tumba de la desesperanza y un pueblo sin esperanza realista es un pueblo muerto. Es indispensable equilibrar las expectativas con la realidad. Los cubanos tendemos a ir a los extremos. Es necesario no mentir para crear expectativas, ni obviar la realidad sesgada por la desesperanza. Veracidad y objetividad al analizar la realidad, esa es la mejor manera de levantar la esperanza. Lo demás es opio y mentira, venga de donde venga.
Las expectativas están directamente relacionadas con las frustraciones. Inflar las expectativas o adelantar falsamente la realidad es un arma que pronto, muy pronto, se vuelve contra quienes le tuercen el cuello a los tiempos. Todo llega, con nuestro trabajo y con el tiempo. Dejarlo todo a nuestro esfuerzo queriendo adelantar los tiempos es crear falsas ilusiones. Dejarlo todo al tiempo es falta de compromiso para ser protagonistas de nuestra historia personal y social, como nos repitió San Juan Pablo II en su visita a Cuba.
“Un pueblo sin esperanza realista es un pueblo muerto. Es indispensable equilibrar las expectativas con la realidad.”
El protagonismo no se logra con mentiras o creando falsas esperanzas con promesas que nunca se cumplen. Eso es manipular al pueblo cubano. Convertir los deseos en “realidad” es engañarnos a nosotros mismos y engañar a los demás. La consecuencia es que el vacío y la desesperanza que dejan las mentiras son peores que la realidad que se aspira cambiar.
Es una grave irresponsabilidad y, sobre todo, es éticamente inaceptable, crearle falsas expectativas al pueblo cubano, vengan de donde vengan los sembradores de las inventadas esperanzas. El mejor servicio a nuestro pueblo es la verdad y la misma realidad que es irrebatible y que, bien leída e hilvanada, es más que suficiente para contagiar la verdadera esperanza.
Propuestas
Si queremos levantar la esperanza de nuestro pueblo, dediquémonos a:
- Aprender y enseñar a leer y analizar la realidad que nos rodea en la Isla, en la Diáspora y en la comunidad internacional con relación a la situación de Cuba hoy, la de verdad, la objetiva, la que es comprobable. Hay métodos para leer e interpretar bien la realidad.
- No basta acumular información verídica de la realidad de Cuba y del mundo. Es necesario concatenar, interrelacionar, también objetivamente, con buena lógica, los diferentes aconteceres comprobados de la realidad. Aprendamos el método para “hilvanar bien la realidad”.
- Recordemos que, para tener un buen análisis de la realidad y una visión de futuro, no basta la suma mecánica, ni la acumulación inconexa de los datos de la realidad que existe en Cuba, y en los demás países con relación al nuestro. Es necesario, además de articular, analizar causas y consecuencias de la realidad que vivimos. Hay un método para investigar las causas y para deducir las consecuencias.
- Por último, debemos excluir las falsas expectativas, pero también debemos vencer los pesimismos indomables. Estos dos vicios no solo deforman el análisis de la realidad, sino que nos desaniman irremediablemente mientras persistamos en deformar la realidad o en leerla de manera fragmentada. Hay que hilar los acontecimientos para poder sacar las conclusiones correctas.
La realidad objetiva, ella sola, bien leída y concatenada, basta para levantar nuestra esperanza. Lo he comprobado cada vez que he presentado este tipo de análisis de la realidad a quienes puedo servirle con este método realista. Con frecuencia, al analizar de esta manera la realidad, muchos expresan que ha crecido su esperanza.
Cuba necesita aprender a leer, interpretar y concatenar su realidad. Cuba necesita una esperanza realista.
Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.
(Publicado originalmente en Centro de Estudios Convivencia).