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Opinión | ¡Cristo ha resucitado! ¡Cuba también resucitará!

"El mayor pecado de incredulidad en la Cuba de hoy es no creer que esto pueda cambiar, que esto está cambiando y que somos nosotros los que podemos cambiarlo".

Imagen de Cristo con bandera cubana
Imagen: Árbol Invertido (generada con IA)

Los cristianos, en el mundo entero, estamos celebrando la resurrección de Jesucristo. Para nosotros es el acontecimiento más trascendental de la historia humana. El cristianismo es la única religión en que Dios se baja del Cielo y se hace humano para que todos los humanos compartamos su condición divina como hijos de Dios.

Para más de 2 mil trescientos millones de cristianos esto no es solo el centro de nuestra fe, sino que, por serlo, constituye la base, la dirección y el sentido de nuestro comportamiento personal y en sociedad, de nuestra visión del mundo y de la historia, y es la causa inspiradora de nuestra invencible esperanza.

A partir de esta convicción, y con todo respeto por los que profesan otras religiones o son agnósticos o ateos, quiero compartir en estas fechas mi profunda certeza de que, si la pasión de Cuba es también la pasión de Cristo, entonces la resurrección de Cristo abre también el camino de la resurrección de Cuba. Cristo resucitado es la Puerta para la resurrección de Cuba.

En este lunes de resurrección de 2024 en Cuba, deseo compartir con ustedes, mi fe de que:

  • Si la resurrección de Cristo es la fiesta de nuestra liberación del mal, de la muerte y de toda cadena, entonces para Cuba también habrá una mañana de libertad de toda opresión.
  • Si la resurrección de Cristo es la justicia y el premio de todos los que a lo largo de la historia han sido injustamente condenados, encarcelados, torturados, ejecutados y desaparecidos, entonces en Cuba, nadie injustamente sancionado, oprimido, perseguido, maltratado, repudiado, fusilado, o desaparecido en el mar o en la selva, quedará sin justicia, sin memoria agradecida y sin premio eterno.
  • Si la resurrección de Cristo es la mayor prueba de que Dios es Dios, el único Dios, el único Señor, el único Mesías, el único Salvador, entonces nada en Cuba es eterno. Nadie se puede constituir en Dios. Nadie es señor de nuestras vidas. Nada dura eternamente. Y los cubanos no debemos creer que esto será eterno. Ni debemos creer en ningún hombre, ni sistema, ni Estado, que intente ocupar el lugar de Dios. Fuera de Dios no hay más mesías, ni más redentor, ni nadie que pueda salvarnos, ni por su poder, ni por la fuerza. Creemos en un solo Dios. Todo lo demás pasará. Estoy absolutamente seguro. Solo Dios salva. Ningún hombre es Dios, ningún Estado tiene el poder de Dios. Todos pasarán. “Solo Dios basta”. Esta es la Buena Noticia de la Resurrección de Jesús.
  • Si la resurrección de Cristo ha sido la luz para millones de personas de toda cultura, entonces la oscuridad de Cuba se acabará. Se terminarán las tinieblas del comunismo. Se terminará la noche de la muerte de este pueblo. Cuba verá pronto la luz. Y solo entonces comprenderemos la terrible profundidad de las tinieblas en que fuimos hundidos. Pero estoy seguro de que la Luz siempre triunfa sobre las tinieblas.
  • Si la resurrección de Cristo es la puerta de la vida nueva, entonces en Cuba se abrirán las puertas del cambio, será el paso, la pascua de la transición pacífica y profunda. Cuba también atravesará el umbral del miedo a la esperanza. Cuba pasará de esta vida sin vivir a una vida bien vivida.
  • Si la resurrección de Cristo es el triunfo de la verdad, entonces Cuba pasará de agonizar en una vida en la mentira para resucitar a una vida en la verdad. Y la verdad nos hará libres. Cuba saldrá victoriosa del sepulcro de la simulación, de las máscaras políticas, de una vida en falso en la que ha sido enterrada, y resucitará a la transparencia, a la honestidad, a dar la cara al sol, a la coherencia entre lo que se cree, se piensa, se dice y se hace.
  • Si la resurrección de Cristo es el triunfo de la vida sobre la descomposición y la podredumbre del sepulcro, entonces Cuba podrá salir victoriosa y limpia de la corrupción que la pudre, del narcotráfico que la vende, de la inseguridad ciudadana, de las mafias y de las nuevas oligarquías que al pie de la cruz de este pueblo se reparten el botín.
  • Si la resurrección de Cristo es la causa profunda de la fe y de la esperanza de tantos profetas, mártires, apóstoles, durante más de veinte siglos, entonces creo que también en Cuba en estos tiempos críticos y agónicos, los cubanos podremos dejar de creer en que esto es eterno, dejaremos de desalentarnos unos a otros, y dejaremos de apedrear a los profetas de hoy cuando anuncian el nuevo día de la libertad. A veces pienso que, hasta los mismos cristianos de hoy, creemos más en la eternidad de “esto” que en nosotros mismos y en el poder de Dios. Actuamos como si esto fuera a ser eterno. El mayor pecado de incredulidad en la Cuba de hoy es no creer que esto pueda cambiar, que esto está cambiando y que somos nosotros los que podemos cambiarlo. Dejemos de creer en los hombres y en el poder de las armas y de las cadenas y creamos que más fuerte que la muerte y el mal es la vida y el bien. Y si la vida y el bien son más fuertes, entonces Cuba resucitará.
  • Si la resurrección de Cristo es el triunfo del verdadero hombre nuevo, entonces Cuba sanará el alma de la nación en la Isla y en la diáspora. Cuba podrá sanar el daño antropológico causado por el totalitarismo que ha convertido a los cubanos en “hombres viejos”, cansados, desilusionados, desarraigados, sin proyecto de vida. Creo que, así como podremos reconstruir económica, política y socialmente nuestra nación, también podremos alcanzar la sanación del daño antropológico, con tiempo, con una sistemática educación ética y cívica, con el cultivo del proyecto humanista de Varela y Martí, con la reconstrucción del tejido entrañable y fraterno de la nueva sociedad civil cubana.

Todo lo que ha sufrido Cuba terminará… y nuestra Patria se levantará de este sepulcro para resucitar a una vida nueva, próspera y feliz.

Una profecía para Cuba

Permítanme compartirles una profecía de Ezequiel 37, 1-14, que ha sido siempre una inspiración para mí. Creo firmemente que se cumplirá, hasta la última letra, también para mi amada Cuba:

“El Señor me sacó y me puso en medio de la vega, la cual estaba llena de huesos. Me hizo pasar por entre ellos en todas las direcciones. Los huesos eran muy numerosos por el suelo de la vega, y estaban completamente secos. Me dijo: «Hijo de hombre, ¿podrán vivir estos huesos?» Yo dije: «Señor, tú lo sabes.» Entonces me dijo: «Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: Huesos secos, escuchad la palabra del Señor. Así dice el Señor a estos huesos: He aquí que yo voy a hacer entrar el espíritu en vosotros, y viviréis. Os cubriré de nervios, haré crecer sobre vosotros la carne, os cubriré de piel, os infundiré espíritu y viviréis; y sabréis que yo soy el Señor.”

“Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras yo profetizaba se produjo un ruido. Hubo un estremecimiento, y los huesos se juntaron unos con otros. Miré y vi que estaban recubiertos de nervios, la carne salía y la piel se extendía por encima, pero no había espíritu en ellos. Él me dijo: «Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Dirás al espíritu: Así dice el Señor: Ven, espíritu, de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan.» Yo profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en ellos; revivieron y se incorporaron sobre sus pies: era un enorme, inmenso ejército. Entonces me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel.”

“Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros. Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor: He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel. Sabréis que yo soy Dios cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío. Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, Dios, lo digo y lo hago.”

¿Profetas del desaliento o profetas de la esperanza?

Tengo la fe y la esperanza de que Cuba resucitará si cada cubano, convencido de que la vida puede más que la muerte, comparte con otros cubanos que cuando habla para desalentar a sus compatriotas diciendo que esto es eterno, que esto no tiene remedio, que esto no hay quien lo cambie, no solo está contribuyendo a que se alargue la mañana de la libertad, sino que trabaja para el poder de las tinieblas. Quien desalienta trabaja para la muerte de Cuba. Quien cree que es imposible una nueva vida para Cuba, trabaja para cerrar la pesada piedra del sepulcro del inmovilismo.

Por el contrario, quienes creen que esto no será eterno y contagian esa visión, adelantan el amanecer de la resurrección de Cuba. Quienes, a pesar de la negrura de la situación, anuncian las primeras luces de la libertad, esos ponen los cimientos de la nueva República resucitada. Quienes buscan los signos de esperanza en el análisis objetivo de nuestra realidad y los señalan con el dedo como Juan Bautista, y los comparten como una buena noticia, como las mujeres en la mañana de la resurrección, esos ya son resucitados, esos han experimentado ya la vida nueva, esos han saboreado, por adelantado, el gozo inenarrable de la libertad, de la prosperidad, de la fraternidad, de la Cuba futura.

Pero no se trata de que estos sean privilegiados, ni de que sean iluminados. Estos testigos de Cuba resucitada no son más que gente sencilla en las que se cumplen aquellas palabras que Cristo dijo al incrédulo Santo Tomás: “Dichosos aquellos que han creído sin haber visto”. Estos profetas de la esperanza son aquellos que han mirado al Cristo que atravesaron y vieron salir la vida de su costado. Son aquellos que hoy ven el corazón de Cuba atravesado por esta terrible maldad, pero son los que también ven salir, del corazón crucificado de la Patria, un hilo de luz de amanecer.

Aferrarnos a ese hilo de luz de vida hoy nos conducirá, sin miedo, a la plenitud de la luz de la libertad.

¡Cuba resucitará!

¡Verdaderamente resucitará!

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

(Publicado originalmente en Centro de Estudios Convivencia).

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Dagoberto Valdés Hernández

Dagoberto Valdés.

(Pinar del Río, 1955). Ingeniero agrónomo. Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años. Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007. Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006. Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director. Premios: “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017. Reside en Pinar del Río.

 

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