Una semana después de las protestas desatadas en diferentes lugares de Cuba debido a la deficiente gestión gubernamental de la crisis económica, las autoridades cubanas prohibieron las procesiones de Semana Santa en La Habana y Granma, según denunciaron sacerdotes.
El párroco del Sagrado Corazón de Jesús, Léster Rafael Zayas, informó en un comunicado que el permiso solicitado para realizar la procesión del Santo Entierro por las calles del Vedado fue negado por las autoridades cubanas.
De acuerdo con el sacerdote cubano, esta peregrinación “se ha venido haciendo durante más de 11 años con excepción del tiempo de Pandemia y del año pasado que también fue negada, en el caso del año pasado por falta de personal para garantizar la seguridad”.
No obstante, Léster Rafael Zayas afirmó que en esta ocasión la respuesta negativa estuvo relacionada directamente con su persona, pues “por lo visto mis homilías incomodan o ponen nerviosos a algunos”.
En ese sentido, aclaró que “la solicitud de la procesión no es una iniciativa del párroco, es fruto del deseo de la feligresía y por tanto del pueblo que quiere manifestar públicamente su fe”, por lo que consideró que “negarla como castigo a un párroco es además de absurdo, una violación de la libertad religiosa”.
Mientras tanto, en la provincia de Granma, un sacerdote que prefirió mantener el anonimato dijo a 14yMedio que tampoco fueron permitidas las procesiones de Semana Santa en la diócesis de Bayamo-Manzanillo.
De acuerdo con el sacerdote, la razón de la prohibición está relacionada con que “el Gobierno no quiere gente en la calle por miedo a posibles manifestaciones. Eso nos ha puesto en obligación de dejar de hacer algo que llevamos haciendo año tras año. El año pasado hubo procesiones y todo se hizo con la paz de Dios”.
El religioso recordó que las procesiones de Semana Santa son tradición en muchos lugares de Cuba, aunque "se han realizado años sí años no, en dependencia de como ande el Gobierno".
“Estamos muy disgustados por esa decisión, la fe no tiene nada que ver con la política y no debería mezclarse”, reclamó el sacerdote cubano y añadió que, si “tienen miedo de las manifestaciones, ese debería ser su problema. Pero es más fácil prohibir que resolver los problemas del pueblo”.
Todo apunta a que las autoridades cubanas quieren evitar los actos públicos y aglomeraciones por temor a que estallen protestas debido al clima de inconformidad ciudadana con un gobierno dictatorial que no ofrece espacios a las personas que se le oponen.