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Opinión | Que la desesperación no lleve a la violencia, sino al cambio en paz

"Si un régimen desconoce los límites, humanos y sociales, pone al país al borde del precipicio."

Vidrieras de una tienda abandonada y sucia en Cuba.
Vidrieras de una tienda abandonada y sucia en Cuba. | Imagen: Alina Sardiñas

La desesperación que está provocando la actual crisis general que sufrimos los cubanos, debido a la poca funcionalidad del sistema, puede provocar graves consecuencias, a la postre incontrolables, o pudieran desembocar en la violencia.

Las causas de la violencia interna en un país pueden ser muchas y de diversos tipos, pero cuando se van acumulando esas causas, cuando se va acumulando la percepción de que no podemos esperar soluciones haciendo lo mismo e impidiendo a toda costa el cambio, cuando todo intento de interpelar a la autoridad es considerado como venido de un enemigo externo, como una sedición, como un delito contra la seguridad del Estado y no como el ejercicio de todos los ciudadanos a protagonizar el derecho a la crítica constructiva, a la propuesta, y a ser parte de la solución, entonces los ciudadanos vamos perdiendo la paciencia, la esperanza y la poca credibilidad que todavía podría tener el poder que decide.

La paciencia tiene un límite. La opresión tiene un límite. La resistencia tiene un límite. Ignorar los límites que tenemos todos los seres humanos para aguantar la miseria, el dolor, la opresión y las injusticias, es una gravísima responsabilidad de los que ostentan el poder.

Si un régimen desconoce los límites, humanos y sociales, pone al país al borde del precipicio. Si los que ostentan la responsabilidad del poder se aferran al inmovilismo para no cambiar nada o para aparentar cambios fraudes para jugar con la paciencia de su pueblo, se arriesgan a crear las condiciones para que se desate la violencia.

Digámoslo claramente, con la intención de llamar a la reflexión y a la solución de la crisis:

  • Aunque la propaganda oficial se inunde con mensajes de resistencia, la paciencia de los pueblos tiene siempre un límite. Cuba no es la excepción.
  • Aunque se jure y perjure que en Cuba se busca la paz, se negocia la paz, se pertenece a una zona de paz, y mientras se está haciendo todo lo contrario, jugando a la guerra y a las confrontaciones geopolíticas, se está empujando el país a la violencia.
  • Aunque se diga que nadie quedará desamparado, mientras todos, o casi todos, estemos siendo llevados a los peores niveles de pobreza que se han registrado en el país y, por supuesto, los de mayor alcance y calado, debemos saber que vivir en la miseria tiene un límite y provoca desesperación, y esta engendra a la violencia.
  • Mientras más aumente la represión psicológica, más desestabilización personal y peor reacción tendrán los reprimidos injustamente.
  • Mientras más violencia mediática suframos, mientras haya más “fusilamientos virtuales” y más se desprestigien unos cubanos contra cubanos, mayor será la división, la quiebra de la tranquilidad ciudadana y el peligro de un estallido de violencia.
  • Mientras más represión física, más presos políticos, más crímenes comunes y más se oculte todo esto, mayor será la desesperación de la gente y menor la probabilidad de aguantar o disminuir la violencia.
  • Mientras más se intente hacer un cambio fraude, y mientras más se ejercite el “gatopardismo”, simulando cambiar todo para no cambiar nada de la esencia misma del sistema, o repartiendo el país como una “piñata” a los que se ganen ser parte de una autocracia excluyente, mayor será el peligro de la venganza, de la violencia y del odio.
  • Mientras el régimen siga alineándose al lado de invasores y de violentos, y haciendo alianzas con los indeseables del mundo, los que han tomado estas decisiones serán los responsables de cualquier consecuencia diplomática, política y, Dios no quiera, que violenta, que emane de jugar a la geoestrategia teniendo a un país sumido en la mayor de sus crisis existenciales y sistémicas.

Los pronósticos no se pueden ocultar, ni disfrazar, ni manipular mediáticamente: son los peores y los más preocupantes, tanto en el plano interno como en la arena internacional.

Propuestas

  1. Todos los cubanos, pero especialmente los que ostentan el poder, debemos parar esta espiral de violencia y desesperanza. Es cada vez más urgente tomar la decisión de devolver la soberanía al pueblo cubano, la soberanía ciudadana, para tomar parte de las decisiones más profundas, para cambiar sustancialmente, para decidir responsablemente a qué naciones nos aliamos y para salirnos de las aventuras violentas en que Cuba no debe estar nunca.
  2. Es hora de actuar y de tomar decisiones antes de llegar a los límites de resistencia del pueblo cubano y antes que las relaciones internacionales lleguen al límite de lo tolerable.
  3. La solución no es más represión o más presos políticos. Todos sabemos que mientras más represión y prisión haya, más débil se vuelve la estructura de poder, más se desprestigia internacionalmente y más se provoca la reacción violenta de nuestro pueblo. Y nada de eso queremos la inmensa mayoría de los cubanos.

Que la crisis nos lleve al cambio y a la vida nueva y no a la violencia y a la muerte. Cuba merece que la salvemos entre todos ya.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

(Publicado originalmente en Centro de Estudios Convivencia).

Dagoberto Valdés Hernández

Dagoberto Valdés.

(Pinar del Río, 1955). Ingeniero agrónomo. Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años. Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007. Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006. Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director. Premios: “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017. Reside en Pinar del Río.

 

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