ÍNDICE
- Origen del Servicio Militar Obligatorio en Cuba
- Las guerras africanas
- Reclutamiento de menores
- Autolesiones como método de "escape"
- Suicidios en el Servicio Militar
- El Ejército Juvenil del Trabajo
- Carne de cañón
- El Servicio Militar y la represión política
- La rebelión de los padres
- El Servicio Militar en la literatura y el cine cubanos
- Datos poco conocidos sobre el Servicio Militar en Cuba
- Impacto en la vida cotidiana
- Una institución anacrónica que sobrevive por la fuerza
- FAQ: Preguntas frecuentes sobre el Servicio Militar en Cuba
Cada año, miles de familias cubanas viven el mismo ritual de angustia: ver cómo sus hijos, algunos apenas adolescentes, son reclutados para el Servicio Militar Obligatorio (SMO). Desde su creación a partir de la promulgación de la Ley 1129, del 26 de noviembre de 1963, por el gobierno de Fidel Castro, esta institución se ha convertido en uno de los pilares más sólidos del control social en Cuba, afectando la vida de millones de jóvenes durante más de seis décadas.
El SMO no es simplemente una obligación patriótica, como pretende presentarlo la propaganda oficial del régimen. Es una herramienta multifacética de dominación que ha enviado a jóvenes inexpertos a guerras en continentes lejanos, los convierte en mano de obra forzada, los ha utilizado como escudos humanos en emergencias nacionales y funciona como mecanismo de represión política contra familias disidentes. Las cifras oficiales rara vez reflejan el verdadero costo humano: suicidios, muertes en combate ocultadas, autolesiones desesperadas y traumas psicológicos que marcan a generaciones enteras.
Origen del Servicio Militar Obligatorio en Cuba
La Ley del Servicio Militar Obligatorio fue aprobada en pleno contexto de la Guerra Fría y apenas un año después de la Crisis de los Misiles de octubre de 1962. El gobierno cubano justificó la medida como una necesidad de la defensa nacional ante la amenaza de una presunta invasión militar estadounidense, argumento que se apoyaba en el reciente fracaso de Bahía de Cochinos (Playa Girón) en abril de 1961.
Sin embargo, los años demostraron que el SMO cumplía funciones que trascendían la defensa territorial. Como señala el historiador cubano exiliado Rafael Rojas en su obra La máquina del olvido (Editorial Taurus, 2012):
El Servicio Militar Obligatorio se convirtió en una institución de adoctrinamiento ideológico y control social sin precedentes en América Latina. A través de él, el régimen garantizaba que cada joven varón cubano pasara por un proceso de reeducación revolucionaria bajo condiciones de estricta disciplina militar.
La ley estableció inicialmente un período de servicio de tres años para todos los varones entre 16 y 45 años, aunque posteriormente se redujo a dos años. Cuba se convirtió así, junto con Corea del Norte, en uno de los pocos países del mundo que recluta menores de edad para el servicio militar, práctica que ha generado repetidas condenas de organismos internacionales de derechos humanos.
Según datos del Centro de Estudios Legales de Estados Unidos (CEELI) publicados en 2019, Cuba mantiene una de las tasas de militarización juvenil más altas del mundo, con aproximadamente 50 000 nuevos reclutas anuales.
Las guerras africanas
Uno de los capítulos más oscuros del SMO cubano fue el envío masivo de jóvenes a combatir en África, particularmente en Angola, entre 1975 y 1991. La intervención militar cubana en la guerra civil angolana, conocida en términos estatégicos como la Operación Carlota, involucró a más de 300 000 soldados cubanos durante los 16 años de conflicto.
El periodista y escritor Rafael del Pino, ex general de la Fuerza Aérea Cubana que desertó en 1987, reveló en su libro Proa a la libertad (Planeta, 1990) detalles estremecedores sobre esta guerra:
Miles de jóvenes de 18 y 19 años fueron enviados a combatir en selvas africanas sin preparación adecuada, con equipamiento deficiente y sin comprender realmente por qué estaban allí. No luchaban por Cuba, sino por los intereses geopolíticos de la Unión Soviética en África.
Las cifras oficiales del gobierno cubano admiten 2 077 muertos en la guerra de Angola, pero investigaciones independientes sugieren que la cifra real podría superar los 10 000 fallecidos, incluyendo muertos en combate, por enfermedades tropicales y por suicidio. El investigador Norberto Fuentes, en su obra Dulces guerreros cubanos (Seix Barral, 1999), documentó casos de soldados que desarrollaron malaria, esquistosomiasis y otras enfermedades que el sistema de salud militar cubano no estaba preparado para tratar.
Además de Angola, tropas cubanas participaron en conflictos en Etiopía, Mozambique, Guinea-Bissau y otros países africanos. El costo psicológico para los sobrevivientes ha sido devastador: según el testimonio de Dariel Alarcón Ramírez (alias "Benigno"), ex guerrillero cubano que combatió junto al Che Guevara, publicado en su libro Memorias de un soldado cubano (Tusquets, 1997):
Los que regresamos de África volvimos con los ojos muertos. Habíamos visto y hecho cosas que ningún ser humano debería experimentar. El régimen nos recibió como héroes, pero nos trató como amenazas potenciales, siempre vigilándonos, temiendo que contáramos la verdad.
Reclutamiento de menores
Según la Ley 75 de la Defensa Nacional del 21 de diciembre de 1994, los jóvenes cubanos deben registrarse a partir de los 16 años y pueden incluso ser movilizados antes de cumplir la mayoría de edad. Esta práctica ha sido repetidamente condenada por organizaciones internacionales. El informe anual de 2023 del Secretario General de Naciones Unidas sobre niños y conflictos armados menciona a Cuba como uno de los países preocupantes en esta materia. Human Rights Watch, en su informe de 2024 sobre Cuba, señala:
El reclutamiento de menores para el servicio militar en Cuba viola el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en conflictos armados, del cual Cuba es Estado parte desde 2007. A pesar de sus compromisos internacionales, el régimen continúa movilizando a jóvenes de 16 y 17 años.
El proceso de reclutamiento comienza con la inscripción obligatoria en el Comité Militar, entidad dependiente del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR). Los jóvenes que intentan evadir esta inscripción enfrentan penas de prisión de hasta cinco años, según el Código Penal cubano vigente, aprobado en julio de 2023.
El artículo 41 del capítulo "Delitos contra el cumplimiento de las obligaciones del servicio militar" establece que: “quien, con la intención de evadir definitivamente el servicio militar, abandone la unidad o lugar donde preste el servicio, o deje de presentarse cuando deba hacerlo, incurre en sanción de privación de libertad de dos a cinco años”. El punto dos del mismo artículo agrega: “En igual sanción incurre el que realice otros actos que evidencien la intención de evadir definitivamente el servicio militar”.
El artículo 44 impone además una sanción de privación de libertad de seis meses a dos años a “quien, para evadir el cumplimiento de sus obligaciones con el servicio militar, se autolesione, intencionalmente contraiga cualquier enfermedad, falsifique documento médico o utilice otro engaño o artificio”.
Testimonios de ex reclutas describen condiciones extremas desde el primer día. El escritor Hermes Entenza, en la sergunda entrega de la serie de crónicas sobre su experiencia en el Servicio Militar Obligatorio en la década de 1970, titulada Pan de piedra, que publicó en nuestra revista, cuenta:
Estuve tres meses en la unidad militar de Matanzas fungiendo como cuartelero. Me negaron los pases porque yo estaba en un limbo militar. Allí pude ver, con los ojos descansados por haber salido de las marchas de 6 horas, la verdadera vida de un guardia "7 pesos", y su soledad existencial frente a un mundo lleno de improperios, consignas y peligro latente de ser levantado de madrugada con destino a la balacera en Angola. Pude ver a un muchacho campeón nacional de natación antes de ser reclutado, traicionado por los nervios debido a que lo pelaron al coco días antes de un supuesto viaje al extranjero para representar a Cuba; viaje que le fue negado por estar cumpliendo el SMO, y por temor a que el chico desertara. Lo llevaron al hospital psiquiátrico por atentar contra su vida par de veces, y nunca más supimos de él.
El periodista cubano independiente Abraham Jiménez Enoa, rememora sus experiencias en el SMO en su artículo Vidas truncadas por el servicio miliar en Cuba, publicado por el Semanario Gatopardo:
Cada dos días teníamos que hacer turnos de guardia para cubrir 24 horas. En esa jornada a cada uno nos tocaban tres turnos de tres horas. Los más duros eran los de la madrugada. Costaba trabajo levantar al siguiente compañero para que te relevase. La madrugada está hecha para la fiesta, para dormir, para escribir, pero no para cargar un arma durante horas solo por si acaso alguien intenta entrar a una unidad militar. Por eso, mientras descansábamos, hacíamos lo posible para robarnos algunos minutos de sueño unos a otros. Un minuto era la gloria, así que el que estaba de guardia tenía que ponerse duro con el relevo.
Autolesiones como método de "escape"
La presión psicológica y las condiciones inhumanas del SMO han llevado a muchos jóvenes a infringirse autolesiones extremas como única vía de escape. Este fenómeno, documentado desde los años setenta, se ha transmitido de generación en generación como una especie de "manual de supervivencia" macabro.
Las prácticas más comunes incluyen la ingestión de objetos metálicos (cuchillas, tornillos, alambres), la automutilación de dedos o extremidades, la provocación de hernias inguinales severas y el consumo de sustancias tóxicas para simular enfermedades crónicas. El escritor cubano Ángel Santiesteban-Prats, en su libro de cuentos Los hijos que nadie quiso (Letras Cubanas, 2001), prohibido posteriormente en Cuba, narra historias basadas en testimonios reales:
Conocí a un muchacho que se cortó tres dedos con un machete para no ir al servicio. Lo enviaron igual, con la mano vendada. Conocí a otro que se tragó veinte cuchillas de afeitar. Sobrevivió, pero quedó marcado internamente para siempre. El régimen no perdona: si te mutilan, te llevan mutilado.
Cubalex recogió en 2022 el testimonio de José Luis Escalona Suárez, quien en el siguiente video expresa sus experiencias:
El el artículo “El peor año de mi vida”: seis testimonios del servicio militar en Cuba, publicado en junio de 2022 por la periodista Claudia Padrón Cueto en el medio CubaNet, el joven identificado como Alain ofrece la más cruda de las experiencias compiladas. Habla de abusos, desesperación y el intento de suicidio:
Aguanté casi dos años sin autolesionarme hasta que tres meses antes de cumplir y que me dieran la baja tuve un problema con un oficial. Él fue quien me agredió y tiró el primer golpe. Yo sabía defensa personal y boxeo, y me defendí. Al oficial lo castigaron quitándole una jaba de estímulo. A mí me mandaron para la prisión militar, con un delito. Me pedían de uno a tres años más. Ya tenía casi dos años de servicio cumplidos y estaba desesperado por irme, pero todo apuntaba a que me quedaría más tiempo. La prisión militar fue dura. Literalmente estaba preso, pero con el extra de que allí todo el tiempo era marchando y trabajando, sin descanso, con visita cada 45 días. No podía aguantarlo, así que me planté seis días en huelga de hambre. Quisieron ponerme sonda y no me dejé. Mi papá se puso muy flaco conmigo preso. Mi mamá fue para que yo comiera, pero estaba decidido a hacer lo necesario para irme. También me tragué seis cuchillas, envueltas en hilo para que no me cortaran. Me arriesgué. Tenía miedo, pero me asustaba más quedarme allí. No podía más. Necesitaba que me sacaran de allí y en la placa se vieron las cuchillas que me tragué. Eso junto a mi huelga de hambre llevó a que me dieran la baja y no me sancionaran más tiempo.
Estas prácticas reflejan un nivel de desesperación que contradice cualquier narrativa oficial sobre el patriotismo y el honor del servicio militar. Son el testimonio silencioso de una generación que prefiere la mutilación física antes que someterse a dos años de abuso institucionalizado.
Suicidios en el Servicio Militar
El suicidio representa el más alto costo humano del Servicio Militar Obligatorio, aunque el régimen cubano oculta sistemáticamente las cifras reales. Según estimaciones de organizaciones de derechos humanos como el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), con sede en Madrid, entre 10 y 15 jóvenes se suicidan anualmente durante el SMO.
Como se aprecia en el anterior video, el maltrato físico y verbal constante, más a falta de apoyo psicológico, el aislamiento de las familias y las condiciones de vida infrahumanas crean un cóctel letal para la salud mental de los reclutas. Los métodos más comunes incluyen el ahorcamiento en las barracas, el uso de armas de servicio y saltos desde estructuras elevadas. Las familias rara vez reciben explicaciones satisfactorias, y los casos se clasifican oficialmente como "accidentes" o simplemente desaparecen de los registros.
El caso de Maikol Arcia Hernández, un joven que se suicidó en la unidad militar 6244, pertenciente a San José de las Lajas, Mayabeque, el 26 de mayo de 2023, fue documentado por CubaNet. Su abuelo, julio César Correa declaró:
Mi nieto Maikol se quitó la vida en el horario comprendido de la 6:00 pm, en el servicio obligatorio de este país. Quiero aclarar que mi nieto tenía problemas mentales, lo cual nunca se valoró. Hace tres meses me comentó que se iba a quitar la vida de un tiro, hablé profundamente con él, al tercer día le hago saber al capitán Yordany está preocupación mía, como padre de familia, el cual me manifestó que eso era malcriadez.
El 12 de junio de 2024, el joven Leandro Muñoz Zamora, de 20 años, se lanzó por la ventanilla de un ómnibus de trabajadores de la construcción en la provincia de Villa Clara para "escapar" radicalmente del servicio militar. El 18 de agosto de 2025, el joven Antonio Rassi Roque, de 18 años, se disparó mientras pasaba el Servicio Militar en la Unidad Militar "El Calvario", en La Habana. El padre de un recluta de la misma unidad, refirió al medio CubaNet:
La última semana Antonio no se bañaba. Le requerían, pero andaba mal oliente. Era notable que se estaba descomponiendo su salud mental. Nadie observa esto y muchos chicos hacen rechazo enorme al Servicio Militar Obligatorio. Y lo peor, le dan un arma sin estar apto ni analizar su situación psicológica.
El referido medio publicó en agosto de 2023 una base de datos sobre las más recientes muertes de jóvenes en el Servicio Militar Obligatorio, nutrida con reportes de redes sociales, medios de prensa independientes y denuncias ciudadanas. Los decesos sumaron entonces 31, una pequeña porción de una realidad inconmensurable por el secretismo extremo de las FAR, que no emite comunicados oficiales sobre estos hechos, ni permite que expertos cubano o internacionales inspeccionen sus registros.
El Ejército Juvenil del Trabajo
En 1973, el régimen cubano creó el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), oficialmente descrito como una organización que combinaba el servicio militar con trabajo productivo en el sector agrícola. En la práctica, el EJT se convirtió en un sistema de trabajo forzado que utilizaba a jóvenes como mano de obra gratuita en plantaciones de caña de azúcar, cítricos y otros cultivos.
Los jóvenes del EJT trabajaban jornadas de 10 a 12 horas diarias bajo el sol tropical, sin equipamiento adecuado, con alimentación deficiente. El escritor Carlos Alberto Montaner, en su ensayo Viaje al corazón de Cuba (Plaza & Janés, 1999), describe:
El Ejército Juvenil del Trabajo fue una de las instituciones más crueles del castrismo. Tomaba a muchachos de familias pobres, sin conexiones políticas, y los convertía en esclavos agrícolas durante años. Los hijos de los dirigentes, por supuesto, nunca pasaban por el EJT.
Esta última observación revela una de las hipocresías más evidentes del sistema: mientras los jóvenes de familias humildes eran enviados al EJT o a unidades militares de alto riesgo, los hijos de la élite política cubana rara vez cumplían el servicio militar, o lo hacían en condiciones privilegiadas.
Carne de cañón
El uso de reclutas del SMO en situaciones de emergencia ha resultado en múltiples tragedias que el gobierno cubano ha intentado ocultar. Dos casos recientes ilustran esta práctica criminal.
El 5 de agosto de 2022, un rayo impactó un tanque de petróleo crudo en la Base de Supertanqueros de Matanzas, desencadenando uno de los peores desastres industriales de la historia de Cuba. El fuego se propagó a otros tanques, generando explosiones masivas y un incendio que duró cinco días. Entre las víctimas fatales se contaron Leo Alejandro Doval Pérez de Prado, de 19 años, que apenas hacía 4 meses que cumplía el SMO en el aeropuerto de Varadero, y Adriano Rodríguez Gutiérrez, de la misma edad. Según informó la Agencia EFE:
Ambos estaban destacados en el comando del aeropuerto de Varadero y no tenían experiencia en incendios industriales, un tipo de fuego para los que los expertos recomiendan personal con formación específica y continuada. Había otros dos jóvenes en situación similar: Michel Rodríguez Román, de 20 años, y Fabián Naranjo Núñez, de 21. Ambos estaban destacados en comandos de bomberos y no llegaban a los dos años en el Servicio Militar.
Fueron víctimas de la inhumanidad y la negligencia de oficiales para los que las vidas de estos jóvenes no valen nada. Un experto antiincendios de la empresa mexicana Pemex declaró a EFE que los procedimientos seguidos por los jefes de los reclutas fueron los peores: "Veinte metros es una imprudencia, en especial con un tanque de esas dimensiones" y detalló que "el equipo que tenían era, sinceramente, pobre. Eso es un abuso".
El 7 de mayo de 2022, una explosión devastó el almacén militar de Melones, en la provincia de Holguín, en la zona oriental de Cuba. Las causas oficiales nunca fueron completamente aclaradas, aunque se especuló con un accidente durante el manejo de municiones o combustible. El accidente provoó la evacuación de más de 1 200 habitantes de la comunidad La Púa, ubicad a 30 kilómetros del lugar, y se protegieron a otras 361 personas residentes en las cercanías.
La explosión ocurrió en horario diurno, cuando decenas de reclutas trabajaban en el almacén. Entre las trece víctimas reportadas por el MINFAR, se encontraban nueve jóvenes que pasaban el SMO en la unidad: Leinier Jorge Sánchez Franco, Frank Antonio Hidalgo Almaguer, Liander José García Oliva, Yunior Hernández Rojas, Rayme Rojas Rojas, Carlos Alejandro Acosta Silva, Brian Lázaro Rojas Long, José Carlos Guerrero García y Héctor Adrián Batista Zayas. El régimen impuso un estricto silencio informativo y amenazó a las familias con represalias si hablaban con la prensa independiente o internacional.
A pesar de las amenazas, Gretel María Franco, madre de Leinier Jorge Sánchez Franco, rechazó públicamente asistir al homenaje militar póstumo que las FAR organizaron para "honrar" a los muertos:
Yo no fui porque esas cosas las hacen obligadas aquí. Ridículo, eso es un circo, eso fue un circo porque yo no quería fotos de mi niño allí. Yo dije que no quería fotos de mi niño allí porque mi niño no estaba allí.
Estos casos demuestran cómo el SMO convierte a jóvenes en recursos desechables, utilizados en las situaciones más peligrosas sin protección adecuada y sin que sus familias puedan exigir rendición de cuentas.
El Servicio Militar y la represión política
El Servicio Militar Obligatorio ha sido instrumentalizado como mecanismo de castigo y control contra familias disidentes y opositoras al régimen. Las tácticas incluyen el envío de hijos de opositores a unidades militares remotas y peligrosas, la negación de licencias para visitar a familias y el uso de amenazas de movilización militar como forma de chantaje político.
Durante las protestas del 11 de julio de 2021 (11J), cuando miles de cubanos salieron a las calles exigiendo libertad y cambios políticos, muchos reclutas del SMO fueron movilizados para reprimir las manifestaciones. El régimen reunió a todas su fuerzas militares, policiales y civiles leales para reprimir violentamente a los manifestantes pacíficos, luego que el presidente Miguel Díaz-Canel autorizara, en una brutal e histórica decisión, el uso de la fuerza para la presenta defensa de la revolución.
En días previos al estallido, los medios independientes y las redes sociales alertaron sobre una apresurada campaña de reclutamiento de jóvenes. El escritor y periodista Jorge Enrique Rodríguez, alertó una semana antes:
Los reclutamientos de los jóvenes que estaban ya próximos a ser llamados por el Servicio Militar se estaban sucediendo aquí en La Habana a raíz de que ya se le estaba quedando corto al régimen enganchar a los miembros del Partido y de las reservas de cuadros para integrar las turbas de respuesta rápida que no son más que brigadas paramilitares.
Rodríguez recogió para el medio Diario de Cuba opiniones de ciudadanos cubanos opuestos a estas tácticas oficiales de reclutamiento relámpago para engrosar sus fuerzas represivas. Madres como Iraida Duarte, vecina del municipio habanero Cerro, declaró:
Qué casualidad que en medio de las protestas masivas estén apurados por reclutar a nuestros hijos para el Servicio Militar. No me permitiré entregar a mi hijo para que me lo pongan a repartir golpes contra sus propios amigos del barrio.
Desde otras regiones de la isla llegaron reportes semejantes. El medio Martí Noticias informó el 15 de julio de 2021 sobre reclutamientos masivos en Pinar del Río y Sancti Spíritus, acorde alertas de ciudadanos como el campesino Estaben Ajete:
Aquí en San Diego los Baños, municipio pinareño Los Palacios, se han llevado un grupo de adolescentes que todavía no habían pasado el Servicio Militar, las madres en este momento no saben a dónde los tienen. Se sospecha que estos jóvenes los llevaron para reprimir al pueblo .
Katia Hernández Torres, una madre cubana residente de la misma localidad, alertó que estaban reclutando a jóvenes de entre 28 y 30 años de edad, y clamó. “Las madres cubanas necesitamos ayuda internacional para que el ejército no se lleve a nuestros hijos”.
En la red social X, el usuario Esdanin también informó que “en Cabaiguán, Sancti Spíritus, están llamando a mis amigos que terminaron el servicio en el 2020 porque son ‘reservas de las FAR’. Los tienen a todos en el comité militar esperando a ver si hay alguna manifestación para movilizarlos, dicen que van a llevarlos para Trinidad”.
La rebelión de los padres
Frente a décadas de silencio forzado, algunos padres cubanos han comenzado a organizarse y denunciar públicamente los abusos del SMO. Una de las voces más prominentes es el matancero Alfredo González, padre de Annier González Alonso, joven de 18 años que en 2021 optó por suicidarse ante los abusos de los militares.
Cuando en mayo de 2022, Díaz-Canel lamentó en X las muertes de jóvenes estadounidenses en una escuela del estado de Texas, González le reclamó directamente por la muerte de su hijo y de tantos otros en el SMO. Escribió en su perfil de Facebook:
Miren lo que comenta nuestro presidente. ¿Cómo es que le dieron un fusil a mi hijo para hacer guardia en la prisión Combinado del Sur en Matanzas sin ninguna preparación básica? Ni para cumplir con esa responsabilidad, ni lo conocían y después de su muerte a nadie le importó por qué sucedió.
Alfredo González creó la página de Facebook No más víctimas en el servicio militar en Cuba, que ha documentado decenas de casos de abusos, muertes y maltratos a jóvenes reclutas. El trabajo de González y otros activistas ha permitido documentar al menos 50 muertes de jóvenes durante el SMO entre 2020 y 2025, cifra que probablemente representa solo una fracción del total real. Entre julio y agosto de 2025, se reportaron al menos siete muertes de reclutas, según información recopilada por organizaciones independientes.
El 21 de julio de 2025, González fue detenido durante más de 30 horas por las fuerzas represivas del régimen, y liberado con una "medida cautelar". La respuesta del régimen ha sido la misma siempre: amenazas, hostigamiento policial y censura de las redes sociales donde estos padres publican sus denuncias. Sin embargo, el movimiento continúa creciendo, alimentado por el dolor de familias que se niegan a que la muerte de sus hijos quede en el olvido.
El Servicio Militar en la literatura y el cine cubanos
El Servicio Militar Obligatorio ha dejado una huella profunda en la cultura cubana, particularmente en la literatura testimonial y el cine independiente producido en el exilio.
La novela Los hijos que nadie quiso (2001) de Ángel Santiesteban-Prats, aunque posteriormente censurada en Cuba, sigue siendo una de las obras más crudas sobre el SMO. El libro recopila cuentos basados en experiencias reales de jóvenes durante el servicio militar y las guerras africanas.
Otro testimonio literario importante es Boarding Home (2007) de Guillermo Rosales, escritor cubano exiliado que sirvió en Angola. Aunque la novela no trata directamente de la guerra, el trauma del autor se refleja en toda su obra posterior. El poeta y ensayista Heberto Padilla, en su poemario Fuera del juego (1968), que le valió persecución y prisión, incluye versos que aluden críticamente a la militarización de la sociedad cubana.
El documental Patria o Muerte: Cuba, Fatherland or Death (2016), dirigido por la artista francesa Olatz López-Garmendia, incluye testimonios de ex soldados cubanos que combatieron en Angola y describe el impacto psicológico del Servicio Militar Obligatorio. En el cine independiente destacan películas como los documentales documental El año en que no hubo año (Fernando Almeida, 2017), Las muertes de Arístides (Lázaro Lemus, 2019) y El matadero (Fernando Fragela, 2021), y el cortometraje de ficción Patria blanca (Leandro de la Rosa, 2015), que exploran diversas aristas morales y éticas del SMO, sus muertes prematuras e innecesarias, el desarraigo, la soledad y los traumas que provoca en sus reclutas.
Datos poco conocidos sobre el Servicio Militar en Cuba
El Servicio Militar Voluntario Femenino: Aunque oficialmente el servicio es obligatorio solo para varones, Cuba tiene un programa de Servicio Militar Voluntario Femenino (SMVF) desde 1966. Sin embargo, en la práctica, muchas jóvenes han denunciado que el "voluntariado" es presionado por organizaciones estudiantiles del régimen, particularmente en la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM).
En 2024 corrieron fuertes rumores de que las jóvenes que desearan ingresar a la carrera de Periodismo tendrían que pasar el servicio militar como requisito obligatorio. Desde hace décadas, las aspirantes a la carrera de Relaciones Internacionales deben pasar varios meses de servicio militar en la frontera de la Base Naval de Guantánamo antes de comenzar estudios.
Las "comisiones médicas" como negocio clandestino: La desesperación por evitar el SMO ha creado un mercado negro de certificados médicos falsos. Doctores corruptos cobran entre 500.00 y 2 000.00 dólares por emitir diagnósticos que eximan del servicio. Sin embargo, los jóvenes que recurren a esta vía arriesgan cargos de fraude y conspiración contra la seguridad del Estado.
El caso de los "guardafronteras": Los reclutas asignados a las tropas guardafronteras (que patrullan las costas para evitar salidas ilegales) enfrentan un dilema moral único: deben impedir que otros cubanos escapen del país, bajo amenaza de prisión si fallan.
Impacto en la vida cotidiana
El SMO no afecta solo a los jóvenes reclutados, sino a familias enteras que viven en constante preocupación durante los dos años de servicio. La falta de comunicación regular, los rumores de accidentes y maltratos, y la imposibilidad de visitar libremente a los hijos crean un estado de ansiedad permanente.
Muchas familias dedican recursos económicos significativos para enviar paquetes de comida, ropa y artículos de higiene a sus hijos, ya que el suministro militar es notoriamente deficiente. Este "impuesto familiar" no oficial representa una carga económica considerable para familias que ya viven en la pobreza. La emigración masiva de jóvenes cubanos antes de alcanzar la edad de reclutamiento ha sido un fenómeno creciente en la última década. Muchos, jóvenes varones huyen específicamente para evitar el SMO.
Una institución anacrónica que sobrevive por la fuerza
Después de más de seis décadas, el Servicio Militar Obligatorio en Cuba permanece como una de las instituciones más brutales y anacrónicas del régimen. Lo que comenzó en 1963 como supuesta medida de Defensa nacional se ha revelado como un sistema multifuncional de control social, explotación laboral, represión política y adoctrinamiento ideológico.
Las cifras y testimonios documentados apenas rasguñan la superficie de una tragedia que ha marcado la vida de millones de cubanos. Desde los jóvenes enviados a morir en guerras africanas ajenas, hasta aquellos que se automutilan desesperadamente para escapar del servicio, pasando por los suicidios silenciados y las muertes en "accidentes" nunca investigados, el costo humano del SMO es incalculable.
El silencio que durante décadas protegió esta institución comienza a resquebrajarse gracias al valor de padres como Alfredo González y otros que se niegan a que la muerte de sus hijos quede en el olvido. La emigración masiva de jóvenes que huyen específicamente para evitar el servicio militar es otro testimonio silencioso de una generación que rechaza ser carne de cañón para un régimen que no representa sus aspiraciones.
Mientras el SMO continúe existiendo en Cuba, seguirá siendo un recordatorio brutal de que el régimen comunista considera a sus jóvenes no como ciudadanos con derechos, sino como recursos prescindibles al servicio de su perpetuación en el poder.
FAQ: Preguntas frecuentes sobre el Servicio Militar en Cuba
¿Qué edad tienen los reclutas del Servicio Militar Obligatorio en Cuba?
Los jóvenes cubanos deben registrarse para el SMO a partir de los 16 años. La movilización activa generalmente ocurre entre los 17 y 28 años, con la mayoría de reclutas siendo llamados entre los 18 y 20 años. Cuba es uno de los pocos países del mundo que recluta menores de 18 años, práctica condenada por organismos internacionales de derechos humanos como violación del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño. El período de servicio es de dos años, aunque históricamente fue de tres años entre 1963 y principios de los años noventa.
¿Cuántos cubanos murieron en las guerras africanas durante el Servicio Militar Obligatorio?
Las cifras oficiales del gobierno cubano reconocen 2 077 muertos en la guerra de Angola (1975-1991), pero investigaciones independientes sugieren que el número real podría superar los 10 000 fallecidos si se incluyen muertos en combate en otros países africanos, fallecidos por enfermedades tropicales, suicidios y aquellos cuyos cuerpos nunca fueron repatriados. El historiador Piero Gleijeses, en su obra Misiones en conflicto: La Habana, Washington y África 1959-1976 (University of North Carolina Press, 2002), estima que las cifras reales podrían ser entre tres y cinco veces superiores a las oficialmente reconocidas. Además de los muertos, decenas de miles de veteranos regresaron con traumas psicológicos, enfermedades crónicas y discapacidades físicas permanentes.
¿Qué consecuencias enfrenta alguien que se niega a cumplir el Servicio Militar Obligatorio en Cuba?
Negarse a cumplir el Servicio Militar Obligatorio en Cuba constituye un delito grave según el Código Penal, con penas que pueden alcanzar los cinco años de prisión. Las consecuencias incluyen antecedentes penales permanentes que imposibilitan el acceso a educación universitaria, empleos estatales y la obtención de pasaporte para viajar al exterior. Además, las familias de quienes evaden el servicio pueden enfrentar represalias como pérdida de empleos estatales, negación de servicios y hostigamiento policial. Los jóvenes que intentan emigrar ilegalmente sin haber cumplido el SMO enfrentan prohibición de salida del país de por vida si son capturados. Esta legislación draconiana ha forzado a miles de jóvenes a emprender travesías peligrosas en balsas o a través de rutas migratorias terrestres para escapar del país antes de ser reclutados.
¿Existen movimientos o protestas contra el Servicio Militar Obligatorio dentro de Cuba?
Aunque la represión dificulta la organización abierta, en los últimos años ha surgido un movimiento creciente de padres y familiares de víctimas del SMO que denuncian públicamente los abusos. Destacan iniciativas como la página de Facebook No más víctimas en el servicio militar en Cuba, creada por Alfredo González después de la muerte de su hijo Annier durante el servicio militar. Esta plataforma ha documentado decenas de casos de muertes, maltratos y abusos, convirtiéndose en un espacio de denuncia y solidaridad para familias afectadas. Durante las protestas del 11J, algunos manifestantes incluyeron demandas de abolición del SMO entre sus consignas. Sin embargo, organizar protestas específicas contra el servicio militar dentro de Cuba es extremadamente peligroso, pues el régimen lo considera un ataque directo a la seguridad nacional y responde con arrestos, palizas y largas condenas de prisión.
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