Un poema de Gleyvis Coro, inspirado en una foto conmovedora de las protestas en Cuba: la anciana de aspecto muy frágil que hace sonar su cazuela vacía.
"¡Morir entonces! Cuando el sol naciente / Con su fecundo resplandor ahuyente / De la fúnebre noche la tristeza, / Cuando radiante de hermosura y vida, / Al cerrarme los ojos, me despida..."
"Me la llevé colgada a donde quiera, / la protegí junto a la choza / de toda la floresta... / Ahora es ella misma quien tropieza / conmigo, se hace sombra / ¡y cae muerta!"
"Y ese es el punto. Este cuerpo. El cuerpo que hace y que está y que dialoga. Mi cuerpo flexible u oxidado. En realidad flexible y casi siempre de ánimo oxidado."
"Tú fuiste la patria mía / Y ahora mi enemiga, que / Me exige morir de pie / Después de vivir en llanto. / No sé si podré con tanto. / Huir, no sé si podré".
"Apenas soy una miga de nervios en la intemperie. / Mi espalda se sumerge en un polvo de estrellas, / en los cristales de la duda,/ y a ella te aferras, hijo. / Un musgo tibio."