ESTA PIEDRA
No sé desde dónde arrastro esta piedra
quizá desde la fecha, o la hora
de un ancla de aureola
choqué con ella .
No voy a tropezar jamás con ésta,
me dije al verla triste y loca,
te meteré por horma,
serás mi presa.
Me la llevé colgada a donde quiera,
la protegí junto a la choza
de toda la floresta...
Ahora es ella misma quien tropieza
conmigo, se hace sombra
¡y cae muerta!
(Abril 2021)
Al río San Andrés —novillo gacho—
las lunas le bebió mi potro pinto,
cruzaba por la finca el Laberinto
como si fuera trovador borracho.
mi espíritu a rezar, es mi recinto,
una jaula de sol de un astro extinto
que ilumina de nuevo mi penacho .
de una rosa que debe ser distinta
a las tantas que ya parió Natura...
arriendo los balcones de la aurora
¡para oír cómo el río éste murmura!
BOTIJA DE ABUELO PANCHO
Abuelo Pancho fue de Gran Canaria
y en Cuba pensó hallar fácil erario
que dejase escondido algún corsario
desde oscura leyenda centenaria.
Aún de anciano iba en obsesión diaria
abriendo hoyos en su entorno agrario
persiguiendo un tesoro imaginario
de una historia ya vuelta legendaria.
Abuelo nunca halló aquesta botija
que procurara con su mente fija
como el más anhelado de un tesoro.
Pero obtuvo al final en la vejez
un preciado tesoro, la honradez
brillantísimo y caro como el oro.
(Abril 2021)
con sus estudios por la abogacía
y un recio profesor que pretendía
minimizarlo siempre ras de tierra.
y toca a Gandhi al almorzar un día
del profesor la mesa donde había
ya estado el individuo, que lo cierra.
que donde un mirlo come nunca cabe
un cerdo mal oliente, de otro bando.
como quien goza de dominio pleno:
¡adiós mi profesor, me voy volando!
ELSA BARONI BERRENECHE (1932-2021)
El viento que me llega desde el austro
trae el aviso que una voz ha muerto
y ya descansa en el hermoso huerto
con que la vida enjardinó su claustro.
Su cripta, hecha de oro y alabastro
la gloria inciensa su fecundo estro
es como si a la diestra del Maestro
un prodigio instalara nuevo astro.
Ahora, de pronto, en mi sonoro río
sobre un inmenso monte de masío
su bote azul celeste se me enjunca.
La viudez que entristece al Uruguay
recorre el universo como un ¡ay!,
¡pero un poeta no fenece nunca!