Este domingo 11 de noviembre, el cineasta cubano Ernesto Daranas dedicó la presentación de su documental Landrián a sus "colegas y compatriotas objeto de exclusión y censura". Dicho pronunciamiento tuvo lugar en el marco del 44 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, acusado de censurar las películas Llamadas desde Moscú, de Luis Alejandro Yero y La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar.
"El verdadero problema no ha estado nunca en nuestras películas, sino en nuestra realidad", pronunció el realizador durante su intervención. Ernesto Daranas es reconocido por una filmografía comprometida con la realidad de su país, dentro de la que se encuentran películas como Los dioses rotos (2008), Conducta (2014) o Sergio y Serguéi (2017), entre otras.
Estas palabras del cineasta llegan en un momento especialmente tenso para los realizadores audiovisuales en la Isla. A la censura antes mencionada se le suma el ataque de las autoridades culturales de la Isla al Festival de Cine del Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), iniciativa ideada por esta organización con el fin de presentar obras de cine independiente cubano en varias ciudades del mundo.
Asimismo, el tema de la pieza de Daranas no es tampoco del agrado de la institucionalidad cultural del país, ya que se trata de una suerte de filme biográfico sobre el cineasta "maldito" cubano.
Nicolás Guillén Landrián, sobrino del Poeta Nacional del mismo nombre, fue un documentalista cubano perseguido, censurado y finalmente exiliado por el gobierno debido a su obra. Landrián, además, fue sometido a diversos tratamientos con electrochocks, ya que sus censores lo acusaban de "problemas psiquiátricos".
De igual forma, la Asamblea de Cineastas Cubanos, surgida a raíz del caso de La Habana de Fito y encabezada por figuras como el director Fernando Pérez, el actor Luis Alberto García o el propio Daranas, emitió en sus redes a principios de diciembre una declaración en la que reafirmaba su posición con respecto a los conflictos del cine cubano actual: "No a la censura, no a la criminalización del disenso".