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Opinión | ¿La política es algo "sucio"?

"Nos han adoctrinado, a todos o casi todos, "enseñándonos" que todo lo que tenga que ver con lo político es malo, es sucio, es problemático", afirma el autor.

Miguel Díaz-Canel, Raúl Castro, Esteban Lazo Hernández y Manuel Marrero Cruz.
Desde el frente hacia el fondo, Miguel Díaz-Canel, Raúl Castro, Esteban Lazo Hernández y Manuel Marrero Cruz.

Escucho con demasiada frecuencia, entre cubanos y otros amigos, que “la política es algo sucio”. Que “todos los políticos son iguales de corruptos, de autoritarios, de mentirosos”. Incluso, que en las democracias “todos los partidos son iguales, no se puede votar por ninguno”.

Además, se dice que “la Iglesia no se debe meter en política”, que “los laicos cristianos no deben meterse en política”. Incluso, que hay laicos que “están marcados y señalados por estudiar, enseñar y aplicar la Doctrina Social de la Iglesia”.

Aún cuando se enseña que la vocación y la misión de los laicos cristianos es vivir y proponer los valores, las virtudes y las soluciones de inspiración cristiana en todos los ambientes de la vida: familia, escuela, trabajo, economía, política, cultura, sociedad, relaciones internacionales, etc., solo se considera compromiso eclesial cristiano a los trabajos de los laicos dentro de la propia Iglesia.

Peor aún, se consideran “raros” o “peligrosos” a los laicos que descubren el compromiso con lo cívico, lo político, lo económico como la vocación propia.

¿Qué es lo político, la política y los políticos?

Creo que una de las explicaciones del por qué se asumen estas actitudes en Cuba, y otros países autoritarios o totalitarios, es el miedo. Miedo a los problemas y riesgos que esta vocación trae a los que la asumen y a las familias, grupos o instituciones sociales y eclesiales a las que pertenecen estas personas.

Otra explicación es el analfabetismo cívico que sufrimos los cubanos, que nos lleva a confundir la política con la politiquería. Por ese analfabetismo cívico no sabemos, no apreciamos el contenido y el propósito de lo político y de la política. Tampoco sabemos identificar y distinguir bien qué es un político partidista, de lo que es un activista cívico, o cualquier otro miembro de la sociedad civil.

Cartel a la entrada de Varadero
Cartel a la entrada de la zona hotelera de Varadero, Matanzas, Cuba.

Nos han adoctrinado, a todos o casi todos, "enseñándonos" que todo lo que tenga que ver con lo político es malo, es sucio, es problemático. Incluso nos han impuesto y ha entrado en nuestras comunidades civiles y religiosas que todo tema, toda enseñanza, y todo proyecto orgánico de corte social significa salirse de la misión de la Iglesia y “meterse en política”.

Otra explicación es el relativismo moral que se ha instalado en toda la sociedad. Se hace solo aquello que es aceptado por el régimen:

  • Cuando se vive en un relativismo moral el criterio de juicio y decisión no es la verdad, sino lo que caiga bien a la autoridad.
  • Cuando se vive en un relativismo moral, el criterio para la actuación personal, social y eclesial no es la primacía, la dignidad y los derechos de todo ser humano, sino lo que le convenga a la autoridad.
  • Cuando se vive en el relativismo moral lo que inspira, anima y dirige la actuación de las personas y de las instituciones no es la búsqueda del bien común, sino lo que acepte y permita el régimen.
  • Cuando en el ámbito religioso se cuela la mundanidad como relativismo moral, el criterio de juicio y el discernimiento para actuar no es el Evangelio en su integridad, sino lo que no busque “conflicto” con la autoridad.

Propuestas

1. Es necesario y urgente una sistemática formación ética y cívica de todos los cubanos, en la Isla y en la Diáspora.

2. Se debe distinguir y aprender que “lo político” es el ámbito en el que se gestiona la búsqueda del desarrollo humano integral con el respeto a todos los derechos humanos; es la búsqueda del bien común; es la edificación de una democracia de calidad y la búsqueda del progreso económico, cultural y espiritual.

3. Se debe distinguir y aprender que “la política” es el conjunto de diversos programas concretos integrados por propuestas, estrategias y políticas públicas plurales que buscan “lo político”, cada cual, a su forma, pero todas deben ser democráticas. Aprender a distinguir la política partidista de la política cívica.

4. Distinguir la política de la politiquería. Lo que es sucio y deplorable es la politiquería, es la corrupción, es el caudillismo, vicios y deformaciones que se producen en todas las demás profesiones y ámbitos de la sociedad. Por los corruptos y demás deshonestos no se debe calificar a la política como “sucia”. Porque haya maestros deformados o inmorales no se califica a la educación como algo "deforme".

5. Se debe distinguir y aprender que “los políticos” son personas cuya vocación y misión consisten en ser servidores públicos y no caudillos autoritarios. Se deben a los ciudadanos, deben cumplir sus programas políticos por los que han sido elegidos y siempre buscar el bien común, no solo el de su partido.

6. La Iglesia debe anunciar, enseñar, proponer y practicar la Doctrina Social de la Iglesia que es parte inseparable del Evangelio y de la Teología Moral que enseña. Se espera además que la Iglesia acoja, acompañe y anime a los laicos cristianos tanto en su vocación política partidista como en el compromiso cívico, así como integrarlos plenamente en sus comunidades sin discriminación alguna. Tal como acoge otras vocaciones sociales: médicos, abogados, educadores, entre otras. El Evangelio debe ser anunciado y vivido en todos los ámbitos y sectores de la sociedad. Nada queda fuera de su alcance y vocación. Nada verdaderamente humano.

Mal estará el futuro democrático de Cuba si desde ahora no nos empeñamos todos en la formación humana, cívica y política sin calificar a todo lo político, a la política y a todos los que se dedican a esta vocación como gente sucia y peligrosa, desestabilizadora o inadmisible.

Cuba necesita vivir con libertad y responsabilidad el ámbito de lo político y de la política. Sin eso no habrá democracia, solo nuevos caudillismos, populismos y autoritarismos.

Actuemos a tiempo.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

(Publicado originalmente en Centro de Estudios Convivencia).

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Dagoberto Valdés Hernández

Dagoberto Valdés.

(Pinar del Río, 1955). Ingeniero agrónomo. Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años. Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007. Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006. Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director. Premios: “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017. Reside en Pinar del Río.

 

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