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Opinión | La justicia tarda, pero llega

Análisis de la repercusión en el contexto cubano de la decisión de la Corte Penal Internacional de declarar a Putin criminal internacional al dictar una orden de arresto contra el mandatario ruso por su implicación en crímenes de guerra en Ucrania.

Retrato de Vladimir Putin mientras levanta su dedo índice.
Vladimir Putin declarado criminal en búsqueda por la Corte Internacional. | Imagen: ProActivo

La Corte Penal Internacional (CPI), con sede en La Haya, dictó el pasado viernes 17 de marzo de 2023, una orden de arresto contra Vladimir Putin, por su presunta responsabilidad en crímenes de guerra cometidos en la invasión de Rusia a Ucrania. Ha sido un paso histórico de la justicia internacional. Ha sido otro paso significativo de la Humanidad en el sentido de la justicia.

Pareciera que es un tema que no toca nuestra cotidianidad en Cuba. No es así. Nada en este mundo, interconectado e interdependiente, deja de tener su impacto hasta en el más pequeño de los países. Por otra parte, las autoridades cubanas han apoyado públicamente la invasión rusa a Ucrania. Un paso en sentido contrario de la justicia, contrario a la paz, insostenible desde el punto de vista ético.

"Nada en este mundo, interconectado e interdependiente, deja de tener su impacto hasta en el más pequeño de los países. (...) las autoridades cubanas han apoyado públicamente la invasión rusa a Ucrania. Un paso en sentido contrario de la justicia, contrario a la paz, insostenible desde el punto de vista ético"

Dicho esto, quisiera sacar algunas enseñanzas de esta decisión de la Corte Penal Internacional:

  1. La justicia tarda, pero llega”, dice el refrán popular. El sistema penal internacional con toda su lentitud y notables ausencias, está llegando a dictaminar órdenes y fallos que deberían ser una llamada de alerta para todos los que, en la guerra como al interior de sus propios países, reprimen, ejecutan, violan los Derechos Humanos e irrespetan las leyes cuya violación califica como crímenes internacionales y crímenes de lesa humanidad. Independientemente de que le hagan caso o no, esta es, en primer lugar, una advertencia para todos.
  2. Ningún crimen quedará impune. Ninguno. Ni delante de Dios ni delante de los hombres. Puede demorar, puede parecer que nadie escucha, puede parecer que la impunidad se ha entronizado, pero tarde o temprano, se hará justicia. Es el destino último de los que delinquen al interior de las naciones y en la comunidad internacional.
  3. Al quedar establecida la justicia quedan en evidente complicidad los que apoyaron de alguna forma esos crímenes. La complicidad no es un delito menor. Es un crimen y una acción éticamente inaceptable.
  4. Las víctimas se sienten reconocidas, apoyadas, de alguna manera, moralmente rehabilitadas. Y esto es uno de los procesos componentes de la transición hacia la paz y la democracia que más contribuyen a sanar heridas y a exponer la verdad sobre lo acontecido.
  5. Las naciones y los organismos que condenaron en la comunidad internacional la barbarie de una guerra de invasión ven reconocida su posición, mientras que la comunidad internacional se ve fortalecida en la justicia y el derecho

Panorama de la destrucción en Ucrania tras la invasión rusa.
Panorama de la destrucción en Ucrania tras la invasión rusa. | Imagen: El País

Otras moralejas pueden ser sacadas de este paso que quizá nos parezca lejano a nuestra cotidianidad. Pera nada es lejano, no hay que investigar mucho para encontrar el hilo que va de la Corte Penal Internacional, pasa por Rusia y de Rusia llega a Cuba. Todo lo que pase allí puede repercutir en nuestra Patria. Recuérdese los vínculos económicos y políticos que se han tratado de establecer en los últimos meses, buscando fuera lo que los cubanos podemos tener dentro con libertad y democracia.

Nuestra esperanza es que la justicia tarda pero llega. Siempre llega. Que llegue en paz.

Publicado originalmente en Convivencia.

Dagoberto Valdés Hernández

Dagoberto Valdés.

(Pinar del Río, 1955). Ingeniero agrónomo. Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años. Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007. Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006. Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director. Premios: “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017. Reside en Pinar del Río.

 

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