El expansionismo del zar Putin es un crimen que oscurece el panorama mundial, como si ya no tuviéramos suficiente con el Coronavirus, así el mundo "entra en una nueva era" —ha declarado el canciller alemán ante el Bundestag, anunciando el aumento de gastos en armas y la ayuda militar al país agredido—, pero, además, parece darse dentro de un juego macabro con los límites de la razón y la democracia, en un sarcasmo olímpico.
Mientras los tanques y helicópteros rusos cercan Kiev, cuando Rusia ha invadido en profundidad toda Ucrania, sale Putin a decir que "le extiende la mano" al presidente ucraniano para dialogar. Y propone "negociar" en... ¡¡¡Bielorrusia!!! Vaya, en el mismo país que sirve de trampolín al invasor.
Ah, cómo no, así de fácil. Pero, vamos a ver, ¿pueden los ucranianos confiar aunque sea "más o menos" en Putin? A estas alturas, ¿puede la comunidad internacional creer a pie juntillas lo que prometa el mismo Putin que hace solo unos días acusaba a Occidente de histeria infundada, pues nunca invadiría Ucrania, aquel que organizó unos falsos ejercicios militares, y que además simuló una retirada antes de perpetrar su ataque masivo y milimétricamente calculado, por la espalda, desde Bielorusia?
Acorralado, Volodímir Zelenski rechaza las ofertas para abandonar su patria con su familia, aunque está amenazado de muerte, y acepta incluso "dialogar" con el mandatario invasor. Sin embargo, pide un mínimo de garantías: que la reunión ocurra en un país neutral, no en el vecino país desde donde mismo Ucrania está siendo atacada, no en la guarida de Alexandr Lukashenko.
Y aquí viene la nueva burla de Putin: acusa al joven presidente ucraniano por no aceptar la propuesta de "diálogo". Un recurso a la medida del Kremlin: acusar a las víctimas de la invasión y sus consecuencias, por no someterse. Pero, quizás aún no lo hemos visto todo. Parece que el colmo sea que algún otro gobierno en este mundo pueda prestarse para prolongar ingenuamente este juego de mentiras, burlas y crímenes, dándole el beneficio de un reconocimiento de buena fe a los asesinos confesos.
En estas circunstancia, ¿alguien recordará cuando, en mayo de 2021, el tirano bielorruso secuestró un avión internacional en pleno vuelo, desvió un avión a punto de aterrizar en Lituania y lo obligó a bajar en la capital bielorrusa, para secuestrar a un solo pasajero, el joven opositor Raman Pratasevich? Luego no tuvo pudor de presentar a Raman "arrepentido" ante las cámaras, con signos evidentes de torturas y declarando "voluntariamente" para el mundo que él —Lukashenko— sí tenía "tremendos huevos"?
Pues bien, a esta mafia de sátrapas se enfrenta la humanidad. Y estos son los aliados incondicionales del "gobierno" cubano.