Don Ignacio Ramonet,
«Nacho» en el solar cubano,
entrevistó a su cercano
Miguel Mario «Canelet».
Como un bordado crochet
la charla fue de lirismo,
terneza mutua, optimismo,
y, claro, «vamo’ a vencer»…
Lo que no hubo, al parecer,
fue mucho de periodismo.
Esta es la versión rimada
—apócrifa, pero fiel—,
del diálogo con Canel,
donde no se dijo nada.
Cada certera estocada
del «agudo periodista»
la respondió el «estadista»
con su elocuencia «genial».
Figurará en un Manual
Perfecto de Antientrevista.
RAMONET:
Presi, debo preguntarle,
¿por qué hay en Cuba apagones
y ciertas desilusiones?
(Sin que vaya a incomodarle).
Antes déjeme aclararle
que, así como yo lo veo,
en su Gobierno, no creo,
esté la culpa o problema.
Para Cuba el gran dilema
es el injusto Bloqueo.
MIGUEL MARIO:
Gracias, Nacho, muy oportuna
tu sagaz interrogante.
Y que pongas por delante
que en mí no hay culpa ninguna.
Tenemos cuatro vacunas,
visito los municipios,
soy un hombre de principios
y el que no apoye es muy cruel.
¡Vivan Raúl y Fidel!
El yanqui nos tiene en ripios.
RAMONET
Gracias, Presi, le agradezco
por tan profunda respuesta
(Vaya un saludo a Lis Cuesta:
con su glamour me estremezco).
Ahora, aunque permanezco
hablando del mismo asunto,
quisiera tocar un punto
que ha salido en las encuestas…
Me refiero a las protestas,
¿le ofende si le pregunto?
MIGUEL MARIO:
Para nada, amigo mío.
No es tu pregunta antipática:
La intoxicación mediática
es la que ha formado el lío.
El dólar que está «subío»
Ya sabes, con cierto toque;
Joe Biden, que nos provoque,
que va a encontrar su derrota…
Me encanta jugar pelota
y el jugo de albaricoque.
RAMONET:
Magistrales sus ideas,
estimado presidente.
Mas debo ser insistente:
¿no hay en los barrios peleas,
digo, indisciplinas feas
cuestionando ciertas cosas?
Yo sé que las horrorosas
protestas son más al norte.
Allí, sin que a nadie importe,
hay masacres espantosas.
MIGUEL MARIO:
No te preocupes, Ignacio,
Me gusta hablar sin tapujos.
Aquí en Palacio no hay lujos
y la zafra va despacio.
Donald Trump, ese batracio,
nos maltrataba sin pausa.
Pero nuestra ciencia encauza;
la Economía va bien;
el General está al cien
y Lazo es Honoris Causa.
RAMONET:
Un derroche de sapiencia,
su verbo audaz, Mandatario.
Es por eso, que a diario
el pueblo gana en conciencia.
Ahora, hablando de la ciencia,
sé que piensan en robótica…
¿La agricultura estrambótica
se podrá al fin componer?
(Creo que el Imperio ha de ser
quien la tiene tan caótica).
MIGUEL MARIO:
Bloqueo recrudecido:
Así, ¿cómo cultivar?
Solo nos queda importar:
Importando hemos vivido.
Pero este pueblo ha sabido
ser creativo y paciente.
—Bruno, trae un aguardiente,
que a Nacho se le acabó
y por eso preguntó
de un tema tan indecente.
R: —Sobre América Latina
¿qué me cuenta, Dignatario?
M.M. —Milei, un estrafalario;
se ha puesto vieja Cristina.
R: —Estamos con Palestina,
M.M.— Y con Rusia, ¿por qué no?
R: —¿Ucrania ya se extinguió?
M.M. —López Obrador, ¡contigo!
R: —¿En el país queda trigo?
M.M. —¡Que viva Daniel Ortega!
R.—Usted es un gran estratega.
M.M.—Gracias, Ramoncito, amigo.
Y dice una mariposa,
que después de la entrevista
—tan patriótica y realista—
se armó una rumba fastuosa.
Machi, regia y primorosa,
bailó con Don Ramonet.
Ramiro se lanzó al set.
Machado, con curda y media.
Y al final de la comedia
se vomitó «Canelet».