El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel realizó varias afirmaciones controvertidas en la reciente entrevista realizada por el periodista francés Ignacio Ramonet, donde habló sobre la respuesta del régimen a las protestas populares de los últimos años.
Díaz-Canel dijo que estas protestas “son atendidas” y “explicadas” por el Gobierno, en referencia a las visitas que ha realizado a algunos de los puntos donde han ocurrido, y que no provocan una ruptura “entre el pueblo y la Revolución”.
No obstante, esta afirmación se contradice con su propio accionar, donde el ejemplo más evidente fue su respuesta a las manifestaciones masivas del 11 de julio de 2021, cuando en televisión nacional convocó a que “los revolucionarios” combatieran a los manifestantes, mayormente cubanos humildes residentes en barrios populares del país.
“La orden de combate está dada. A la calle los revolucionarios (…) Tienen que pasar por encima de nuestros cadáveres si quieren enfrentar a la Revolución. Y estamos dispuestos a todo, y estaremos en las calles combatiendo”, afirmó el propio 11 de julio el gobernante cubano.
Pero no solo se quedó ahí, ese día y durante casi todo el mes de julio los órganos represivos del régimen se encargaron de identificar y perseguir a los cubanos que participaron en las manifestaciones, muchos de los cuales fueron sacados de sus viviendas durante operativos policiales desarrollados en la noche y la madrugada.
El saldo de las protestas fue de más de mil manifestantes encarcelados, muchos de los cuales recibieron condenas de entre 20 y 30 años de privación de libertad.
Decenas de los manifestantes encarcelados y golpeados eran menores de edad, lo que generó un movimiento de madres y familias cubanas exigiendo la liberación de sus hijos y familiares.
El intelectual cubano Armando Chaguaceda en el año 2022 dijo a Diario de Cuba que tras las protestas "se evidencia, en un país que criminaliza el disenso, donde se ha aprobado un nuevo Código Penal (que sustenta esta criminalización), donde hay más de 1.000 personas presas por manifestarse, un nivel alto y creciente de ruptura en el plano de la legitimidad".
"Básicamente, sí hay un creciente nivel de ruptura, de desconexión entre el Gobierno y buena parte del pueblo, aunque también el pueblo es una categoría difusa; ahí está parte de esa población que por razones ideológicas o de prebendas sigue apoyando a ese Gobierno, pero creo que hay una parte mucho mayor que lo deslegitima", añadió el intelectual cubano.
También esta ruptura se ha visto en las posteriores protestas, donde los cubanos piden libertad y el fin del régimen castrista.
La ola migratoria desatada tras las mencionadas manifestaciones, considerada la mayor en la historia de la Isla, y la radicalización de las comunidades de cubanos migrantes y exiliados también han apuntado en este sentido.