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Artes visuales | "480 días"

Homenaje a Luis Manuel Otero Alcántara y a todos los presos políticos cubanos que llevan 480 días de injusta prisión desde el 11 de julio del 2021.

A la izquierda poster de la obra "Retrato al carbón del gato de Schrödinger", de Luis Manuel Otero Alcántara. A la derecha, rayas blancas representan simbólicamente la manera en que los presos suelen marcar el paso del tiempo.
"Retrato al carbón del gato de Shrödinger", obra de Luis Manuel Otero, es inspiración de la pieza musical "480 días". | Imagen: Árbol Invertido

Inspirado en la obra: Retrato al carbón del gato de Shrödinger

“Preso, a veces, es el apabullante paso del tiempo que afuera podría irse rápido, y hasta no percibirse, y ahora es como un peso al cuello”. (Anamely Ramos)

Inspirada en la obra de Luis Manuel Otero Alcántara: Retrato al carbón del gato de Shrödinger, “480 días” es una obra musical para violín solo:

La famosa paradoja del gato de Shrödinger nos lanza a esa incertidumbre que surge al comenzar a buscar las certezas en el universo cuántico... Luis Manuel Otero desde el extremo de la prisión política nos interpela con su tiempo, su propio tiempo, y nos propone una posibilidad de relacionarnos con él. Una posibilidad hasta cierto punto irreal porque es imposible vivir (léase: experimentar) el tiempo de otro, ahí uno de nuestros límites.

Sin embargo, hay muchas e inverosímiles formas de conectar con ese tiempo. Estas formas siempre quedarán irresueltas en nuestra escala de experiencia vivencial más común, como la propia paradoja de Shrödinger.

La obra musical para violín solo propone reducir a escala temporal esos 480 días vividos en prisión no solo por Luis Manuel Otero Alcántara, sino por miles de cubanos que salieron el 11 de julio de 2021 ejerciendo su derecho a la libertad de expresión, derecho que ha sido extirpado a golpes desde el propio 1959 hasta la fecha.

A pesar de conocer el riesgo, muchos salieron con la esperanza de lograr un cambio, todos la vivimos, pero la respuesta del régimen dictatorial cubano fue, como siempre, la cárcel, la violencia, el chantaje y el destierro.

"480 días": ambigüedad entre lo exactamente predecible y lo impredecible

Hoy, 3 de noviembre de 2022, son aproximadamente 480 días desde esa fecha y es por eso que quiero comenzar a presentar esta obra. Como decía más arriba, el marco temporal de la obra es primeramente reducir ese tiempo a una escala temporal de una obra musical más o menos corta.

La obra total tiene 480 tiempos cada uno con la duración de 1/64 de un minuto, lo que hace que la obra total tenga aproximadamente 7,30 minutos. En este espacio de tiempo propongo, en orden general, experimentar un tiempo musical denso, detenido, duro, grotesco, en una ambigüedad entre lo exactamente predecible y lo impredecible. Una forma simbólica de experimentar el paso del tiempo de un preso, de alguien que está privado de su libertad y que a la vez esa privación es absolutamente injusta y cruel.

La pieza plantea un tiempo vivencial (siguiendo el concepto de Stockhausen) bastante pobre, justamente porque hay poco contraste y variación en el marco de esos más de siete minutos.

En aquel maravilloso ensayo “Estructura del tiempo vivencial”, de 1955, Stockhausen nos propone varios conceptos para pensar el tiempo vivencial con objetividad. Ciertamente es una paradoja, pero hasta cierto punto son parámetros o convenciones objetivables. Nos dice de qué depende en gran medida nuestra experiencia del tiempo:

el tiempo vivencial es también dependiente de la densidad de alteración más eventos sorpresivos ocurren, el tiempo pasa más rápidamente; más repeticiones ocurren el tiempo pasa más lentamente.

La obra: dos ascensos y descensos, y un ascenso final

Imaginemos que trazamos una línea continua desde el sonido más grave del violín hasta llegar a uno muy agudo y regresamos al grave para volver a emprender el ascenso y el descenso por segunda vez y terminar con el ascenso (por tercera vez) hasta el sonido agudo. Esa es en resumen la obra: dos ascensos y descensos, y un ascenso final.

Esta línea a su vez transcurre con un tiempo estable una medida aproximadamente constante de un intervalo de cuarto de tono cada 1/64 de minuto. Pero esta línea no se escucha siempre, en realidad solo se escuchan momentos de su acontecer, intervenciones sonoras llenas de silencio como quien cuenta los días reduciéndolos a un pequeño símbolo, a una pequeña raya en la pared.

El tiempo de Luis Manuel Otero

¿Cómo reducir tanta inmensidad en un gesto tan rápido y simple? Sin embargo, este simple gesto ayuda a quienes están en prisión a cargar con un fragmento de todos sus días, algo que los ayuda a no perder el sentido, a no perderse.

Imaginemos por un momento, aunque es completamente irreal e imposible, que Luis Manuel Otero en vez de trazar una línea corta para contar sus días trazara una línea continua sin descanso. Igualmente perdería la cuenta de los días, viviría un tiempo continuo impersonal y teórico.

Esta línea constante deslizando los dedos por el diapasón del violín, produciendo las alturas sonoras con absoluta previsibilidad (si fuera escuchada sin interrupción) es la base general de la pieza. Pero a esta línea le imponemos unas marcas sonoras, unas marcas que serán el único mensaje de la obra, una y otra vez repetido en este contexto de movimiento continuo.

Estas marcas son la traducción a ritmo musical del número 480 en código morse. Este código antiguo, pero fundamento de la comunicación moderna, a base de puntos y rayas con intervalos de espera, imprime, en esa línea teórica continua, su gestualidad.1

"¡Estoy aquí, estoy vivo!"

Otro elemento principal de la obra son unos sonidos vibrados que aparecen sobre esta línea en movimiento continuo a veces coincidiendo con el propio ritmo del código o interviniendo en algunos espacios de silencio. Este elemento es como una especie de símbolo de humanidad; es también como un grito de alguien que nos dice: "estoy vivo", "a pesar de todo, estoy aquí".

Luis Manuel Otero con el torso desnudo y la bandera cubana curbiéndolo por encima..
Entre las acusaciones del régimen cubano a Luis Manuel Otero está la presunta profanación de símbolos patrios por incluir estos en sus obras de arte como protesta. (Fotograma del videoclip "Patria y Vida"). | Imagen: YouTube

Este gesto transcurre a una temporalidad circular y atraviesa toda la obra. A veces se detiene por momentos la línea y vibra una altura continua; en otras interviene y distorsiona al propio ritmo del código. La obra no se reduce a estos elementos básicos y generales, pero sin dudas estos elementos son su centro fundamental.

Al terminar el último ascenso los últimos compases de música (en forma de breve coda) reproducen esta única vez desde un tono fijo el ritmo del código morse reducido a la mitad de su valor temporal (escuchado en la obra) más o menos como imaginamos que sería, en la realidad, transmitido un mensaje.

Pero cada día que pase debería cambiar la obra. Es por eso que propongo sumar a esta coda, siempre que interprete la obra, el número de días que sumados a 480 dan los días de injusta cárcel desde el 11 de julio.

Es una forma de seguir contando, que es a la vez una forma de seguir denunciando la arbitrariedad y el horror que siembra el estado totalitario cubano.

Y es finalmente, para nosotros, una posibilidad de relacionarnos con ese tiempo arbitrario e impersonal que cada día nos hiere y nos recuerda que hay personas contando los días en las cárceles cubanas que nos dicen: "¡estoy aquí, estoy vivo!".

 

1 Representación del 480 en código morse: ....- ---.. -----.


Escucha "480 días" haciendo clic aquí.

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Luis Alberto Mariño Fernández

Luis Alberto Mariño Fernández

(Cienfuegos, 1987). Compositor, violinista y educador. Culminó sus estudios musicales en la Facultad de Música de la Universidad de las Artes (ISA), en La Habana, y actualmente realiza un doctorado en composición musical en la Universidad Católica Argentina, en Buenos Aires. Ha participado en exposiciones colectivas de artes plásticas, y en obras de teatro y danza.

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