Ernesto Che Guevara (Argentina, 1928-Bolivia, 1967) sigue siendo, pese a las corrientes encontradas entre la repulsa al ideólogo comunista por momentos sanguinario y la adoración cuasi mística de muchos sectores de izquierda, un hombre con muchas zonas desconocidas por el público, sea cual fueren las simpatías y posturas políticas de este. Todo esto jalonado por su juvenil recorrido en moto por América Latina, sus posiciones de rebeldía, su muerte en Bolivia mientras intentaba, por segunda vez, la creación de un frente anticapitalista. Todo ello lo ha rodeado de un aura de misterio, cuando no de idealización a ultranza. Pero, como en todos los casos y sobre todo en la Historia, el realismo, la objetividad y la verdad son esenciales.
Izquierdista desde muy joven, incluso intensamente comunista, es conocida su incorporación al Movimiento 26 de Julio liderado por Fidel Castro contra el gobierno de Fulgencio Batista en Cuba. Instalado Castro en el poder en Cuba, Guevara fue su colaborador, y en cuanto tal desempeñó importantes cargos de gobierno en ese país, a pesar de que, por supuesto, era argentino de origen. En los primeros momentos de 1959, tuvo un papel protagónico y lamentable en los fusilamientos masivos que se realizaron en La Habana contra reales o supuestos colaboradores del gobierno de Batista. Tiempo después, escribió páginas diversas sobre ideología revolucionaria en Cuba, en que, por cierto, destaca su rechazo a los intelectuales del país, a quienes nunca consideró como revolucionarios. Hacia la segunda mitad de la década del sesenta, el Che, como era popularmente conocido en Cuba, empezó a distanciarse de la línea oficial de Fidel Castro y terminó por apartarse de su gobierno. Su final, tratando de encender otro núcleo anticapitalista en Bolivia, es más o menos conocido en general, aunque no en sus detalles más específicos.
Durante sus años de protagonismo político en la Cuba castrista, Guevara fue escribiendo anotaciones sobre economía política marxista. Su libro póstumo, Apuntes críticos a la economía política, fue publicado por su viuda, Aleida March, fuera de Cuba. Dentro de este país también fue publicado, pero en una edición que apenas circuló y no fue vendida ampliamente. Estos inquietantes detalles de edición sugieren la verdad: se trata de un libro altamente crítico. En realidad, son notas marginales de Guevara que demuestran su creciente desconfianza acerca de los lineamientos de economía política marxista-leninista defendidos por la Unión Soviética en su propaganda ideológica y su estrategia económica tanto para ese país como para sus satélites de la Europa Oriental. Es evidente, en una lectura desprejuiciada, que Guevara no creía en la infalibilidad del marxismo-leninismo ni en la política soviética. Es interesante que este libro, que tiene ya varios años de publicado, no sea mencionado por la izquierda y en particular por las izquierdas latinoamericanas. Una vez más, les resulta preferible el ocultamiento de la verdad.
Es revelador que en el mismo núcleo duro del castrismo se haya producido un cuestionamiento de indudable peligrosidad. Me refiero a que tal vez el único de los dirigentes con inteligencia y curiosidad intelectual como para intentar una meditación acerca de la plataforma teórica del marxismo-leninismo, una personalidad tan compleja y problemática como Ernesto Che Guevara, estaba cuestionando con fuerza una serie de presupuestos, en particular económicos y políticos, del comunismo soviético. Guevara se tomó el trabajo de examinar el Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, y formular una serie de interrogantes, anotaciones y cuestionamientos. El resultado, que demoró bastantes años en ver la luz pública, es de un extremo interés y revela que no podía hablarse de una compacta homogeneidad en la aceptación de los esquemas de Moscú. Véase una primera y explosiva reflexión de Guevara:
Nos hemos hecho el firme propósito de no ocultar una sola opinión por motivos tácticos, pero al mismo tiempo, sacar conclusiones que por su rigor lógico y altura de miras ayude a resolver problemas y no contribuyan solo a plantear interrogantes sin solución.
Creemos importante la tarea porque la investigación marxista en el campo de la economía está marchando por peligrosos derroteros. Al dogmatismo intransigente de la época de Stalin ha sucedido un pragmatismo inconsistente. Y lo que es trágico, esto no se refiere solo a un campo determinado de la ciencia: sucede en todos los aspectos de la vida de los pueblos socialistas creando perturbaciones enormemente dañinas, pero cuyos resultados finales son incalculables.
En el curso de nuestra práctica y de nuestra investigación teórica llegamos a descubrir un gran culpable con nombre y apellido: Vladimir Ilich Lenin.[1]
El Ché y sus críticas a la URSS
Se trata de una afirmación impactante que desautoriza la pretendida infalibilidad y preeminencia del comunismo soviético. Guevara dejó por escrito una larga serie de objeciones a dicho Manual y en particular a criterios de Lenin. A ello se suman reflexiones muy fuertes sobre los cambios que desde fines de los años cincuenta e inicios de los sesenta habían sobrevenido en la economía y obligaban a cambiar, según Guevara, el criterio anterior sobre el imperialismo. Véase la siguiente afirmación dogmática del Manual:
Para que triunfe la revolución socialista, necesario que existan un proletariado revolucionario y su vanguardia, unida a un partido político, y que en el país haya un aliado serio de la clase obrera, representado por los campesinos, capaz de seguir al proletariado en la lucha decisiva contra el imperialismo.[2]
Pero Guevara, a partir de su experiencia, objeta al margen lo siguiente: “Los casos de China, Viet Nam y Cuba ilustran lo incorrecto de la tesis. En los dos primeros casos la participación del proletariado fue nula o pobre y en Cuba no dirigió la lucha el partido de la clase obrera, sino un movimiento policlasista que se radicalizó luego de la toma del poder político”.[3] No bastando esta crítica, ya bastante dura, Guevara hace más adelante una observación sorprendente: “La URSS impone el socialismo mediante la fuerza de las armas a los países de la Democracia Popular”.[4] Y esta realidad ha sido disimulada porque, añade, “La apologética reemplaza a la ciencia”.[5]
Las consideraciones críticas de Guevara no se limitan al terreno de la economía política, sino que alcanzan otros sectores de la sociedad lanzada por el camino del socialismo. Incluso haya ocasión de referirse al fracaso en el terreno de la cultura: “Entonces, ¿qué no ha sido capaz de hacer la sociedad socialista? Estar creando un arte del hombre nuevo. ¿Por qué? Porque tiene miedo y tiene miedo por muchas razones, fundamentalmente por la falta de cultura, la falta de desarrollo de todos los cuadros. (...) Con la cultura se ha hecho eso y la cultura ha perdido vigor.[6] Aquí está, en palabras de uno de los protagonistas principales del proceso de socialización a inicios de la década del sesenta una indicación inconfundible de una realidad: la fundamental incultura e ignorancia de la clase política comunista en Cuba.
El libro del Che Guevara sobre la economía política soviética revela, pues, que este luchador comunista, una vez que se vio enfrentado al socialismo real en Cuba, desconfió y desmintió una serie de afirmaciones de esa izquierda por la que dio la vida. El socialismo real, el único que ha existido, se le mostró como un conjunto de disparates y aberraciones antieconómicas. Solo una ceguera religiosa permite seguir pensando en el Che como un adalid de una sola pieza, un hombre enteramente convencido de las panaceas de un marxismo que, a la luz de sus comentarios sobre economía política, se revela tan idealista y más de lo que uno podía suponer antes de asomarse a estos atormentados comentarios de Guevara.
[1] Ernesto Guevara: Apuntes críticos a la Economía Política, pp. 31-32.
[2] Ibíd., p. 261.
[3] Ibíd.
[4] Ibíd., p. 110.
[5] Ibíd., p. 138.
[6] Ibíd., p. 347.
GUEVARA, Ernesto “Che”: Apuntes críticos a la Economía Politica. Centro de Estudios Che Guevara. Ocean Press. Melbourne, 2008.
GUEVARA, Ernesto “Che”: Escritos y discursos (1928-1968). CEME, (s. l.), 1999.
GUEVARA, Ernesto “Che”: El socialismo y el hombre nuevo. Siglo XXI Ed. México, 1971.