El 10 de diciembre de 2023 Javier Milei asumió la presidencia de Argentina con la promesa de una transformación radical del país, por lo que su gestión ha estado centrada en la implementación de un programa económico libertario encaminado a estabilizar algunos de los indicadores más críticos de la macroeconomía.
En el primer año de gestión Milei priorizó un ajuste fiscal drástico como base para restablecer la confianza del mercado, lo que sirvió al Gobierno para alcanzar un superávit primario histórico: revirtió un déficit del 2,6% del PIB al cierre de 2023 a un superávit acumulado de 13,4 billones de pesos en los primeros diez meses de 2024, algo que, según el Romano Group, no se veía en más de 40 años.
Mientras, la Administración también implementó medidas como la devaluación inicial del peso, la eliminación de controles de precios y el establecimiento de un dólar oficial anclado, con actualizaciones mensuales por debajo de la inflación.
La inflación, el principal desafío
Uno de los principales problemas históricos del país ha sido la inflación, pero en el primer año de Milei este fenómeno mostró una significativa desaceleración. El índice de precios al consumidor (IPC) pasó de un pico del 25,5% mensual en enero a solo 2,7% en octubre, el nivel más bajo en tres años.
Este logro fue respaldado por un riguroso control del gasto público, la reducción de la emisión monetaria y un esquema de tasas de interés negativas que licuaron stocks en pesos.
En tanto, el blanqueo de capitales aprobado en la Ley de Bases añadió más de 20.000 millones de dólares al sistema financiero, incrementando las reservas y generando estabilidad cambiaria.
Además, los mercados financieros reaccionaron positivamente: el riesgo país disminuyó significativamente, y los bonos y acciones registraron notables recuperaciones.
La agenda de reformas: un enfoque disruptivo
La Ley de Bases, el proyecto insignia del gobierno, marcó un hito en la desregulación de la economía. Aunque su versión final fue reducida tras intensas negociaciones en el Congreso, permitió avances en áreas clave como la eliminación de impuestos distorsivos y la flexibilización de regulaciones laborales.
Sin embargo, el proceso evidenció la necesidad de Milei de negociar con la misma "casta" política que criticó durante su campaña, una contradicción que subrayó los límites de su enfoque rupturista.
En política monetaria, el Banco Central mantuvo un esquema de anclaje cambiario que contribuyó a la estabilidad del tipo de cambio oficial, aunque sectores productivos advirtieron sobre el riesgo de un atraso cambiario.
El gobierno, por su parte, defendió esta estrategia como parte de un modelo económico orientado hacia una moneda fuerte y una baja inflación.
El costo social del ajuste
El éxito en los indicadores macroeconómicos tuvo un alto costo social, pues el ajuste fiscal implicó recortes profundos en áreas sensibles como jubilaciones, salud, educación y cultura.
Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), casi un tercio del ajuste se sostuvo en la reducción de jubilaciones y pensiones (24,2%) y de la obra pública (23,6%), lo que dejó a gran parte de la población en una situación de mayor vulnerabilidad.
En tanto, la pobreza alcanzó el 49,9% de la población, según un estudio de la Universidad Católica Argentina (UCA), mientras que la clase media experimentó un deterioro significativo en su poder adquisitivo.
El respaldo popular
A pesar del impacto social de sus políticas, Javier Milei cierra su primer año con una imagen pública fortalecida. Según una encuesta de Opina Argentina, la popularidad del presidente alcanzó el 53% en diciembre, marcando un aumento de siete puntos desde octubre.
Este crecimiento contrasta con la tendencia de pérdida de apoyo experimentada por sus predecesores en el mismo período de gestión. Mientras que Mauricio Macri y Alberto Fernández cerraron su primer año con niveles de aprobación similares, ambos enfrentaron caídas significativas en su popularidad. Milei, en cambio, logró consolidar un ascenso sostenido.
El informe también destaca un optimismo creciente entre los argentinos: el 52% considera que el país está en una mejor posición que el año pasado, y una proporción similar cree que la situación mejorará aún más en 2025.
Estas cifras reflejan el impacto positivo de la estabilización económica en la percepción pública, aunque todavía queda pendiente trasladar esos logros a mejoras concretas en la vida cotidiana de los sectores más golpeados.
Un estilo político polarizador
En el plano político, Milei mantuvo su estilo confrontativo, pero tuvo que adaptarse a las dinámicas del Congreso para avanzar en su agenda. Aunque logró blindar sus políticas mediante el veto presidencial en temas como las pensiones y el financiamiento universitario, su necesidad de negociar con legisladores moderó en parte su discurso de ruptura total con el sistema político tradicional.
En política exterior, su gestión se caracterizó por alianzas estratégicas con líderes afines ideológicamente, como Donald Trump y Giorgia Meloni, pero también por conflictos con mandatarios de izquierda como Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva.
Lo que quedó pendiente: los desafíos para el segundo año
A pesar de los avances, la gestión de Milei enfrenta grandes interrogantes para 2025: la sostenibilidad del tipo de cambio real, la recuperación de reservas y la prometida reducción de impuestos son algunos de los desafíos más urgentes.
Además, la apertura gradual del cepo cambiario y la posibilidad de un acuerdo con el FMI serán determinantes para el futuro económico del país.
En el ámbito social, el desafío será revertir los efectos negativos del ajuste, particularmente en términos de pobreza y desigualdad. Aunque Milei ha mantenido el respaldo de una parte significativa de la población, la capacidad del gobierno para generar resultados tangibles que beneficien a los sectores más golpeados será crucial para sostener su popularidad.
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