Ha muerto en Miami, exiliado, el notable pintor, grabador, dibujante, diseñador y fotógrafo cubano Arturo Cuenca Sigarreta, a la edad de 65 años y tras una prolífica carrera en las artes visuales contemporáneas. Aunque no se aclaran aún las causas de su fallecimiento, se sabe que el cuerpo del artista fue hallado por vecinos en su apartamento este jueves 19 de agosto.
"Y en medio de tanta tristeza, se va Cuenca y nos deja más solos. Buen viaje, Arturo. Tu luz siempre contigo", posteó su amiga, Esther María Hernández, al dar a conocer la noticia en Facebook.
Natural de Holguín, Cuenca se graduó de Pintura en la Academia Nacional de Bellas Artes de San Alejandro, en La Habana, y de Literatura en la Escuela Nacional de Instructores de Arte. Su actividad pictórica comenzó a descollar desde muy temprano, y ya para la década del '80 era uno de los núcleos del llamado Movimiento de la Nueva Plástica Cubana.
Así lo avalan sus reconocimientos en ese período, como el Premio Nacional de Paisaje, en 1982; premio en Instalación el Salón de Pintura de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en 1985; premio en Fotografía del Concurso 13 de Marzo, Galería L, La Habana, en 1986 y el premio en Grabado del Encuentro de Grabado’87, Museo Nacional de Bellas Artes, en 1987.
Circunstancia que lo llevó además a exponer en eventos tan importantes como la XIéme Bienal de París en el Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris, Francia, en 1980 y en 1983 el Centro Cultural de Bechem, Bélgica. Cuenca también fue uno de los fundadores y promotores de la Bienal de La Habana en sus orígenes.
"Buen viaje Arturo Cuenca (...) Mi generación no podrá olvidarte. Siempre fuiste un artista total un hombre diferente. Lo fuiste tanto que el círculo se cierra temprano. Veo a los de hoy escandalizar y me dan risa. Tú lo creaste todo desde el alma e hiciste de la ciencia: ideología. Luz para ti, hermano", dijo el realizador y amigo Juan Pin Vilar.
Como la mayoría de creadores cubanos de la generación de los '80, Cuenca fue un transgresor no sólo en el sentido de la experimentación artística, sino también en el campo de las ideas críticas a la ideología rancia del régimen de la isla, cuya política cultural ha estado marcada por la exclusión del pensamiento disidente y la ausencia de libertades.
En su trayectoria no puede dejarse de mencionar la sonada disputa en febrero de 1988 con Carlos Aldana, por entonces ideólogo del Partido Comunista de Cuba, en el ámbito de un debate con intelectuales al que había asistido Fidel Castro. En esa ocasión el artista defendió fervientemente sus ideas expresadas en un congreso de la UNEAC, sobre la necesidad de separar el arte de la ideología, lo que desató la ira de los dirigentes y en particular de Castro, quien comenzó a considerarlo como un enemigo político.
Al año siguiente, y ante la situación hostil que enfrentaba en Cuba, el artista ya se encontraba en México, donde gestionó el Centro Cultural NinArt, para la promoción de sus colegas en el exterior. Él mismo se convertiría oficialmente en exiliado en 1991, cuando se estableció en la ciudad de New York, Estados Unidos.
"Arturo Cuenca, Saltimbanqui de la obra que mami adoraba, mi profesor de teatro japonés, mi peluquero mi diseñador privado y ese hombre que estéticamente me mostró un camino donde el arte y los vestidos se vuelven escudos. ¡Adiós, saltimbanqui querido! Este es el fin de una era", expresó la escritora y amiga Wendy Guerra.
Tras 20 años en New York, se trasladó a Miami, donde continuó su brillante carrera en las artes plásticas, y donde generó el estilo que él mismo denominó 'palimpsesto', por la superposición de planos en el lienzo, incluso cuando se trataba de la fotografía, en un intento por emular a la realidad, tridimensional, con los múltiples puntos de vista de las ideas.
En 1992 recibió el premio de la Fundación Cintas, una beca de creación de relevancia en el arte neoyorquino, por su serie fotográfica "Homeless: Subjective and Objective Images", sobre el entorno de esa urbe a la que apenas empezaba a conocer.
Así expuso sus experimentos visuales en importantes espacios, como la Intar Latin American Gallery, New York, 1993 o ya radicado en Miami, en el Museum of Art, de Fort Lauderdale, Florida, en 2002.
Actualmente su obra, dividida según algunos críticos en tres etapas: Cuba, New York, Miami, se encuentra en colecciones permanentes de más de veinte museos, galerías e instituciones en Estados Unidos, Europa y América Latina. El Museo Nacional de Bellas Artes y la Fototeca de Cuba conservan también parte de la obra de este imprescindible del arte cubano, que ya está siendo despedido en redes sociales por un gran número de personas allegadas y admiradores.
"Adiós, Arturo Cuenca, el eterno flaco de las gafas estrafalarias, pintor filósofo, sabio locuelo de aquellos años 80, cómplice de los tiempos en que tantos artistas de mi generación nos dedicábamos a crear islas dentro de una isla eternamente maldita para no morirnos de asfixia espiritual. Quedarás en el panteón de mi generación. Siempre entre los más iconoclastas, siempre con un piropo imaginativo por saludo. Te extrañaremos, flaco. Y sí, las ninfas seguimos existiendo bajo la mirada de poetas como tú", posteó la escritora Daína Chaviano.