A LA CÁMARA DE LEGISLADORES QUE RESULTE DE LAS ELECCIONES GENERALES CONVOCADAS EL 23 DE JULIO DE 2023
11 de julio de 2023. Plaza de las Cortes, Madrid.
En el segundo aniversario de las históricas protestas del 11 de julio, los cubanos sostenemos con firmeza y verdad, legítimos, nuestros reclamos de libertad.
En las plazas públicas de las capitales europeas y americanas nos reunimos sosteniendo intacta la voluntad de cambio democrático pleno, el reconocimiento de la pluralidad política y social, la edificación de un estado de derecho basado en la independencia de poderes y de la capacidad de elegir libremente a nuestros gobernantes. Los ciudadanos no se deben a sus gobiernos, son los gobiernos quienes han de rendir cuentas y ofrecer servicio a la voluntad de los ciudadanos.
Hace dos años, ante el levantamiento ciudadano pacífico y desarmado, Miguel Díaz-Canel respondió con una orden de combate que puso al país al borde de un conflicto civil. Hoy son más de 1.047 los presos políticos, al menos 35 menores de edad y 116 mujeres, todos sometidos a tortura, según el informe publicado ayer por la organización Prisioners Defenders. El 11 de julio lo dedicamos a ellos, a los condenados, los perseguidos, los exiliados y los asesinados por la dictadura. No hay parte que haya sido en vano. Nada podrá mitigar la realización de la libertad.
La comunidad cubana en Madrid ha venido a la Plaza de las Cortes para solicitar a la cámara de legisladores que resulte de las elecciones generales del próximo 23 de julio, que el Estado español se ponga del lado de las fuerzas democráticas y no de la élite militar corrupta en el poder. Para que sean los derechos humanos, y no los intereses económicos, los que determinen la política exterior española hacia el principal aliado de Putin en Latinoamérica. España ha de recordar los lazos culturales y familiares que la unen a Cuba, a su gente, no a los usurpadores del poder.
Esta no es una batalla de bandos políticos, es una batalla entre la ascendencia de la virtud y la genuflexión autoritaria. De las distracciones que resultan de reducirlo al ámbito de la trinchera política se nubla y debilita el rumbo de las fuerzas que sostienen al mundo democrático.
Usamos nuestra voz para amplificar la de quienes, tras las rejas, la dictadura busca sin éxito silenciar.
Confiamos en que España escuchará.