La crítica situación límite de Cuba ha abierto la voluntad de muchos para contribuir con ayuda humanitaria con sentido de emergencia creada, no solo por el último huracán, sino, y sobre todo, por la ineficiencia del modelo económico totalmente arcaico que ha acumulado la pobreza, la vulnerabilidad y la urgencia de una asistencia inmediata, concreta y directa.
Como es usual, comenzamos recordándonos lo que se entiende como ayuda humanitaria y sus diferencias con una acción humanitaria:
Ayuda humanitaria: “La ayuda humanitaria es una forma de solidaridad o cooperación, que generalmente es destinada a las poblaciones pobres, o a las que han sufrido una crisis humanitaria, como los provocados por fenómenos naturales o una guerra”.
Acción humanitaria: “La acción humanitaria tiene como objetivo proteger y salvar vidas, prevenir y aliviar el sufrimiento humano y atender las necesidades básicas de la población desde una perspectiva de reducción de la vulnerabilidad y fortalecimiento de capacidades”.
¿Cuál es la diferencia entre acción humanitaria y ayuda humanitaria?
A diferencia de socorro, que es el mero acto de asistir, la acción humanitaria, en su desarrollo está revestida de una propuesta ética y en su alcance de elementos de protección y garantía de la ayuda que le hacen trascender a la noción de socorro.
Una vez que tenemos más clara la diferencia entre ambas formas de solidaridad humanitaria, quiero destacar y rendir homenaje expresando mi total solidaridad con todas las formas de ayuda humanitaria puntual y directa, sin burocracias ni dilaciones.
Especialmente es de reconocer y agradecer tres formas complementarias de ayuda humanitaria:
- La solidaridad interpersonal, espontánea, entre familiares, amigos y vecinos. Aunque no es suficiente, es de agradecer y homenajear esta actitud que caracteriza a la mayoría de nuestro pueblo. En ocasiones es una ayuda desconocida, sin alardes ni propaganda, es la más directa, entrañable y confortadora.
- La ayuda de emergencia de organizaciones no gubernamentales entre las que destaca la enorme y honorable labor de Cáritas, órgano de la Iglesia Católica, que cotidiana y muchas veces silenciosamente, garantiza con urgencia y cariño una solidaridad efectiva y afectiva al recibir, canalizar, distribuir y monitorear las ayudas y donaciones que la propia comunidad cristiana y otras instituciones, ONGs, o gobiernos, aportan ante las crisis humanitaria. La Cruz Roja Internacional y otras organizaciones de la sociedad civil independiente cubana, realizan también una loable ayuda.
- Las ayudas provenientes de gobiernos y organizaciones internacionales como las agencias de la ONU. Esta asistencia humanitaria debería ser canalizada y monitoreadapor las ONGs y los propios ciudadanos hasta su destino final para garantizar que llegue efectiva y rápidamente a los más necesitados.
Libertad y derechos humanos para salir de la crisis
Una vez reconocida y agradecida esta ayuda humanitaria que es absolutamente necesaria y urgente, deseo reflexionar en lo que, en mi opinión, no solo complementa estas ayudas puntuales sino que le dan sentido, integralidad y solución desde la raíz resolviendo las causas de la pobreza, de la acumulación de factores económicos, políticos y sociales de las crisis humanitarias.
En efecto, para que la ayuda humanitaria no sea solo una asistencia circunstancial y temporal, aunque siempre necesaria, debemos identificar y cambiar las causas profundas y estructurales que provocan la acumulación sistémica de las crisis, las diferentes pobrezas materiales, éticas y espirituales.
Caridad y Justicia
He aquí dos binomios de la fórmula que contribuirá eficazmente a la promoción de un desarrollo humano integral, como postula la Doctrina Social de la Iglesia. Ninguna de las dos debe ser excluida. Justicia y Caridad son como el cuerpo y el alma de la solidaridad humana.
Caridad sin justicia remedia pero no cura. Caridad sin justicia es aliviar las consecuencias y disimular las causas. Caridad sin justicia es pan para hoy y hambre para mañana.
Por lo contrario: Justicia sin Caridad, sin Amor, es la suma injusticia. Justicia sin Caridad es deshumanizante. Justicia sin Caridad es ir a las causas olvidando y abandonando a los que sufren sus consecuencias cotidianamente.
"...pan para hoy y justicia para siempre..."
No nos engañemos, cuando ejercemos la solidaridad puntual, sin tratar al mismo tiempo de hacer consciente y cambiar las injusticias estructurales que provocan la pobreza, la dependencia del Estado, que hacen más vulnerable cada vez a los damnificados y a los marginados, estamos yéndonos por las ramas mientras se pudre la raíz del árbol.
En mi opinión, lo deseable, lo más eficaz y oportuno, sería lograr combinar ayuda humanitaria con la libertad y los derechos humanos necesarios para que cada ciudadano, cada familia y cada organización de la sociedad civil puedan emprender su propio proyecto de vida, puedan organizar libremente su economía y su empresa y puedan también.
Y, al mismo tiempo, organizar con libertad y responsabilidad, tanto la ayuda solidaria puntual como los cambios estructurales que conducirán de la pobreza y la dependencia, al progreso y el desarrollo humano integral y social.
Así sanaremos el árbol nacional y veremos rápidamente los frutos de justicia, solidaridad, libertad y prosperidad que merecemos todos los cubanos. Es decir, pan para hoy y justicia para siempre.
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