La inclusión de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en las actuales circunstancias, obliga a una nueva reflexión seria sobre los parámetros de selección. No se pueden analizar de manera infantil las dinámicas de la democracia: que Cuba haya resultado electa por mayoría de votos no indica que, detrás de ese proceso, haya existido un análisis mesurado y competente del ambiente de los derechos en la isla, sino que hubo una poderosa y extensa campaña del gobierno para acreditar al país, consabidas seducciones políticas.
La medicina, por ejemplo; un país que preste desinteresadamente servicios médicos merece, incluso, el Premio Nobel. Claro, ese país no es Cuba, esos servicios no son desinteresados porque, además de las cifras que la isla cobra por cada médico, se queda también con un porciento de sus salarios, de manera que se podría introducir el tema de la “esclavitud moderna”. O esas campañas con niños para sensibilizar al mundo, pedofrastia en suma.
Creo que la ONU debe repensarse sus postulados de selección, revisar los países miembros, llevar un estricto control sobre las violaciones más elementales de los derechos humanos. Su mediación para los conflictos internacionales ha dejado muchos vacíos en sus operaciones, lo cual demuestra su caducidad no solo como institución sino como manera política de entender las relaciones internacionales. Hoy, Cuba junto a Rusia y China, comparten sillas en ese teatro inservible que es el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Hoy pienso en la palabra derecho, en la palabra humano, en la palabra silla y en la palabra silencio; cada una llena de espinas que componen la máscara política de esta isla que ha sido electa para formar parte de una organización que vela los derechos humanos.
Creo válido acotar que en la Declaración Universal de Derechos Humanos es un documento elaborado por representantes de todas las regiones el mundo, amén de los antecedentes jurídicos y culturales. Fue proclamada en París, el 10 de diciembre de 1948, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, como un proyecto ecuménico para todos los pueblos. Esta Declaración tiene 30 artículos que son necesarios e inviolables para los países miembros.
Habiendo revisado los artículos, me encuentro estos que reproduzco a continuación. Me he tomado la libertad de analizar cada uno en el contexto cubano. La silla de las espinas: he leído la carta y se avalanchan sobre mí los traumas de este país, presenciamos el gabinete gubernamental más mediocre de la historia de este país; tenemos en la memoria el peso de la violencia diaria.
Me pregunto, sentada en la silla de las espinas: ¿cuándo el gobierno cubano pidió perdón por las vidas que hundió con el remolcador 13 de marzo? ¿Cuándo reconoció los fusilamientos ilegales y los juicios sumarios a menores de edad? Habrá que recordar, si acaso nos queda vergüenza, que esos cubanos que una vez fueron despedidos de este país a punta de piedras, hoy sostienen económicamente el disfuncional sistema, porque están bajo un perenne chantaje del gobierno. ¿Cuándo el gobierno reconoció que iniciaron las purgas en las universidades, hace solo unos cuantos años atrás y bajo las mismas lógicas castristas de ahora, en contra de los homosexuales, los religiosos? Nadie parece recordar que las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), eran verdaderos campos de concentración de la mal llamada “lacra social”. Pienso en la guerra en Angola, donde el gobierno envió tropas cubanas, jóvenes menores de 20 años; una guerra sin nombre, impropia, donde muchas madres se despidieron de hijos y regresaron polvos de medallas.
Que la vergüenza no nos impida reconocer que en Cuba no hay democracia, que nadie votó por el presidente (me pregunto si alguien votó por Fidel Castro o su hermano Raúl, de cualquier manera siempre hubo solo un candidato). Que nadie olvide jamás que en Cuba, que hoy se sienta en cómodas sillas a juzgar sobre Derechos Humanos, la Seguridad del Estado vigila, extorsiona y amenaza a los intelectuales, a los periodistas. La cesura de músicos y escritores. La injerencia en Venezuela, hasta convertirla en un país con paupérrimas condiciones de vida, un país hecho escombros.
Hace justo unos días comenté en mi artículo Vindicación a la disidencia, acerca de los actos de repudio en la isla, la persecución de los intelectuales, la violencia de la policía y los cuerpos represivos. Hace pocos días en este país se presenció el horror contra jóvenes cubanos opositores al régimen. Opositores a los que le han sido escindidos sus derechos, expropiados, despersonalizados. El pueblo contra el pueblo, los que apoyan, los que se oponen, la gran guerra que el gobierno alienta cada día. Hay que denunciar cada acto que lacere los derechos humanos en este país, basta del silencio y la máscara y la lengua blanca. Hay que quitarse la mordaza cotidiana. La ONU debe o bien insertarse en las dinámicas sociales, preguntar, hacer encuestas, enviar comisiones, o bien desaparecer por su ineficiencia y su carencia de autoridad ante los desmanes de países en dictadura.
Contemplar las espinas en las cómodas sillas del Consejo de los Derechos Humanos, apilar debajo los escombros de la nación, ver los rostros censurados de la paciencia. Decir, con perentoria voz: sean bienvenidos, pasen, este es el banquete, abran los brazos al cielo, coman esta hoz y estos martillos finísimos; estos son sus derechos: aspirar a la paciencia sin justicia.
He seleccionado los artículos que a mi juicio Cuba viola constantemente, sin embargo, ofrezco además el link a la completa Declaración Universal de los Derechos Humanos. Dejo los artículos para que usted verifique, sin que medien más ejemplos, solo la memoria de este país traumado por el eterno enemigo invisible y la guerra sin nombre. Militarizados, obligados al culto de la autoridad. Esto solo puede leerse con los ojos del horror, porque los de la complacencia son ciegos.
Selección de artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos:
2. Todas las personas somos iguales sea cual sea nuestro origen, etnia, color, sexo, idioma, religión, opinión política o cualquier otra condición.
3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a su seguridad personal.
6. Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica: es decir, ser tenido en cuenta por las leyes nacionales e internacionales.
7. Todos somos iguales ante la ley y tenemos, sin distinción, derecho a igual protección de la ley.
8. Todos tenemos igual derecho a protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.
9. Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.
10. Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado
11. Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
12. Toda persona acusada de delito tiene derecho a la presunción de su inocencia.
13. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación.
14. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
15. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.
18. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.
19. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.
20. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión.
21. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas.
26. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado […].
27. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad […].
28. Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.
30. Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados.
Nota Bene: Declaración Universal de los Derechos Humanos.