La serie de contenidos agrupados con el nombre "Para Elisa", son un proyecto editorial de nuestro colaborador Amilkar Feria, quien compendia reseñas periodísticas publicadas por él entre 2008 y 2013. En su mayoría, el contenido se centra en la actividad artístico-pedagógica desarrollada en la Universidad de las Artes (ISA).
Nuestra publicación se hace eco de este acontecimiento editorial en proceso, compartiendo testimonios actualizados de algunos de los protagonistas de sus páginas.
Amilkar Feria conversa esta vez con Anamely Ramos González, profesora de Arte Africano y Arte Cubano.
Amilkar Feria: ¿Qué trascendencia tuvo para ti el vínculo pedagógico con el ISA durante los años en que impartiste docencia?
Anamely Ramos: Nunca olvido mi primer día en un aula, esa pila de caritas expectantes, yo nerviosa. Recuerdo que pensé que esa sensación se me pasaría con el tiempo, pero no fue así, siempre sentí esa mezcla de excitación y temblor, y lo agradezco, porque eso me ayudó a no confiarme.
Creo que lo más importante de todo ese proceso de la docencia era que uno se exponía, entregaba algo, por lo que no puedo pensar en una profesión más generosa. Ese momento relativamente corto de la clase, era el resultado de muchas horas de búsqueda, reflexiones, trucos para mantener la atención; por lo que no miento cuando te digo que fue como estudiar de nuevo la carrera, y aprender a medir las palabras y hasta la atención.
Por suerte, junto a la docencia, también comenzamos un proyecto de curaduría que nos permitió relacionarnos más cotidianamente con los estudiantes y crear juntos. De esa manera, la conversación que se daba en el aula se extendió a otros espacios de la universidad y de la ciudad. Creo que fui libre mientras pude, mientras me dejaron, y cuando ya no se pudo más desde allí, pues hubo que tomar decisiones difíciles, pero necesarias para mantener la libertad. Me gusta creer que aun así la conversación no terminó, sino que se transformó en otra cosa.
AF: ¿Cómo ha sido tu recorrido profesional desde que ejerciste como docente en el ISA hasta la actualidad?
AR: Mi recorrido profesional desde el 2019 hasta la actualidad, sigue estando marcado por esa expulsión del ISA por razones políticas. Mi vida entera ya nunca más fue igual desde que decidí involucrarme en acciones de reivindicación social en mi país. De repente, todo ese discurso de la unión de la teoría y la práctica, con que te saturan en la academia, estaba haciéndose vida para mí. Era cuestión de saltar o dar media vuelta. Y por supuesto, yo salté. Luego, en 2021, fui a México a hacer un Doctorado en Antropología que estoy pronta a terminar.
Mi idea nunca fue abandonar definitivamente Cuba, no solo porque es mi país, sino porque a Cuba están unidos muchos de mis sentidos vitales. Sin embargo, la vida es antidemocrática, como decían mis queridos estudiantes angolanos, por lo que me ha tocado residir en Estados Unidos e ir aprendiendo con mucha resistencia, las distintas acepciones de la palabra exilio.
Aquí he trabajado en una bakery, en un bar; he aprendido a diferenciar la espuma del café capuchino y del café latte, y los distintos ingredientes de los cocteles que antes solo conocía por las películas. Pero, sobre todo, mi sensibilidad y mi capacidad para conectar con otros modos de vida, ha crecido. Hoy sé explicar de varias maneras, lo que antes solo podía explicar de una, y todos los días me invento temas y programas nuevos para los libros que sé que escribiré y los cursos que impartiré.