El domingo 13 de abril falleció en Lima el destacado escritor peruano Mario Vargas Llosa, a causa de una neumonía. Su muerte tomó por sorpresa a familiares y amigos, que apenas dos semanas atrás habían celebrado con él su 89 cumpleaños. En un breve comunicado, sus hijos confirmaron el deceso y anunciaron que, siguiendo la voluntad del escritor, sus restos serán incinerados.
“Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores alrededor del mundo, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá. Procederemos en las próximas horas y días de acuerdo con sus instrucciones. No tendrá lugar ninguna ceremonia pública. Nuestra madre, nuestros hijos y nosotros mismos confiamos en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos”, explicaron los hijos del escritor, Álvaro, Gonzalo y Morgana.
Uno de los intelectuales más influyentes de Iberoamérica
Reconocido con el Premio Príncipe de Asturias en 1986, el Premio Cervantes en 1994 y el Nobel de Literatura en 2010, Vargas Llosa ha sido considerado uno de los diez intelectuales más influyentes de Iberoamérica y es el último de los grandes escritores del boom latinoamericano; al que también pertenecieron el argentino Julio Cortázar, el mexicano Carlos Fuentes, y el Premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez.
Sus novelas La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966), Conversación en La Catedral (1969) y La guerra del fin del mundo (1981) lo confirman como uno de los más importantes novelistas de la lengua española.
En 1971, tras la detención de los escritores cubanos Heberto Padilla y Belkis Cuza Malé, Vargas Llosa criticó duramente la deriva totalitaria de la revolución encabezada por Fidel Castro. Este episodio, junto a su permanente crítica a los regímenes tiránicos del continente americano, marcaron su ruptura con el gobierno de la isla.