DEL MANÁ MATERNAL
Supe que esa imagen pura,
Santa emanación del cielo,
Era el amparo y consuelo
De toda infeliz criatura.
Juan Cristóbal Nápoles Fajardo
«La Virgen de la Caridad»
Los orígenes de la lírica cubana y la construcción de la identidad nacional son realidades indisolublemente unidas, que muchos estudios han permitido relacionar, mientras una de las manifestaciones claves que forman parte de ese proceso, menos subrayadas, lo es la fe religiosa, especialmente el culto a la Virgen de la Caridad. Véase que un lapso de poco tiempo, casi nada en medio de la protohistoria de una nación, separa el surgimiento del que se conoce como primer poema cubano, Espejo de paciencia (1608) y el hallazgo de la imagen que se venera en El Cobre (1612).
Pero, detalle no menos significativo: el relato de Silvestre de Balboa termina cuando Gregorio Ramos, seguro seguido por sobrevivientes del combate y pueblo bayamés en general, «fue al templo de la Virgen [...] y dio las gracias a la Madre e Hijo/ de la nueva victoria y regocijo», donde se entonaron cantos a propósito.
Además, si el motete que acompaña al texto épico es un botón de muestra de las letras oídas esa vez en el «templo de la Virgen», podemos valorar que la primera obra cubana que llega hasta nosotros surgió «dedicada» a la Madre de Dios, cuyo culto ya estaba presto a encontrar en la misma zona oriental una imagen autóctona dentro del que significaría un largo viaje de acriollamiento, cubanización e interiorización.
Por varios motivos no debe extrañar al lector que, siendo la presente una selección poética libre de normas estilísticas, delimitada únicamente por la presencia de la Virgen de la Caridad del Cobre, predomine la décima. En primer lugar, constituye un adelanto de un libro en preparación, cosecha de siglos de poesía cubana que refleja la imagen de la Patrona de Cuba, donde he recopilado exclusivamente aquella estrofa que el pueblo prefiere para su expresión natural en las vertientes orales.
Pero lo más decisivo es que así lo ha querido la tradición, como también fue voluntad de importantes autores —por ejemplo, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo y Emilio Ballagas—, cuando se inspiraron en la Virgen cubana, asumir el molde de la décima con su aire popular. Nos inclinamos por incluir en esta muestra representativa solo a autores contemporáneos y la mayoría de la provincia avileña.
El reflejo de este viaje en la poesía cubana ha estado posibilitándose con tormentos, gozos, milagros y delicadezas naturales. Es un camino sobre las olas, que viene del mar picado y allí vuelve, por lógica espiritual, construido a base de sentimientos, imaginación, oraciones, silencios, ritos y, también, contrariedades, como nunca faltan en una relación auténtica entre madre e hijos verdaderamente fuerte: aunque a veces pareció borrarse, aquí está y continúa.
Francis Sánchez
(Consulta aquí. el archivo PDF del cuaderno con la selección poética completa)
VIRGEN DE LA CARIDAD
Virgen de la Caridad,
gran madre de los cubanos,
la bendición de tus manos
tiéndelas con voluntad.
Siempre has sentido piedad
por los humildes y el pobre,
para que viva y le sobre
eres buena y generosa,
reina, Virgen poderosa
de la Caridad del Cobre.
Francisco Javier Rodríguez González
(Cruces, Cienfuegos, 1917. Reside en Ciro Redondo)
INVOCACIÓN DESDE EL FONDO DEL ABISMO
En casa la tempestad
nos embiste noche y día.
Ven y calla esta agonía,
Virgen de la Caridad.
No tenemos la verdad
en nuestras manos. Los plomos
nos convirtieron en gnomos
antes de nacer. Bebemos
por el triunfo y no sabemos
ni siquiera quiénes somos.
Nuestro emblema es una casta
ahíta de incertidumbre.
¿De qué nos sirve la lumbre
bajo un techo iconoclasta?
Los míos en la subasta
perdieron la fe. Los otros,
espantados como potros,
huyeron con la piedad.
Virgen de la Caridad,
ven, sálvanos de nosotros.
Rigoberto Fernández Castillo
(Sancti Spíritus, 1956. Reside en Chambas)
CLAMOR A LA VIRGEN A ORILLAS DEL MAR
Ven a mí, toma mi voz
y en ella bebe el dolor.
Yo subo, Madre, yo caigo
por la espina de un abrazo,
yo escucho el frío en la espalda
de mi abandono, las ansias
de la flor de mis heridas.
¿Siempre el mar cubrió las islas?
Como una palma a ti vengo,
Virgen, gaviota de sueños.
Ileana Álvarez
(Ciego de Ávila, 1967)