A Cristo Assef, el niño para siempre
I
Si en la noche silenciosa
del amor no te he encontrado,
voy a quedarme enlutado
sin tu barca y sin tu rosa.
Tendré una herida dichosa
en el alma y en el viento,
y así como el sentimiento
se me esconde en tu belleza,
habrá luz en mi pobreza
cuando reciba tu aliento.
Cuando reciba tu aliento
y al fin me ponga dormido
la ceniza de mi olvido
será el suspiro del viento.
Y en este presentimiento
vuela la paloma mía.
Y en la oscura noche fría
de la patria y del hogar
he de volverte a llamar,
Virgen de la angustia mía.
II
Detén en mí tu fineza
de muchacha desposada
y el rastro de tu mirada
me limpie tanta tristeza.
Como el agua en su nobleza
sé tú sobre mi temblor,
que en la humedad de tu flor
se partan los labios míos,
que se calienten los fríos
silencios de aquel amor.
Y yo retorne en lo blanco
de la noche y de la tierra,
como el ave de la guerra,
como el potro del barranco.
A ver entonces si arranco
el duelo de la memoria,
y converso con tu gloria
calladamente callado,
como un niño a tu costado
sin el llanto de su historia.
(Ciego de Ávila, 1966)
Poema publicado originalmente en el libro Derrumbamiento de la espera. Colección Isla, Poesía (Ediciones Deslinde, Madrid, 2023).