La serie de contenidos agrupados con el nombre "Para Elisa", son un proyecto editorial de nuestro colaborador Amilkar Feria, quien compendia reseñas periodísticas publicadas por él entre 2008 y 2013. En su mayoría, el contenido se centra en la actividad artístico-pedagógica desarrollada en la Universidad de las Artes (ISA).
Nuestra publicación se hace eco de este acontecimiento editorial en proceso, compartiendo testimonios actualizados de algunos de los protagonistas de sus páginas.
Amilkar Feria conversa esta vez con Ana Laura Tamburini, estudiante argentina de la facultad de Artes Visuales
Amilkar Feria: ¿Qué trascendencia tuvo para ti el vínculo pedagógico con el ISA?
Ana Laura Tamburini: Entre un viaje y otro, estuve en Cuba 12 años, desde diciembre del 2000. Al principio tenía visa de turista, que no me daba muchas opciones para lo que realmente quería hacer: estudiar allá. Mi peregrinar fue bastante azaroso buscando espacios de estudio y trabajo. Hubo momentos en que estuve ilegal.
Con tal de dilatar mi estancia me vinculé a varias instituciones artísticas. Trabajé a tiempo completo en el Taller de Gráfica de La Habana con Alejandro Sainz y todo aquel equipo. También estuve en un taller que impartía Cecilio Avilez en la UNEAC. En aquellos tiempos, por mediación de René Negrín, regularicé mí situación migratoria.
Aproveché y, durante 3 años en el Taller de Grabado, me preparé para entrar en San Alejandro como una estudiante cubana corriente, con la ayuda de muchos amigos que me ayudaron a permanecer en Cuba de varias maneras.
Después matriculé en el ISA. Esa fue La Escuela. Unificó en mí el arte con la vida y la vida con el arte de forma extraordinaria. Compañeras y compañeros, amigas y amigos, docentes, espacios y naturaleza, enseñando y aprendiendo sin jerarquías. Allí el tiempo regulado no existía, era un tiempo sin tiempo, de libertad y singularidad. Como argentina viviendo en Cuba, fue un privilegio formar parte de una comunidad que me alojó como a una más.
AF: ¿Cómo ha sido tu recorrido profesional desde que te graduaste hasta la actualidad?
ALT: Después de graduarme, seguí realizando un proyecto llamado Romerillo en el ISA, en el que las niñas y niños de una escuela primaria especial colindante a la universidad venían a hacer grabado al taller. Esta experiencia fue maravillosa y una de las primeras que tuve como docente.
Luego regresé a Argentina, donde tuve a mi hija, que ya tiene 9 años. Después de tanto tiempo viviendo en Cuba, me costó trabajo reinsertarme acá. En cuanto llegué, completé el proyecto artístico-editorial Interlunio, que había comenzado allá, con 5 escritores cubanos que me quedaban pendientes, entre ellos tú.
Hoy trabajo dando clases a niños y niñas, algunos con requerimientos especiales y otros no tanto. La docencia es un acto creativo que vivencio como si fuera mi propio trabajo artístico. Esto es algo que viví muy de cerca en el ISA, donde los profesores guiaban las búsquedas personales de cada estudiante.
Aquí no es nada fácil, sobre todo cuando debes tener varios empleos para vivir. En la actualidad, entiendo el arte como un proceso creativo que forma parte de lo cotidiano. Un quehacer espiritual que vinculo con la práctica del yoga y el crear con otros. Una de mis más arraigadas aspiraciones es viajar por el mundo y vivir de mi experiencia profesional mientras lo hago.