María Teresa Freyre de Andrade (1896-1975) fue una de las mujeres más influyentes del campo intelectual del siglo XX cubano. Fue conocida, sobre todo, por sus contribuciones en la educación, la bibliotecología y la lucha por los derechos de las mujeres. Sin embargo, sus desavenencias con las políticas estalinistas del castrismo y su defensa de los intelectuales censurados tuvieron como consecuencia el desconocimiento de su labor para muchos compatriotas de hoy en día.
La profesora Freyre de Andrade nació la Florida el 27 de enero de 1896, ya que su familia estaba vinculada a las luchas independentistas y en ese momento se encontraban exiliados. Su padre fue el general del Ejército Libertador Fernando Freyre de Andrade y su madre Concepción Escardó. En 1897, el primero se hallaba en el campo mambí, así que al finalizar la contienda la progenitora regresó a Cuba con el resto de la familia.
Freyre de Andrade: activista política y feminista
Desde su juventud, María Teresa mostró un gran interés por la educación y la política. Estudió en varias academias extranjeras, en particular en Francia, aunque su doctorado en Ciencias Políticas, Sociales y Económicas lo obtuvo en la Universidad de la Habana con más de cuarenta años en 1942.
En la década de 1930, María Teresa se involucró activamente en el movimiento feminista cubano y se convirtió en una defensora apasionada de los derechos de las mujeres, promoviendo la igualdad de género y la búsqueda de mejores condiciones de vida para las féminas. En 1932, la dictadura machadista asesina a sus tíos Leopoldo, Gonzalo y Guillermo Freyre de Andrade, lo que obligó a la familia a regresar al exilio.
María Teresa también fue una ferviente defensora de la educación y la cultura. Consciente de la importancia de la educación en el desarrollo del país, trabajó en proyectos educativos, en particular en el área de la bibliotecología. En esta rama del conocimiento desplegó una amplia labor: miembro de la Comisión Organizadora de la Asamblea Nacional Pro-Bibliotecas, especialista en la Biblioteca de la Universidad de la Habana y vicepresidenta de la Asociación Bibliotecaria Cubana en 1940.
En las elecciones de 1952 se postuló como senadora por el Partido Ortodoxo, hecho que no se pudo concretar debido al golpe de estado ocurrido en marzo de ese año. En la década de 1950, María Teresa se vio involucrada en los acontecimientos políticos y sociales que llevaron al derrocamiento del dictador cubano Fulgencio Batista. Debido a su labor opositora fue encarcelada en la prisión de mujeres de Guanabacoa. Al salir del penal fue obligada a exiliarse en Francia.
La Biblioteca Nacional: bastión del primer disenso cultural cubano
Con el triunfo revolucionario de enero de 1959, la profesora Freyre de Andrade regresa a Cuba y es designada directora de la Biblioteca Nacional José Martí. Sin embargo, a medida que el nuevo gobierno liderado por Fidel Castro se consolidaba en el poder y mostraba su naturaleza antidemocrática, María Teresa se fue distanciando gradualmente del proceso. A pesar de compartir algunos de los postulados esgrimidos por la naciente Revolución, se posicionaba abiertamente en contra de la censura y la centralización del Poder.
La Biblioteca Nacional se convirtió en un espacio de resistencia cultural bajo el amparo de la Dra. Freyre de Andrade. Numerosos escritores y artistas censurados encontraron en su protección una vía para sobrevivir a las políticas culturales impuestas por el castrismo en la década de los sesenta. Entre ellos se encontraban los origenistas Cintio Vitier, Fina García Marruz y Eliseo Diego, que más tarde comulgaron acríticamente con el Castrismo, o Reinaldo Arenas, contestatario hasta sus últimos instantes.
El propio Arenas, en su autobiografía Antes que anochezca, describe su período de trabajo bajo la dirección Freyre de Andrade en los siguientes términos:
Me interné en aquel mundo mágico de la Biblioteca Nacional que en aquel momento aún gozaba de esplendor bajo la dirección única de María Teresa Freyre de Andrade. Esta mujer pertenecía a una familia aristocrática de tradición revolucionaria. Había sido educada en París y había creado la Biblioteca Nacional, que funcionaba de maravilla bajo su dirección.
El poder político no veía con buenos ojos que la Biblioteca Nacional se convirtiera en un espacio heterodoxo, por lo cual se fue gestando una campaña difamatoria en contra de su directora, apoyada principalmente en argumentos de índole sexuales y en su procedencia aristocrática.
Esto hizo que las autoridades culturales fueran dinamitando la vida interna de la institución, empleando todo tipo de cuestionamientos. Entre ellos, la ocurrencia de supuestos “episodios lésbicos” que atentaban contra la "moral revolucionaria". Frente a estos, María Teresa se proyectó con una mentalidad abierta y desprejuiciada.
Arenas, en el mismo libro citado más arriba, relata del siguiente modo los últimos días de Freyre de Andrade en la Biblioteca Nacional:
Poco a poco los enemigos empezaron a formar cabezas de playa diciendo que María Teresa era lesbiana, aristocrática, contrarrevolucionaria, y terminaron logrando su destitución (…) El director entonces pasó a ser nada menos que un oficial de la policía de Fidel Castro; el capitán Sidroc Ramos. María Teresa dejó la Biblioteca llorando.
La dirección de la Dra. Freyre de Andrade en la Biblioteca Nacional entre 1959 y 1967 fue una época de renovación científica. Sus aportes teóricos y laborales facilitaron la modernización del trabajo en las colecciones documentales de la institución. Asimismo, durante su gestión tuvo lugar la creación de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas en el país.
Después de su jubilación forzada y acaso renuente a comenzar su cuarto exilio, la intelectual decidió optar por el insilio. María Teresa Freyre de Andrade, la hija del mayor general de la Guerra de Independencia que decidió permanecer a toda costa en su país, falleció en la Habana el 20 de agosto de 1975.
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