El primer ministro cubano, Manuel Marrero, anunció este miércoles ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) la introducción de un nuevo régimen cambiario respecto al dólar y el euro que tendrá “mayor flexibilidad”, en el que la tasa de cambio oficial variará diariamente según las condiciones de oferta y demanda.
El objetivo, según Marrero, es competir con el mercado cambiario informal y atraer a los ciudadanos para que vendan sus divisas al sistema bancario estatal. Sin embargo, la medida llega en un contexto de crisis económica profunda y ha generado escepticismo entre economistas y la población.
Una solución tardía y llena de incertidumbre
El mercado cambiario cubano lleva años marcado por distorsiones severas. Actualmente, el dólar estadounidense se cambia oficialmente a 1x24 CUP para personas jurídicas y a 1x120 CUP para personas físicas, mientras que en el mercado informal supera los 320 CUP.
La nueva medida pretende cerrar esta brecha, pero el Gobierno no ha especificado cómo se implementará ni cuál será la tasa inicial, dejando un amplio margen de incertidumbre. Además, el economista cubano Pedro Monreal advirtió que este tipo de políticas, sin una estabilización macroeconómica previa, está llamada a fracasar.
"Roza la superchería económica pensar que puede pasarse a alguna variante de régimen cambiario flexible (todavía no aclarada) y que esta funcione adecuadamente sin haberse alcanzado primero la estabilización macroeconómica", escribió Monreal.
La economía sigue hundida en la crisis
Las cifras oficiales y los indicadores económicos pintan un panorama desalentador. En 2024, el PIB a precios constantes fue inferior al de 2019, mientras que sectores clave como el turismo han perdido competitividad.
La inflación interanual alcanzó un 28% en octubre de 2024, con un aumento del 33.3% en los precios de los alimentos, según datos oficiales, y el déficit fiscal ronda el 10-12% del PIB, posicionando a Cuba entre los países con mayores niveles de déficit en el mundo.
A pesar de estas cifras, el Gobierno sigue apostando por un discurso triunfalista y Marrero afirmó que el país cerrará el año con una reducción del déficit fiscal, aunque las políticas aplicadas, como el incremento de precios de combustibles y bienes básicos, estén golpeado duramente el poder adquisitivo de los ciudadanos.
Por otro lado, la eliminación de exenciones fiscales a las MIPYMES generó más ingresos para el Estado, pero también complicó la operatividad de estos negocios.
Una dolarización que contradice el discurso oficial
La nueva política cambiaria también evidencia una contradicción en el enfoque del Gobierno. Mientras afirman que buscan avanzar hacia la desdolarización de la economía, reconocen las dimensiones de la dolarización informal.
La existencia de un mercado negro donde los precios se calculan en divisas refuerza esta tendencia. Además, la aprobación para que empresas puedan cobrar en divisas, previo consentimiento estatal, podría aumentar las desigualdades económicas.
Por estos motivos Pedro Monreal se mostró crítico con las medidas del régimen, a las que calificó como de insuficientes e incongruentes, mientras señaló que "no hay estabilización macroeconómica cuando el déficit presupuestario en 2024 se mantuvo en el rango de 10 a 12% del PIB que ha existido en los últimos cuatro años, en un nivel que lo hace el segundo mayor déficit fiscal del mundo".
El especialista también destacó que el peso de las remuneraciones en el PIB ha caído dramáticamente, pasando del 46.3% en 2020 al 18.8% en 2023, lo que evidencia una caída brutal del nivel de vida.
Un cambio cosmético para una economía estancada
Aunque el Gobierno presenta la flexibilización cambiaria como una solución innovadora, la medida parece ser más un paliativo que una reforma estructural. Los problemas fundamentales, como la falta de producción, el déficit fiscal, la inflación y la desconfianza en las instituciones estatales, siguen sin resolverse.
El anuncio de Marrero llega en un momento en que la población cubana enfrenta una crisis sin precedentes donde el poder adquisitivo de los salarios fue devastado por la inflación y las medidas fiscales, mientras que el mercado informal sigue siendo el principal canal para acceder a bienes esenciales.
Si la nueva política cambiaria no va acompañada de reformas reales, es probable que solo agrave las tensiones económicas y sociales en este contexto, donde la desconfianza de la población hacia las medidas gubernamentales está plenamente justificada.
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