Ecuador y El Salvador parecen ser dos caras de una misma moneda: la violencia y el terror impuesto por las pandillas. Pero mientras en el país sudamericano escaló vertiginosamente en menos de una década hasta convertirse en el de mayor tasa de homicidios del continente, los centroamericanos no solo abandonaron ese puesto, sino que actualmente ya no consideran a la violencia entre sus principales problemas.
Pese a las críticas que recibe constantemente el presidente salvadoreño Nayib Bukele, es un hecho que logró detener la sangría en su país, pagando un precio que el periodista Óscar Martínez definió como “paz sin justicia”, debido a las constantes violaciones de derechos humanos cometidas por el Ejército para contener a las “maras”.
En cambio, los dos últimos gobiernos ecuatorianos vieron como la criminalidad y las pandillas dedicadas al narcotráfico se iban apoderando del país sin conseguir frenarlas con sus medidas, por lo que el actual presidente Daniel Noboa, que lleva apenas dos meses en el cargo, parece optar por la estrategia salvadoreña para devolver la paz a la nación.
¿Noboa aplicará el “modelo Bukele”?
Las autoridades ecuatorianas se encuentran ante un desafío sin precedentes tras la “guerra” declarada por el presidente Daniel Noboa a las pandillas, luego de que estas tomaran seis cárceles del país, propiciaran la fuga de los dos principales líderes criminales en la misma semana e iniciaran una ola de terror en las ciudades más pobladas.
En medio de esta situación muchos han pedido calcar la estrategia de Bukele en El Salvador, y aunque Noboa no lo ha reconocido públicamente, los últimos acontecimientos apuntan hacia ahí.
Un policía ecuatoriano confirmó esta semana a Árbol Invertido que, llegado a este punto de enfrentamiento con las organizaciones criminales, “el presidente, la Policía Nacional y el Ejército de Ecuador reafirman su compromiso de cuidar y mantener la tranquilidad del pueblo de este país, por tal motivo no daremos un paso atrás con las disposiciones emitidas de mantener un estado de guerra. Con las mafias no se tranza, por ende, en todo momento serán objetivos militares estas agrupaciones terroristas”, mientras insistió en que todo estará enmarcado en el “respeto a los derechos humanos”.
“Ahora, con un mando decidido, en medida de lo posible, se intentará tomar como ejemplo a nuestros amigos salvadoreños, pero siempre con miras hacer mucho mejor las cosas. El Ecuador tiene que ser un país de paz, como antes lo fue. Los delincuentes no nos doblegaron, aquí manda el pueblo soberano y será representado siempre con el mayor de los compromisos por la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. Mano dura siempre con ellos”, añadió el policía, cuya identidad prefirió reservar.
La afirmación del agente policial confirma lo que se viene rumoreando desde la llegada de Daniel Noboa a la presidencia del Ecuador, en relación con la implementación del modelo de Nayib Bukele para combatir la violencia desatada por el crimen organizado en el país.
La estrategia del gobernante ecuatoriano para combatir la violencia, a la que ha llamado Plan Fénix, es todavía una incógnita para los ciudadanos de su país, pues desde su llegada a la presidencia hace dos meses solo ha ofrecido algunos detalles al respecto en entrevistas con la prensa.
Aunque el Noboa no ha reconocido públicamente conversaciones con El Salvador en este sentido, sí ha mencionado al país centroamericano en algunas ocasiones como un referente en el combate a las pandillas.
Un ejemplo de ello fue al referirse a la situación de las prisiones en una entrevista en diciembre, cuando anunció que en Ecuador se comenzarían a construir dos cárceles de máxima seguridad como las que hizo Nayib Bukele en El Salvador.
Son "igualitas porque es la misma compañía, el mismo diseño que hizo (para) las cárceles en México y El Salvador. Para todos los Bukele lovers, es una cárcel igualita", aseguró Noboa entonces.
Este jueves Noboa presentó los planos de las dos primeras cárceles que su gobierno planea construir a semejanza de las que existen en México o en El Salvador para recluir, de la forma eficaz posible, a los integrantes de pandillas y organizaciones criminales.
No obstante, las dos prisiones, que serán construidas en la provincia amazónica de Pastaza y la costera de Santa Elena, serán mucho más pequeñas que las construidas por Bukele, pues en El Salvador albergan a unos 40.000 prisioneros y las ecuatorianas apenas tendrán capacidad para 736.
Entre las innovaciones que tendrán estas prisiones respecto a las existentes en el país, según Noboa, se encontrará un dispositivo de inhibición de la señal celular y satelital, la instalación de sistemas tecnológicos avanzados, el control de acceso de forma digital y analógica, un sistema triple de seguridad perimetral y de autogeneración eléctrica.
De acuerdo con declaraciones realizadas este jueves por el presidente ecuatoriano, más de 38 países le han ofrecido ayuda para resolver la crisis que atraviesa el país. Mientras tanto, su ministra de Relaciones Exteriores, Gabriela Sommerfeld, viajó a Washington para exponer la situación al Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA).
¿Cuál es la situación actual de Ecuador?
Ecuador se encuentra sumido en una crisis provocada por la violencia desatada por organizaciones criminales dedicadas principalmente al narcotráfico. En los últimos siete años la tasa de homicidios ha subido en más de un 300%, colocando al país sudamericano como el más violento de la región este 2023, cuando se registraron 45 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Tras el agravamiento de la crisis a inicios del 2024 con el asalto a seis prisiones por parte de los criminales, tomando como rehenes a un total de 175 funcionarios penitenciarios, el presidente del país, Daniel Noboa, declaró la “guerra” a 22 bandas, a las que calificó como “organizaciones terroristas”.
De acuerdo con medios ecuatorianos, la población permanece atemorizada por la confrontación entre las pandillas y el Estado, que ha incluido el secuestro de policías, la explosión de coches bomba, el incendio de automóviles en las calles y el asalto a un canal de televisión en la ciudad de Guayaquil, la más afectada por el crimen organizado.
Actualmente, tras la orden del Gobierno de neutralizar a las bandas criminales, los agentes de la policía e integrantes del ejército realizan controles a transeúntes que en algunos casos recuerdan a los implementados por Bukele en El Salvador, pues quienes tengan tatuajes de leones o águilas, símbolos de las principales pandillas del país, pasan a ser sospechosos.
Sobre esta situación, la investigadora y docente ecuatoriana especializada en temas de seguridad, Clara Álvarez, dijo a eldiario.es en una entrevista que “Ecuador necesita mano dura, el cumplimiento de la ley para que haya un control y un orden social”, pues “las bandas criminales están pasando el límite de lo permitido, pero si las fuerzas del Estado están permeadas por estas mismas bandas, ¿es posible contener la violencia o reducir la criminalidad?”
De acuerdo con la especialista, es fundamental “depurar las fuerzas de seguridad para que no se filtren las decisiones que se toman, necesitamos un mando político que sepa dónde ir y hasta ahora el presidente no ha revelado su plan de Gobierno, necesitamos estudiar los indicadores sociales.
Por último, Álvarez dijo que “necesitamos a un Bukele, pero Bukele se ha interesado por los indicadores de seguridad y violencia, pero también por los sociales. El Salvador lidera las estadísticas de encarcelamiento de América Latina, pero también ha trabajado sobre los indicadores sociales, sobre el sector económico, sobre la política exterior y sobre la política criminal clara. Tiene una visión un poco más integral del manejo de la sociedad.
El caso de Bukele en El Salvador
El Salvador, uno de los países más violentos de América Latina y el mundo en las últimas décadas, logró revertir totalmente la situación este año, cuando según el Gabinete de Seguridad del país solo ocurrieron 154 homicidios, fruto de las políticas implementadas por el presidente Nayib Bukele.
De acuerdo con los datos del Gobierno, la tasa de homicidios en 2023 se redujo a 2,4 por cada 100.000 habitantes, en comparación con los 7,8 de 2022, cuando se registraron 495 homicidios y los 18,1 del 2021, con 1.147.
Es innegable que la estrategia de Bukele ha dado los frutos esperados, pues las llamadas “maras”, luego de convertir a El Salvador en el país de mayor tasa de homicidios a nivel mundial, han sido prácticamente desarticuladas tras el encarcelamiento de más de 60.000 personas, lo que representa el 1% de la población del país.
El hecho es que El Salvador dejó de ser el país más homicida del mundo a cambio de registrar la mayor tasa de personas en prisión a nivel global, con un total de 1.536 por cada 100.000 habitantes, según las fuentes del Gobierno, y con un Estado de Excepción que lleva más de un año vigente, lo que implica limitaciones al derecho a la defensa jurídica y a ser informado de los motivos de una detención, entre otras cuestiones.
Un informe elaborado en diciembre por Human Rights Watch (HRW) y Cristosalconcluyó denunció que se habían cometido desde la entrada en vigor del Estado de Excepción constantes violaciones de derechos humanos durante los arrestos, entre los mencionaron las detenciones arbitrarias masivas, torturas, muertes bajo custodia y procesos penales abusivos.
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