El marabú es un arbusto o árbol pequeño. Considerado en Cuba como una especie invasora, es tratado como una plaga que afecta el desarrollo de la agricultura.
Es una especie de planta nativa del Viejo Mundo y puede encontrarse en África, la India, el sur de Tailandia y Malasia. En el norte de Australia se la ha considerado como nativa. En Cuba sólo existe una subespecie, Dichrostachys cinerea.
En 150 años, el marabú se ha convertido en la planta que más ha proliferado en Cuba.
Su introducción en la Isla ocurrió a mediados del siglo XIX, no se sabe exactamente cómo. Parece haber comenzado su expansión desde la provincia de Camagüey y de allí al resto de las provincias a lo largo de las principales vías de comunicación. Hacia 1930 ocupaba ya unas 443.190 hectáreas.
En 150 años, el marabú se ha convertido en la planta que más ha proliferado en Cuba. Desde principios del siglo XXI, cerca del 10% del territorio cubano se encuentra invadido, lo que es cerca del 18% de las tierras agropecuarias. Muchos lugares naturales y seminaturales han sido ocupados abrumadoramente por el marabú y han perdido sus formaciones vegetales nativas.
La bienvenida de una invasora
Las plantas consideradas invasoras suelen surgir en ecosistemas que fueron perturbados. En un bosque maduro, con una biodiversidad poderosa, no puede prosperar una especie que pertenezca a otro ecosistema.
La razón principal por la que surgen problemas de especies invasoras, es debido a la destrucción previa del ecosistema, casi siempre por la mano del hombre. Al limpiar zonas extensas de bosques, dejando el suelo a la intemperie, se crean las condiciones perfectas para el desarrollo de las especies invasoras.
De forma natural existen especies de plantas que toman un terreno baldío y prosperan para aumentar la materia orgánica y dar paso a las condiciones que permiten el surgimiento de un bosque maduro. Estas plantas son la herramienta de la naturaleza para comenzar a reparar el ecosistema, y suelen ser las que mejor prosperan bajo las condiciones más duras.
El marabú es una planta que prospera en terrenos secos, y su condición de legumbre la ubica en el grupo de las plantas pioneras: una serie de arbustos que construyen los niveles de nitrógeno en el suelo y garantizan la fertilidad.
Una batalla perdida
Gran parte de la energía gastada en eliminar especies exóticas y plantar nativas se gasta en vano, como lo demuestra el fracaso de tantos proyectos de restauración en los que los no nativos se restablecen después de que se agote el financiamiento o la mano de obra.
Sin grandes cambios en las prácticas agrícolas de uso de la tierra, las campañas para erradicar plantas exóticas fracasan. Asumimos que la naturaleza está cometiendo un error al crear matorrales híbridos de rápida curación, por lo que en lugar de permitir que el hábitat se estabilice, seguimos perturbándolo.
Las plantas oportunistas anhelan el ecosistema perturbado. A menos que dejemos de crear ventaja y perturbaciones, nuestros esfuerzos de erradicación serán en vano, excepto en pequeñas zonas. La mejor esperanza a largo plazo para eliminar la mayoría de las especies oportunistas reside en evitar la alteración del suelo, restaurando bosques intactos. En otras palabras, es necesario crear paisajes más maduros ecológicamente.
Esto sucede con el marabú. Se sabe que el marabú no prolifera con sombra, por lo que el desarrollo forestal con otras especies altas y frondosas lo controla, así como el desarrollo de cultivos densos. En un bosque de frutales esta especie no supone para nada un problema.
El marabú como fábrica de fertilidad
En la agricultura regenerativa se promueve un lema: un bosque solo crece sobre un bosque. Esto significa que para la prosperidad de un grupo de árboles es necesaria una gran cantidad de materia órganica en el suelo. El mejor cultivo son las especies que producen tejido leñoso, pues la madera desarrolla la población de hongos, y esto promueve los niveles de fertilidad necesarios para un bosque.
Técnicas como la permacultura y la agricultura sintrópica redireccionan la visión de la agricultura convencional.
El marabú, al ser un arbusto, produce el material perfecto para nutrir un bosque. Al sumarle su condición de fijador de nitrógeno, se puede considerar como una fábrica de las condiciones idóneas para la creación de fertilidad sin necesidad de utilizar químicos industriales.
Estos son los elementos y principios que utiliza la agricultura regenerativa para producir cantidades industriales de alimentos. Técnicas como la permacultura y la agricultura sintrópica redireccionan la visión de la agricultura convencional y convierten supuestos problemas en condiciones favorables para la producción de alimentos.
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