Este miércoles 15 de febrero la artista cubana Alejandra Glez, nacida en La Habana en 1996, realizó una performace llamada “Volver a Nacer” en el prestigioso Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, España, como parte de la serie Visión y Presencia, un ciclo comisariado por la española Semíramis González con el propósito de visibilizar el trabajo de mujeres creadoras.
Tras finalizar la intervención, una acción que habla “de los de los océanos, del mar y del agua como creadora de vida, y que conecta a las mujeres que la acompañan en un nuevo nacimiento lleno de sororidad y de curación de lo traumático vivido” a través de tradiciones yorubas y taínas, la artista cubana conversó con Árbol Invertido.
Sobre la importancia de trabajar en una institución como el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Glez dijo que para ella “fue un privilegio y también mucha responsabilidad, porque significa hacer historia en un museo tan grande, representando a una cultura muy potente, como la cubana. No lo podía hacer mal. Sentía que tenía que traer algo muy auténtico a Madrid, que refleje quién soy yo, cuáles son mis raíces, y de dónde vengo. Por eso la decisión de hacer un batá a Yemayá”.
Respecto a la acogida del público presente, la artista dijo que cuando terminó la performance y se reunió con las personas que asistieron le dijeron “palabras increíbles, todo el mundo feliz, diciéndome que lo habían sentido. Muchos cubanos me dijeron que estaban muy orgullosos. A mi cuenta de Instagram me llegaron unos 200 mensajes de personas felicitándome, compartiendo historias. Fue una locura”.
“Yo siento que tengo un poder de convocatoria potente, pero es basado también en el equipo que hay detrás, que crea la comunicación, en este caso me refiero a María de la Rica, que es la jefa de comunicación de mi estudio y trabaja muy bien siempre las estrategias de convocatoria. Lo que pasó en el Thyssen ayer fue increíble, me dijeron que había unas 300 personas, que se llenó la capacidad. El museo no esperaba tanta convocatoria, tanto público. Hubo personas que no pudieron ver la performance. El director del museo me felicitó, me dijo que hace tiempo no sucedía algo así”, agregó Alejandra Glez.
La obra, que contó con la colaboración de la fundación Tara for Women, fue ejecutada por la artista, seis bailarinas y cuatro músicos. “Todas las personas que participaron en la performance son cubanos, desde los bataleros, Yoyi Lagarza, el director musical y pianista, y las bailarinas, que se identifican mucho con Yemayá. La selección no fue hecha en vano. Nadie estuvo ahí por gusto, fuimos seleccionadas por Yemayá y estuvimos con Yemayá vibrándonos en el cuerpo”.
Al ser preguntada acerca de las dificultades para abrirse paso como emigrante en un país europeo, Alejandra Glez dijo que la migración “puede causar muchas dificultades, pero si algo aporta es impulsarte a ser más fuerte y luchar por lo que realmente quieres lograr. Lo único que he hecho desde que llegué es trabajar sin parar hasta que se van viendo los resultados”.
Alejandra Glez, quien suele explorar en su obra la fotografía, el fotomontaje, la instalación, la performance y el videoarte como vehículo creativo, también contó que junto a la comisaria y el museo intentarán llevar “Volver a Nacer” a otros países.
“El 8 de marzo voy a hacer otra performance relacionada con Yemayá en el Museo Afro de Rio de Janeiro, luego me voy a ir a Tel Aviv a hacer una performance allá. También voy a estar haciendo un taller de siete días en Grecia con Marina Abramovich y en una Mesa Redonda en el Museo Dalí de Cataluña. Este año está siendo increíble. El 2 de junio tengo una exposición en Kansas City, EEUU”, comentó, sobre sus próximos proyectos.
La obra de Alejandra Glez se basa “en la identidad femenina a través de puestas en escena cuidadosamente elaboradas y recursos como la serialización, pone de manifiesto muchos de sus conflictos, cuestionamientos e intereses, como el papel de la mujer en la sociedad actual, la descodificación del desnudo femenino, o la percepción de la desnudez como algo natural, entre otros”.
Pese a su juventud, la fotógrafa cubana ha recibido numerosos premios y becas, como la concedida por la Embajada de Noruega en Cuba y la residencia Fugaz: arte de convivir en Perú, en 2018. También formó parte de proyectos como una exposición en el CEART de Fuenlabrada, Madrid, en 2019 y en la Bienal de La Habana ese mismo año.
En 2021 recibió el Premio de Fotografía Joven que entrega la Fundación ENAIRE, que lleva aparejado una exposición en el Jardín Botánico de Madrid dentro del marco de PHotoESPAÑA.