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Julio Llópiz-Casal: "El poder desprecia a todos los artistas por igual"

Entrevista al artivista Julio Llópiz-Casal, miembro del 27N, un "políglota de la imagen" y para quien "el arte no se subordina a los compromisos positivistas que arrastran otras disciplinas humanistas".

Artista: Julio Llópiz Casal
El artivista cubano Julio Llópiz-Casal. | Imagen: Cortesía del entrevistado

No sé cuándo conocí a Julito. Un día, hace cerca de diez años, ya éramos cómplices de algunos episodios en el circuito habanero del arte. Su impronta, como factor emergente de la joven visualidad, comenzaba a punzar la urdimbre del entramado cultural cubano.

Recuerdo mi discreta colaboración para su espacio La Fracción, en Noticias de Arte Cubano. Aquella sección me pareció tan revoltosa, subrepticiamente insertada en aquel periódico, que me recordó un mapa, como los hay, en el que figuraba una estrecha provincia que no encajaba en la demarcación político-administrativa de un territorio. Esa región parecía reclamar soberanía, camuflada para su sobrevivencia en la misma tricromía del poligráfico, pero con un dialecto tan perfectamente reconocible como escindible.

Para Llópiz no parece haber demasiados límites. Su espectro creativo echa garra de cualquier recurso que pueda domesticar. Esa aleatoriedad expresiva, que se desplaza sin compromisos desde la imagen a la palabra, bajo la atenta mirada de un concepto lo suficientemente flexible como para hacer un split en una cuarta de tierra, lo convierten en un políglota de la imagen, que no es lo mismo que polisémico, aunque, según este relato, también lo es.

Ahora mismo hay tantos eventos en transición, que tomaré al Arte como parámetro para conducir esta charla, y, créeme, no se nos va a quedar nada que nos interese fuera.

Muchos artistas e intelectuales universales, sobre todo en tiempos recientes, han tomado radical conciencia de la competencia que el pensamiento y la sensibilidad artística tienen en la sociedad, como factores desencadenantes de procesos fundamentales para su desarrollo, y no como meros acompañantes o ilustradores de los mismos. ¿En qué punto consideras que se encuentra este particular en nuestro contexto?

En un punto muy privilegiado: total autoconsciencia del poder expresivo de Sí, claridad discursiva al 100% y mucho arrojo para recibir los abusivos golpes que el poder lanza constantemente como represalia.

La pregunta de "qué es el arte", interpela constantemente a quienes nos interesa el campo creativo, nos importe más o menos responderla. Desde hace años me seduce, y me provoca cierta paz, la definición que del arte hace el pensador español Fernando Castro Florez, que dice:

"Para mí, hablando de la forma más directa posible, el arte es una zona privilegiada y ambigua de la visión, el dominio en el que sentimos y pensamos de forma diferente a la acostumbrada pero también el tiempo en el que, más allá de la lógica del ocio, intentamos comprender nuestro mundo de una forma ajena al literalismo. Gracias a las obras de arte conseguimos comprendernos mejor a nosotros mismos, aunque sea, al mismo tiempo, un proceso de radical cuestionamiento donde las certezas lógicas quedan en suspenso para dejar espacio a lo poético, lo enigmático o lo inquietante."

Esas "certezas lógicas" son el terreno ideal sobre el que el gobierno instala las trampas que acaban desarticulando todo intento de sinergia emotiva y reflexiva que se pretenda al margen del aparato ideológico del partido. El plano más convencional del lenguaje lo tienen dominado casi totalmente, porque durante décadas han tenido mucho control sobre el alcance del qué se dice y cómo. La horizontalidad discursiva y bidireccional que internet y las redes en cierto modo propician, ha cambiado todo eso bastante. Pero el arte ha dado un poder similar desde siempre, desde antes de tener la "ventaja" tecnológica de la que hoy disfrutamos. El arte no se subordina a los compromisos positivistas que, hasta hoy, arrastran otras disciplinas humanistas. El arte prioriza el placer y no la verdad en términos academicistas y pedantes, por eso cuando logra darle al espectador una certeza, una herramienta para comprender la realidad, es un auténtico regalo, un auténtico tesoro.

Obra de Julio LLópiz: "Claro Presidente"
Obra: "Claro Presidente", 2015. | Imagen: Julio Llópiz-Casal

Si tuviéramos varios puntos enumerados aleatoriamente, como en esos viejos divertimentos de revistas, ¿vacilarías en enlazar con una línea el Decreto 349, el 370, MSI, 27N y 11J, como pautas de un mismo derrotero?

Para nada.

Nunca olvido que en aquellos días en que andábamos un grupo recopilando discretamente firmas para una carta en protesta por el 349 (que se dirigió al CNAP y al MINCULT, y desembocó en aquella reunión con Fernando Rojas y otros funcionarios), un artista al que le pregunté si quería firmarla, lo primero que hizo fue preguntarme si la carta era una idea de Tania Bruguera. También me dijo que él no le veía utilidad a protestar por una cosa que, en definitiva, el gobierno había hecho siempre con o sin Decreto. No pude evitar responderle que lo que a él le pasaba era que estaba muy consciente de que el Decreto se había redactado para tener una herramienta adicional de amenaza contra artistas como la propia Tania, Luis Manuel Otero o Amaury de OMNI, y que él lo que sentía es que no era un artista como ellos y que, por tanto, no sentía que debiera tener algo que temer. Rematé diciéndole "...Pero te equivocas: el sistema desprecia y teme a todos los artistas por igual... Que hoy tengas una relación de conveniencia con él, es puramente circunstancial". No volvimos a hablar. Firmó la carta unas semanas después pero no hizo llegar su firma a través de mí; usó a otra persona. Ha llovido mucho desde entonces. Sería interesante saber qué opina ahora mismo.

El Decreto 370 es un decreto 349, pero de escala extra artística. Se ha contrarrestado más o menos porque los periodistas no estatales se posicionaron fuertemente y denunciaron su puesta en práctica. Aún así pusieron unas cuantas multas abusivas a varios de ellos. Recientemente un tuitero muy popular, con varios miles de seguidores, borró todos sus tuits que llevaban la etiqueta #SOSCuba, luego de un interrogatorio con la Seguridad del Estado. Parecería que no, a la vista de los más incrédulos u oportunistas, pero ese es otro modo más o menos sutil en que el 370 opera.

El MSI es una coalición entre artistas particularmente vulnerables ante el 349, y gente que se siente marginada y despreciada por el poder de modo general; entre otras cosas, han demostrado con sus vivencias que, efectivamente, el poder ha estado y está dispuesto a todo por quebrarlos, relegarlos a la marginalidad y a la diatriba.

Con el 27N resultó que una parte de la ciudadanía sintió la necesidad de, a pesar del miedo, expresar su indignación ante el poder, por el modo brutal y cobarde en que atacaron a los acuartelados de San Isidro; entre otras cosas, puso al descubierto (sobre todo con los asesinatos de reputación que vinieron después) lo que le había dicho tiempo atrás al artista que vaciló en firmar la carta a propósito del 349: que el poder desprecia a todos los artistas por igual.

El 11J fue el síntoma inequívoco de que la población está desesperada ante el hecho de que el Partido Comunista de Cuba no es capaz de gobernar de otro modo que no sea a través de la intimidación y represión al ciudadano, y del regodeo en el atraso económico, social y político, con tal de no dejar espacio a la participación ciudadana en el destino del país y conservar el poder exclusivamente. La gente se cansó de vivir en un caos miserable, que tiene su base en una política de la cual no participan, y de ser culpados exclusivamente de los problemas junto al embargo estadounidense. Todos estos sucesos han sido uno consecuencia del otro.

Obra: Julio Llópiz
"Mi memoria está abierta a interpretaciones", 2017. | Imagen: Julio Llópiz-Casal

Durante tu artivismo, en el plano individual o grupal, para negociar posiciones con la oficialidad, ¿pudieron alguna vez hacerles ver a los funcionarios la frontera que hay entre injerencismo, manipulación, incitación y mercenarismo, en contraposición con los reclamos más perentorios de la comunidad, en este caso, artística?

Yo parto de la base de que "la oficialidad" sabe perfectamente dónde está esa frontera y qué implica la misma, porque la han construido de conjunto con los congresistas cubanoamericanos durante más de sesenta años; es parte del protocolo que sostiene ese tráfico sentimental entre las poquísimas familias que tiene el poder real en Cuba, ya sea desde la Comité Central o desde el Senado.

El injerencismo y el mercenarismo son atrofias artificiales del lenguaje que usan el Partido Comunista y los Ministerios de Relaciones Exteriores y del Interior, para proyectar un espectáculo que va dirigido, principalmente, a la comunidad internacional. Estos resortes del lenguaje no hacen otra cosa que justificar la brutalidad y el abuso con que han actuado ante cualquier reclamo popular, venga de los ciudadanos de a pie, venga del "gremio" artístico, venga de donde venga. Desde el momento en que imponen la sinonimia entre disenso e injerencismo, o entre disenso y pérdida de la soberanía, trastornan el lenguaje, justifican la violencia y ahogan la discusión. Luego, buena parte de la comunidad internacional asume como "entendibles" las acciones del gobierno, pues se trata, técnicamente, de un país pobre y pequeño reaccionando ante la "intromisión en sus asuntos" de una potencia poderosa.

La revolución cubana es un producto más en el mercado; a quienes desarrollan adicción a ese producto no les importa el costo de producción, son adictos y teóricamente "no se les puede pedir más".

Los funcionarios son la vanguardia del "grupo de acción y sabotaje" que instrumenta la Seguridad del Estado contra los ciudadanos para mantener al Partido Comunista en el poder. Siempre he sabido que esa es la actitud a la que tienden los funcionarios. Aposté por el diálogo, a pesar de los vaticinios, porque mis balas son las palabras, como he dicho otras veces. Las balas cargadas de pólvora, las cárceles, los policías, la violencia, no son mis recursos y nunca lo serán.

¿Qué estudiaste?

Historia del Arte.

Aunque sostienes ambos discursos indistintamente, ¿cómo fue esa disolución de la teoría y la crítica en la praxis artística?

Obra: Autorretrato con duro frío de concreto. Julio Llópiz
"Autorretrato con durofrío de concreto". | Imagen: Julio Llópiz-Casal

Nunca he sido un teórico, ni un crítico, ni lo seré. Soy simplemente alguien que se formó en una carrera de lo que se conoce como humanidades, que es un espectador activo, que decidió ser un artista, y que eso es lo que es. El arte para mí es un proceso racional y poético que, si desemboca en algún momento como algo que puede ser entendido como crítica o teoría convencional, debe tener que ver con puntos flojos o incompletos de las convenciones, pero nunca con mi intención. Lo que yo hago es arte y no pretende ser otra cosa. Si algo soy, además de un artista, es un intelectual. Hago todo lo que siento que puedo hacer bien, que genere retroalimentación con otros artistas e intelectuales, y que tribute a mi proceso creativo de algún modo.

Hazme un rápido recorrido por todos los proyectos artísticos a los que has pertenecido, o que has creado.

De 2013 a 2015 estuve al frente de un espacio en el tabloide Noticias de Arte Cubano que se llamaba La Fracción, y que estoy replanteando ahora para la web, dedicado al arte conceptual y al diseño gráfico experimental. Entre 2014 y 2018, aproximadamente, diseñé la Revista de la Vagancia en Cuba junto a mi amigo el escritor Santiago Díaz M. a cargo de la edición; era un magazine enfocado hacia la literatura (cubana y actual, sobre todo) y hacia autores y estilos escriturales bastante alejados del canon académico y comercial. Por esa fecha, junto a Solveig Font, también fundé y coordiné el espacio de exhibición Avecez Art Space. Desde 2016 diseño y produzco camisetas (generalmente de modo artesanal) bajo la rúbrica, marca, o como se prefiera, probableprobable. Actualmente estoy curando la residencia creativa de los artistas y amigos Aryam Rodríguez y Nelson Jalil, en el espacio alternativo Salón de Protocolo en el Vedado habanero, liderado por el cocinero alfa Raulito Bazuk, que también es mi amigo.

En su momento, vi algunos post y comentarios tuyos en Facebook, oponiéndote a la temporada de adocretos en Línea y en G, así como a la racha de talas en la ciudad, que aún continúa. Viéndolo como un fenómeno macro, en el que se involucran el urbanismo, el bienestar ambiental y el civismo, ¿cuál piensas que sea la causa común de todas estas arbitrariedades que, para colmo, se han hecho coincidir con la pandemia?

La desidia, la resignación, el desencanto, el cansancio... En un contexto sociopolítico dominado por una inercia paranoide, en que las únicas prioridades para el gobierno son la insistencia irresponsable en posturas ideológicas incuestionables, desfasadas, y el culto fanático a la figura que las hizo ley, terminan pasando esas cosas, y lo peor es que se normalizan. El triunfalismo hace que lo importante sea hacer por hacer, sin que importe si el modo de hacerlo está bien o mal, si beneficia realmente a la comunidad, o al medio ambiente, o si trae consecuencias negativas para alguien, o para todos. Las arbitrariedades cotidianas son también el resultado de que quien hace algo no sufre consecuencias por hacerlo mal, y de que quien se afecta con lo mal hecho no puede reclamar. Mientras en Cuba las cuestiones que involucran el urbanismo, el bienestar ambiental y el civismo, dependan de personas que ni tienen la preparación para llevarlas a cabo, ni les interesa la incidencia de estas en la vida cultural de la nación, nos seguirán destruyendo como país.

Julio Llópiz Casal
Julio Llópiz-Casal. | Imagen: Cortesía del entrevistado

Amilkar Feria Flores

Amílkar Flores

La Habana (1967). Escritor y artista visual. Licenciado en Pedagogía en Artes; Diplomado en Antropología Cultural y en Producción Simbólica. Ha ejercido como ilustrador gráfico, analista de prensa, periodista y profesor universitario. Ha publicado, entre otros, los títulos: Las dulces horas (Premio Pinos Nuevos 2007 (Poesía, Unión, 2008)); Algunas animalezas y otras bestialidades (Narrativa, Ediciones Extramuros, 2010 y Crónicas diluvianas (Narrativa, 2010). Cuenta con numerosas exposiciones personales y colectivas en Cuba y el extranjero. Actualmente desarrolla el proyecto de experimentación artística Observatorio Entrópico de Palatino.

Comentarios:


Saúl (no verificado) | Lun, 23/08/2021 - 21:14

Vamod muy buena la entrevista a Julio.

 

 

Sonia Vasco (no verificado) | Mar, 24/08/2021 - 01:00

Excelente las entrevistas de Amílkar Feria, leí también la de Mauricio y me encantó también. Muy completas

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