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Libros | La guagua de Babel y los pueblitos tóxicos

“Cuando la mordaza se expande y persigue todo disenso, el poeta sale al ruedo como un gladiador. Aun sabiendo que puede quedar sobre la arena del Coliseo.”

Carlos Esquivel, Premio Nicolás Guillén 2023 con su libro "La guagua de Babel".
Carlos Esquivel, Premio Nicolás Guillén 2023 con su libro "La guagua de Babel".

Es mejor no pertenecer a la región oscura llamada patria si quienes la gobiernan la usan como mercancía y sitio para rancios deseos. Patria es Dios, familia, libertad. Patria es poesía. Hoy me acerco nuevamente a la obra de unos de los escritores más grandes que ha dado Cuba. No es una exageración. Su obra posee una dimensión que la hace única en el panorama literario nacional.

El precio de resistir

Hoy es uno de esos días donde vale la pena apartar la grisura de este tiempo y comprobar que no estamos en presencia de un libro común. Vale la pena llegar hasta un libro que desde antes de salir prometía remover los cimientos de la poesía cubana. La guagua de Babel, la más reciente entrega de Carlos Esquivel Guerra (Elia, 1968), llama la atención de principio a fin por ser fiel a la trayectoria del polémico escritor que asume uno de los oficios más solitarios y peligrosos: no enloquecer ante la cuartilla en blanco, ante la vida.

"El poeta se transforma en voz discordante e incómoda que se mueve, sin temor, desde la palabra y el sonido de un látigo con forma de país."

Este es el viaje a través de cientos de historias y miles de lecturas. Sobre sus páginas el poeta se transforma en voz discordante e incómoda que se mueve, sin temor, desde la palabra y el sonido de un látigo con forma de país. No es un volumen fácil de digerir. Mentiría si afirmara lo contrario. Cada poema es un golpe. La brevedad y el ritmo ofrecen al lector una visión dinámica y profunda de un sujeto lírico cuyo testimonio va más allá de la queja inútil.

Esta es la novela de las ningunas cosas, de los ningunos viajes. Estoy aquí, que es el sitio simulado para despedirme. Voy donde las mesas tengan cuerpos inoportunos, como de marcha. Toda tristeza debe ser reducible a un carruaje empujado cañada abajo. Voy por ofrendas. Quizás porque desconozco cualquier viaje. Como un contrabandista de cosas insulsas, de vidas inútiles. (I)

Con pleno conocimiento de las trampas que deberá sortear, el protagonista no esconde sus motivos para abrir y empujar con fuerza la masa de residuos que muta y se expande. Lo vemos atravesar las calles de un país sin nombre, pero con cientos de rostros, entre ellos Lenin, Marx, Flaubert, Joyce, Frida Kahlo y sus siluetas. El poeta sabe cuál es el precio de resistir. Por eso, su discurso se aleja de los oropeles y la saturación tropológica. De forma directa, La guagua de Babel se abre paso. Para llegar hasta la madurez creativa, el poeta tuvo que procesar siglos de literatura, definirlos y vencer con inteligencia y pasión. El resultado: ochenta y cinco artefactos de excelente factura.

No hay poesía que no saboree el universo ruso: cero proteínas, la lentitud del lenguaje. No hay poesía que no amenace con devorarse a sí misma. Yo lo iba a creer pero ahí entraba, sin proponérselo, un francés por las cuatro bandas. Para eso es que uno escribe, dijo, para no robarle a tu padre. O para anticiparte al trabajo de resistencia, dije yo. No hay poesía que en su principio no celebre deshacer sus pobres mantas. Si mi padre fuera francés o fuera ruso le robaría igual. Los poemas deben recuperar ese enternecimiento. (III)

El precio de desafiar a Dios es alto. La torre de Babel es el reto de llegar y adorar por encima de toda lógica. Es caer y levantarse. Volver al ruedo hasta el sonido de los autos y el hollín. Lo sabe el que entrega su energía para legar su juicio a través de un volumen de textos escritos con irreverencia. Carlos Esquivel es la diferencia en el archipiélago de poetas dóciles que flotan y se mantienen entre la espuma de un éxito impostado, o de poetas viscerales cuyas vidas importan menos que su quemante verdad. Cuando la mordaza se expande y persigue todo disenso, el poeta sale al ruedo como un gladiador. Aun sabiendo que puede quedar sobre la arena del Coliseo. Esta es una de las diferencias del también narrador y ensayista: su capacidad de convertir un verso en monumento, una oración en ciudad y una ciudad en tierra infinita.

Ser auténtico en medio del caos

Esta es la bitácora de todos los intentos. Provocar es fácil. Asumir las consecuencias es el día a día de algunos elegidos que, como mi amigo, derriban muros sin hacer concesiones. He aquí el aporte del presente título: ir directo, dejar atrás las cargas y los miedos, las huellas de todos los diluvios, los corazones y el pasto que finalmente arderán. Ser auténtico es deconstruir los regios pedestales que sostienen cualquier sociedad. Ser auténtico en medio del caos, la podredumbre y la simulación, es la coraza cuando la noche llega y se esparce con impunidad.

Yo podría, como pueden los recitadores monacales, acaparar, que es verbo, postura, juego forzado. Podría acumular reincidencias sobre el hilo que toca lo intocable para muchos. Pero no olería, desde la distancia, los miedos del otro, la belleza del otro, y eso me basta para, en lenta renunciación, acumular mis propios miedos, mi propia belleza. (LIV)

Los premios no determinan si una obra es buena o no. La historia lo demuestra y los ejemplos de grandes libros que pasaron inadvertidos durante décadas, luego se levantaron por su propio peso ante los ojos maravillados de críticos y lectores. Otros, en cambio, desaparecieron. La guagua de Babel, libro que ocupa mis horas de lector, mereció con justeza el Premio Nicolas Guillén, el más importante que se concede a un poeta cubano.

"Muchas horas de asfixia en aldeas minúsculas, muchas decepciones, muchos silencios que durmieron como bombas de racimo a la espera de caer, conforman este cuerpo de carne y libertad llamado poesía."

Ha sido un largo camino el transitado por su autor. Muchas horas de asfixia en aldeas minúsculas, muchas decepciones, muchos silencios que durmieron como bombas de racimo a la espera de caer, conforman este cuerpo de carne y libertad llamado poesía.

En una época de crecientes decepciones, Carlos Esquivel nos sorprende y demuestra que más allá de las miserias y ruinas de los pueblitos tóxicos, hay mucho que decir, muchas razones por lanzar para vencer a la bestia de una isla desangrada hasta los límites. Cuando gran parte de la esperanza se pudre y el olvido hace matástasis, aparece como de la nada un espejo llamado La guagua de Babel. Hoy los invito a buscar por todos los medios este pedazo de luz y a disfrutar de una obra de diferente, de alto vuelo, nacida en un país que perdió sus alas.
 

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Frank Castell

Poeta Frank Castell, revista cultural cubana independiente Árbol invertido

(Las Tunas, Cuba, 1976). Poeta, narrador y dramaturgo. Licenciado en Español y Literatura. Miembro de la UNEAC. Egresado del segundo curso del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, en el año 2000. Realiza la revista Quijotes de pensamiento cultural. Es director de programas de televisión en el telecentro Canal Azul, de Puerto Padre. Ha publicado los poemarios: El suave ruido de las sombras (Ed. Sanlope, 2000), Confesiones a la eternidad (Ed. Sanlope, 2002),  Corazón de Barco (Ed. Letras Cubanas, 2006), Final del Día (Ed. Sanlope, 2012) y Salmos Oscuros (Ed. Oriente, 2013).

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