Con su libro La caldera de brujo (Ediciones Deslinde, 2022), Pedro Evelio Linares se une a la selecta lista de autores que a lo largo de décadas han ido revelando los misterios y dejando constancia de la vitalidad de la cultura popular cubana.
Los estudios fundacionales de Fernando Ortiz, Rómulo Lachateñeré y Lydia Cabrera; los aportes ya paradigmáticos de etnógrafos como Natalia Bolívar y Samuel Feijóo; y obras recientes pero muy notables, como el Catauro de seres míticos y legendarios de Cuba, de Manuel Rivero Glean y Gerando Chávez Spinola, son evidencia de cuán dinámico y creativo ha sido en Cuba el contacto entre cosmologías de muy diverso origen. Desde las culturas amerindias, casi borradas por la colonización, hasta la yoruba y la lucumí, que llegaron de África con la esclavitud, o el rico acerbo de los pueblos ibéricos ―en especial los gallegos―, con sus escalofriantes cuentos de brujas, y las no menos mágicas tradiciones y leyendas chinas; la cultura popular cubana ha fundido y bebido de esas fuentes en un proceso de transculturación que no cesa de generar nuevas historias.
Una tierra pródiga en misterios
La caldera del brujo, una interesante y bien escrita colección de crónicas sobre encuentros con seres mágicos en la Cuba de la segunda mitad del siglo XX, da fe de la persistencia de esas entidades, elusivas pero aún vitales, y del efecto que esos encuentros tienen en la vida de las personas. Es un libro que nace no solo de la experiencia de lo sobrenatural, sino también del estudio y la curiosidad insaciable del autor. Pues Pedro Evelio Linares, más que un simple cronista de avistamientos puntuales, se empeña en indagar sobre la historia y la relación de esos seres con la gente desde los tiempos remotos. En tal sentido, su libro actualiza pero también invita al estudio, a la lectura de otras fuentes y, sobre todo, a acercarse con respeto y sin prejuicios a esos sitios de singular magnetismo ―ojos de agua, grutas, montes― donde, con un poco de suerte, todavía es posible ver a estos seres.
"La caldera del brujo" es un libro que nace no solo de la experiencia de lo sobrenatural, sino también del estudio y la curiosidad insaciable del autor.
En busca de güijes y jigües, eggunes y orishas, madres de agua, ninfas, guayzas, espectros y otros entes que escapan al escrutinio de la biología, y que el pueblo recoge en incontables mitos, Linares se adentra en un territorio que hoy pocos se atreven a explorar. Lo hace con la seriedad de quien sabe la importancia de esas leyendas como amalgama de la cultura, con la habilidad de un escritor que no desdeña la belleza de la poesía o el impacto de un buen cuento para cautivar al lector. Pero, sobre todo, con admiración hacia una tierra que sigue siendo pródiga en misterios, fuente de asombros y de sueños con los que se construye día a día la imagen siempre cambiante de la realidad.
En la introducción La caldera del brujo, Pedro Evelio Linares explica sobre sus hallazgos durante la investigación que condujo a la escritura de los doce textos que lo integran:
[...] transité por sublimes guardarrayas que me condujeron deprisa a los rincones donde aún obran fortunas sepultadas, al retablo esplendente de un ceibón donde reinan a su antojo eggunes y cemíes, luases y orishas, santos y mpungos. Muy adentro del ala de semillas radiantes, me fue dado el prodigio de interrogar criaturas mitológicas, aprehenderles la ciencia a los difuntos, adivinarles con hechicera lucidez la sustancia fastuosa a las reliquias indias halladas bajo el vientre de los montes de Cuba. Como quien aguarda hasta el insomnio por las floraciones del verano, pude advertirles los manantiales profundos a las ilé osha de las sacerdotisas afrocubanas y distinguir los huertos de begonias perennes que nos legó el trasiego de escritores ilustres.
Con esta promesa inicial de asistir a la revelación de un misterio, y de contrastar el saber así adquirido con lo que vieron otros investigadores que antes que él se adentraron por caminos similares, comienza La caldera del brujo.
Linares ofrece no solo el fruto de quien "ha escudriñado con tenacidad en la fronda espesa de lo cubano a fin de develarle sus enigmas", sino también su diálogo con la tradición etnográfica de la isla. Comparte sus experiencias con la certeza de que el testimonio de todo peregrinar por caminos que retan lo cotidiano y lo verosímil, si se hace con buena voluntad y en compañía de esos seres mágicos, solo puede darse desde la poesía. Por eso su libro es, nos dice, "el hijo resultante de un insistir fecundo en la belleza", la belleza del decir como homenaje a la belleza de esa realidad otra, elusiva pero persistente, que habita desde antiguo en el corazón de los montes y en el alma de aquellos que, con respeto y curiosidad, intetan descubrir sus secretos.
La caldera del brujo, de Pedro Evelio Linares, puede adquirse en Ediciones Deslinde.