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Opinión | Santo remedio para los apagones

"Cuanto menos gasten los políticos en actos, eventos y transporte, más posibilidades hay de que las personas vulnerables puedan disfrutar de la electricidad."

Apagón en Cuba
Apagón en Cuba.

El Señor es mi luz…

Miqueas 7:8

A dos cuadras de mi casa vive una vendedora de hielo. La señora, a quien por pena nunca le he preguntado la edad, debe tener unos 60 o 65 años; aunque su rostro lleno de puntos negros, pelo color cenizas y las arrugas, indican otra distinta. Antier pasé por su casa a comprarle hielo. Me paré cerca de la reja que protege la entrada y la llamé: “Caridad, ¿tiene hielo?”

Abrió la reja, y sin que se lo hubiera pedido salió hasta donde yo estaba. Me miró con los ojos más rojos que el libro de Mao y soltó una parrafada que me dejó aturdido, como si me hubiera caído un ladrillo en la cabeza. Todo eso a la velocidad de la luz.

Lo único que recuerdo de su circunloquio es: “¿A quién se le ocurre pensar que voy a tener hielo después de 11 horas sin corriente?” Estaba enojada, pero no sabría decir si conmigo o con alguien más.

El caso es que me fui apenado, pensando qué harían ella y tantos otros ancianos para mantenerse flotando en este temporal de oscuridad. Y como suele suceder con las preguntas, una trajo de la mano a otras más: ¿Cómo afectan los apagones a las embarazadas, a los estudiantes, a los pequeños empresarios? ¿Cómo afectan a los equipos electrodomésticos que tenemos en casa y, en general, a la economía del país?

Pensé en la causa de los apagones y le pedí ayuda a los motores de búsqueda de Google. Para mi sorpresa, y quizás también la tuya, Cubadebate también me ayudó a despejar algunas dudas (siempre hay que revisar entre la cizaña porque a veces se esconden algunas ramas de trigo).

Por todo lo anterior es que quiero proponer un santo remedio para reducir la duración de los apagones.

Peregrinaje hacia la luz

Pero antes de exponer esta novedosa solución, déjenme decirles por qué es necesaria una solución diferente a la provista por el gobierno.

Hace poco más de una semana, Alfredo López Valdés, director de la Unión Eléctrica de Cuba, explicó a la prensa que la capacidad de generación eléctrica se incrementó, pero no soluciona de manera total el problema. Y luego, como para tranquilizar a los lectores, añadió que esto permite atenuar los molestos apagones con un promedio actual de afectaciones de 12 a 16 horas.

Si no fuera por los párrafos posteriores hubiera mordido esa carnada. A fin de cuentas, por muy pobre que sea la esperanza, uno prefiere salir con ella antes que con su hermana, la desesperanza. Pero, ¿valdría la pena tener de compañera una esperanza basada en medias verdades? No. Definitivamente creo que me llama más la atención la desesperanza basada en verdades. Esa fue la primera conclusión que encontré en mi peregrinaje intelectual hacia la luz.

En el artículo del Granma, López Valdés detalla el oscuro horizonte del SEN (Sistema Eléctrico Nacional) con el no menos oscuro lenguaje de los políticos cubanos. Este es el resumen traducido: los bloques 6 y 8 de generación eléctrica ubicados en el Mariel salieron hace poco del sistema por averías. Al bloque 8 se le hizo recientemente un mantenimiento. Y el bloque 6 de la máquina de Nuevitas está en labores similares, aunque de mayor envergadura; es decir, de mantenimiento. Los pasos lógicos serían: solucionar las averías de los 3 bloques. Luego, y solo si eso sucede, los 3 bloques se incorporarían al sistema eléctrico y aportarían a la potencia eléctrica del país 280 megawatts. ¡Una maravillosa solución si ese fuera el verdadero problema!

Esa semana Cubadebate contó una historia diferente. Según este medio informativo, los bloques afectados de la termoeléctrica eran el 6 del Mariel, el 5 y 6 de Nuevitas, y el 2 de Felton. Además de otros 3 bloques que estaban en mantenimiento y 33 centrales de generación fuera de servicio por combustible.

O sea, que un total de 7 bloques estaban fuera de servicio, ya fuera por averías o mantenimiento. Da igual la palabra que quieran usar, el hecho es el mismo: 7 bloques estaban fuera de servicio y 33 centrales de generación sin combustible para trabajar. Y no como quiso hacernos creer el periódico Granma en su nota informativa, mencionando solo 3 bloques averiados.

De hecho, es preocupante que ambos medios de información proporcionen datos incompletos, desactualizados y contradictorios. Eso sí, los dos periódicos del gobierno coincidían en las afectaciones del bloque 6 del Mariel y el 6 de Nuevitas. Los dos ofrecían, en una misma semana, datos completamente dispares. Los dos, en conclusión, construyeron con su relato una gloriosa esperanza basada en mentiras, pero nunca una solución al problema. Esto de ninguna manera ayuda a encontrar una verdadera solución a la crisis, ni siquiera reduce las horas de apagón.

Decir que hay 2 bloques averiados, cuando en realidad hay 33 centrales de generación sin combustible y 7 bloques fuera de servicio, demuestra que hay cosas más importantes que comunicar la magnitud real del desastre energético. Desastre en el que estamos metidos contra nuestra voluntad. Por eso, prefiero la verdad, aunque esta me produzca una aguda desesperanza.

Razones para no creer en esa engañosa esperanza

El periódico, los dirigentes del Partido Comunista, e incluso una buena parte de los cubanos, no es que no puedan ver la solución, como dice el escritor católico G. K. Chesterton, es que no pueden ver el problema.

¿Cuál es ese problema que ellos no pueden ver y supuestamente yo sí? Los apagones en Cuba están muy, pero muy lejos de desaparecer. Y temo que será así, en primer lugar, porque las centrales termoeléctricas que hay en el país están deterioradas. Y, segundo, porque las termoeléctricas necesitan combustible para trabajar. En Cuba escasea el combustible.

Y como una bestia salvaje salta la inevitable conclusión, muerde el cuello de esa engañosa esperanza y nos recuerda que: en Cuba las termoeléctricas no podrán trabajar. Es decir, no podrán generar suficiente corriente para acabar con los constantes y prolongados apagones. Ambas razones están inspiradas no en un supuesto problema que yo descubrí mientras me echaba aire en la madrugada, sino en un artículo escrito hace más de dos años por Oscar Figueredo y Edilberto Carmona para Cubadebate. ¡Tal como leíste: esto se dijo hace más de dos años!

¿Recuerdas aquellos años 80, cuando Cuba y la URRS eran mejores amigas? Así de viejas son 6 de las 8 termoeléctricas que tiene el país, enviadas por la Unión Soviética y la Antigua Checoslovaquia. El equipo y la tecnología con que cuentan ya no se producen y, por tanto, cuando una pieza se rompe, es obvio que carezca de reemplazo. Esto explica el porqué del ciclo sin fin de averías y reparaciones.

Las centrales termoeléctricas que hay en el país están deterioradas porque llevan trabajando ininterrumpidamente más de 30 y 40 años. Los periodistas explican que las termoeléctricas tienen una vida útil de 30 a 35 años. Las 8 centrales termoeléctricas que hay en Cuba tienen 20 bloques de explotación y, de estos, solo 16 están disponibles. La mayor parte de la corriente del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) se genera con esos 16 bloques.

El tiempo, así como los números, son ineludibles. Las termoeléctricas son tristes testigos de esta realidad. De los 16 bloques, hay 2 en Felton que llevan trabajando 21 y 25 años respectivamente; otros 7 bloques con más de 40 años; y el resto de los bloques supera los 30 años de explotación. Estos bloques son los encargados de generar la corriente en las termoeléctricas. Apenas pueden hacerlo por la vejez y el deterioro. Son como personas mayores que tienen prohibido jubilarse. ¡Y no hemos sumado los dos años que pasaron desde que se escribió el texto!

La escasez de combustible es incluso peor que la vejez de las termoeléctricas, porque en el hipotético caso de que contáramos con centrales recién instaladas y sincronizadas, estas dependen de combustible y sin él serían de poca utilidad. En cierto sentido, se asemeja a que te regalen un ventilador recargable nuevo, pero no puedas usarlo porque la batería está sin carga, y no tiene carga porque en tu casa no hay corriente y, cuando venga, se irá a la velocidad de Usain Bolt. En resumen, para usar el dichoso ventilador necesitas un flujo constante de corriente.

De la misma manera, las termoeléctricas necesitan un flujo constante de combustible para generar corriente. Si no hay combustible, no hay corriente. Como bien dijeron aquellos periodistas en Cubadebate, el 95% de la electricidad que se genera en Cuba proviene de los combustibles fósiles. ¡Más claro que el diésel!

Objeciones y encubrimientos

 El Ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, trató sin éxito de refutar este punto, dando a entender que los apagones no eran por falta de combustible, sino por problemas logísticos. “No estoy diciendo que en estos momentos tengamos falta de combustible”, aseguró frente a las cámaras de la televisión cubana (El video completo, titulado “Actualidad energética desde el oriente de Cuba”, está disponible en Canal Caribe Alterno; sin embargo, no permite la generación de links de acceso). ¡Pónganse de acuerdo!

Hace unas semanas había 33 centrales de generación fuera de servicio por falta de combustible, según declaró Cubadebate. A la semana siguiente, el Ministro de Energía y Minas dijo que no había falta de combustible. ¿Quién les está mintiendo a los cubanos? Porque, evidentemente, ambas afirmaciones se contradicen.

"El Ministro necesita responder frente a las cámaras de televisión, no las preguntas de un periodista complaciente, sino las de los ciudadanos preocupados por el futuro inmediato de este país."

Vicente de la O Levy afirma que “en este momento” no hay falta de combustible, que los problemas son averías y, sobre todo, logísticos. Cubadebate ya había dicho que 33 centrales de generación estaban fuera de servicio por falta de combustible. Y muchas personas ―me incluyo― dudan que el país tenga combustible suficiente. De hecho, esa es la pregunta que Vicente de la O Levy debe abordar como Ministro. Informó que hay combustible en este momento, pero ¿hay suficiente para después? Al parecer uno de los dos está encubriendo la verdad. No sería la primera vez que la culpa recae sobre un ministro, para despabilar la memoria solo basta mencionar el apellido Gil.

El Ministro es atrapado en su propia oscuridad

Reparaciones en la termoeléctrica de Mariel.
Reparaciones en la termoeléctrica de Mariel.

El 28 de febrero de este año, el Ministro brindó una clara respuesta a esta problemática cuestión. Puedes encontrar sus palabras en la página oficial del Ministerio de Energía y Minas. Dos frases atrapan al Ministro y desmienten por completo su declaración frente a las cámaras nacionales.

Primera: “Cuba tiene aseguradas estas demandas por convenios internacionales (refiriéndose a los 5 millones de toneladas de combustible), pero los volúmenes han disminuido por diferentes motivos”. El hecho incuestionable es que los volúmenes de combustibles fósiles han disminuido. Los combustibles que se utilizan, entre otras cosas, para abastecer las termoeléctricas disminuyeron, eso a pesar de que los convenios internacionales siguen vigentes. Hubiera sido bueno que alguien le preguntara cuáles son exactamente “los diferentes motivos” por los que han disminuido los volúmenes de combustible.

En fin, la respuesta no está muy lejos de la idea: tenemos combustible, pero no es suficiente.

Segunda frase: “Me atrevo a decir que no superamos el 70% de disminución de las afectaciones en el servicio eléctrico debido, fundamentalmente, al tema combustible”. ¡Resulta llamativo con qué velocidad el combustible dejó de ser fundamental para explicar el déficit de energía eléctrica en Cuba y lo fundamental pasaron a ser los problemas logísticos y las averías! Pero lo escrito, escrito está, y significa: No vamos a superar las afectaciones por falta de combustible.

Algo similar dice el director de Política y Estrategia Energética de Energía y Minas, Ramsés Montes Calzadilla, a la prensa oficialista: la demanda de energía en Cuba no se satisface debido a nuestra dependencia de los combustibles fósiles, en su mayoría importados, lo cual afecta significativamente la economía nacional y la calidad de vida de la población. Esto debería darnos una idea más completa de la grave de la situación del combustible en Cuba.

Definitivamente, el Ministro necesita responder frente a las cámaras de televisión, no las preguntas de un periodista complaciente, sino las de los ciudadanos preocupados por el futuro inmediato de este país. Necesita responder, por ejemplo, ¿por qué en 2023 únicamente se importaron 600 millones de dólares en diésel, cuando el país necesitaba importar 1800 millones para cubrir las demandas para un año? O sea, ¿por qué se importó nada más 1/3 de la cantidad de diésel que necesitamos para la zafra, la agricultura, la generación de electricidad como afirmó en la página oficial del Ministerio? ¿Cómo puede un día decir que la importación de diésel ha disminuido y al otro que, en este momento, no hay falta de combustible? ¿Será que el diésel dejó de ser un combustible y no me enteré?

Sé que es más esperanzador decir que las termoeléctricas tienen averías (porque da la impresión de que, cuando las reparen, todo volverá a la normalidad); antes de decir que no hay suficiente combustible; ya que esto último genera un clima de incertidumbre. Sobre todo porque el combustible cuesta y, como hemos visto, no parece que el gobierno disponga de los recursos necesarios para adquirirlo, menos aun al precio del mercado internacional. Quizás si Rusia, Venezuela, México o Irán le ofrecieran combustible al Estado cubano, a cambio de nuevos favores, sería diferente. No parece ser el caso y tampoco sería la solución.

"Hasta que las centrales termoeléctricas no sean sustituidas por nuevas y no contemos con suficiente combustible para suplir las demandas de corriente, los apagones serán tanto inevitables como numerosos."

Por mucho que el gobierno quiera hacerme creer que los apagones van a disminuir, que todo va a estar bien, que vivimos en el paraíso y dormimos entre las flores, lo cierto es que nada de lo anterior va a cambiar la realidad. Hasta que las centrales termoeléctricas no sean sustituidas por nuevas y no contemos con suficiente combustible para suplir las demandas de corriente, entre otras, los apagones serán tanto inevitables como numerosos. A menos que estos dos cambios ocurran, y no como en el pasado, que dependíamos de las dádivas de otros países, ese oscuro fantasma nos va a seguir persiguiendo.

El Ministro de Energía y Minas tal vez tarde meses en admitir la falta de combustible, pero los cubanos que hacen cola en los CUPET y los que al pasar ven la hilera de carros esperando al borde de la acera, conocen la realidad.

Santo remedio para los apagones

La propuesta que traigo es sencilla, tan sencilla que no merece muchas explicaciones. Propongo que el combustible que se usa para iluminar permanentemente instituciones, monumentos, plazas, museos, estadios, y para el transporte de dirigentes y otras entidades gubernamentales, vaya a donde están las personas que más lo necesitan: hogares de ancianos, hogares de embarazadas, casas de niños sin amparo filial y, de ser posible, a la población en general.

¿Suena absurdo? Más absurdo es iluminarle la cara a una estatua durante 12 horas, y en cada una de las plazas de este país lo hacen. Empezando en La Habana por la de Martí y terminando con la de Maceo en Santiago.

Absurdo es creer que ahorramos corriente porque nos sobra el combustible. Y más absurdo todavía es pensar que las cadavéricas termoeléctricas, las pobres, van a resistir 62 mil milenios como la Revolución. Prefiero ser absurdo por querer que las embarazadas tengan corriente y no que los del partido gasten el combustible en sus carros. Además, puedes estar seguro que si les tocara pedalear por falta de combustible, llegarían más rápido a la solución.

Cuanto menos gasten los políticos en actos, eventos y transporte, más posibilidades hay de que las personas vulnerables puedan disfrutar de la electricidad que el resto estamos condenados a no tener. Porque, mientras más tiempo pase a oscuras el Mausoleo del Che en Santa Clara, más combustible habrá para que personas mayores como la señora Caridad, la vendedora de hielo, no tengan que dormir hundidas en la oscuridad. Ese es el santo remedio que les propongo para el problema de los apagones.

Los miembros del Partido deberían hacerlo; si no por una razón práctica, por una cuestión de principios. Se supone que los primeros que deben sacrificarse por el bienestar de los más vulnerables son ellos. De hecho, por esa razón es que el Ministro viajó hasta la termoeléctrica holguinera, para solucionar el problema cuanto antes. No pudo lograrlo, el problema persiste y persistirá hasta que no haya termoeléctricas nuevas y combustible abundante. Mientras tanto, él y su comitiva seguirán gastando el poco combustible que hay en viajes interprovinciales. Creo que esto debería hacerlo recapacitar sobre el uso que se le da al combustible en este país y a quienes debería beneficiar.

"Absurdo es creer que ahorramos corriente porque nos sobra el combustible. Y más absurdo todavía es pensar que las cadavéricas termoeléctricas van a resistir 62 mil milenios."

Algo era cierto en 2021 cuando Granma publicó aquel texto sobre las termoeléctricas, y lo sigue siendo hoy en 2024: los acontecimientos en Cuba, al igual que en las películas de terror, siempre pueden ser peores.

Este es un mensaje especial para los que creen que la compleja situación energética nacional tiene una pronta recuperación.

Mientras tanto quiero, si la corriente me lo permite, imprimir estas hojas, llevárselas a la señora Caridad y mostrarle este santo remedio que descubrí para salvar su negocio. Quizás me agradezca la ayuda, o quizás me agradezca las hojas para echarse aire por la madrugada.

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Leandro Caballero

Leandro Caballero

(La Habana, 1993) Autor de artículos para la prensa cubana independiente y extranjera. Sus líneas de trabajo incluyen la sociología y la fe.

Comentarios:


Liam Medina (no verificado) | Dom, 16/06/2024 - 03:14

Excelente artículo. Hay imágenes muy buenas, poéticas, en medio de la oscuridad que ha dejado el socialismo en Cuba.

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