Carta de amor a una termoeléctrica
Lola:
en las sombras te escribo
alumbrado con el cel.
No veo casi el papel
para decirte que vivo
casi sin ningún motivo
desde que la explicación
de que yo tenga apagón
es de un cíclico periodo
y que la culpa de todo
es de tu generación.
Me duele que estés en coma,
crítica sobremanera,
con roturas dondequiera
y un halo que se desploma.
Yo pensaba que era broma,
que tu luz me envolvería
para siempre, Lola mía,
pero temo que te vayas
porque tú tienes más fallas
que un libro de geología.
Es que si tan solo fuera
el petróleo la cuestión,
no sé, la lubricación,
el filtro o la chumacera.
Lola, pero es la caldera,
el cilindro, la turbina
y lo que nadie imagina
es que a veces no te creo
porque ardo de deseo
y mi noche no termina.
El otro día me quedé
altamente preocupado
porque te habías incendiado
junto con un tal Renté.
Lola, por suerte no fue
más allá de falsa alarma
y no es que no me desarma
tanta pesadumbre, el punto
es que parece un asunto
de nacimiento… o del karma.
De veras que no me explico
cómo fue que echaste humo
por el cruel sobreconsumo
que ocurre en horario pico,
pero fue y el abanico
de daños es lastimero.
Mas lo triste es cuando espero
que ya vas a mejorar
ay, Lola, y, sin avisar
aparece un salidero.
Me duele, Lolita mía,
y me rompe el corazón,
que entre apagón y apagón
no salgas de una avería,
porque de igual travesía
paré en rumor convertido.
No importó que hubiera sido
titánica mi existencia
cuando mi vasta experiencia
la arrojaron al olvido.
Te sugiero, por tu bien
sincronices con urgencia
y que pongas la potencia
a rugir a todo tren.
Aunque en ningún almacén
halla repuestos, no quiero
ver cómo en el basurero
tu vida se deteriora.
Firma:
tu novio de otrora,
el central azucarero.
Ronel González Sánchez
Provocación al poeta Alexander Besú
Un sujeto de Niquero
que está viviendo en La Habana
me dijo por la mañana
que siempre ha sido habanero.
Si no que mire el sombrero
de poeta: ¡Qué herejía!
Yo pesaba que venía
como cualquier oriental
a su oficio natural
que es pasar por policía.
El Caimán Panzudo
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