Numerosos sacerdotes católicos cubanos han firmado una carta dirigida "a las autoridades civiles y militares" de Cuba condenando la violencia que promueve el régimen para sofocar las manifestaciones del próximo 15 de noviembre.
"Los que firmamos esta carta somos cubanos, sacerdotes católicos llamados a ser pastores de nuestro pueblo, que queremos sólo el bien de nuestra patria, queremos una Cuba donde reinen la justicia, la libertad y la paz", reza la misiva publicada en la página en Facebook de Areópago Cubano este 10 de noviembre.
Los firmantes al final de la nota fueron, en un primer momento, los sacerdotes Alberto Reyes Pías, Rolando Montes de Oca Valero, Lester Zayas Díaz, Jorge Luis Pérez Soto, Jorge Luis Gil Orta, Fernando Gálvez Luis, Kenny Fernández Delgado, Ramón Rivas, Danny Roque Gavilla, José Conrado Rodríguez Alegre, Alberto Martín Sánchez, Eduardo Llorens Núñez, Wilgen Cancio Álvarez, Castor José Álvarez Devesa y Luis Alberto Formoso y el diácono Maykel Gómez Hernández.
"El 11 de julio miles de cubanos salieron a las calles con un clamor que durante muchos años fue un grito ahogado: ¡Libertad! Libertad para expresarnos sin ser reprimidos, para que exista una pluralidad política, para ser protagonistas de la marcha y el destino de nuestra tierra", estimaron los religiosos, quienes denunciaron que muchas de estas personas "fueron golpeados, detenidos, denigrados" y "muchos están siendo juzgados y condenados duramente sin haber hecho el mal".
Una denuncia que en cifras de la consultora jurídica Cubalex se traduce en miles de ciudadanos arrestados arbitrariamente por la dictadura a raíz del 11J y que algunos padres, como Castor Álvarez, vivieron de cerca al participar en los sucesos del lado del pueblo.
Sobre las reacciones del régimen a la marcha del 15N convocada por la sociedad civil cubana, los clérigos consideran que "hay un llamado masivo al enfrentamiento violento" por parte de las autoridades, lo que incluye citaciones y advertencias a los que han expresado su adhesión a la convocatoria.
"No estamos de acuerdo con eso, no queremos violencia, rechazamos la orden de combate, los palos entregados en los centros de trabajo, las convocatorias a 'ejercicios de defensa'", declararon contundentemente los religiosos.
La Marcha Cívica por el Cambio, primeramente pactada para el 20 de noviembre, tuvo que ser cambiada para el día 15 luego de que el régimen anunciara la celebración de los citados "ejercicios de defensa nacional" en la fecha inicial de la manifestación. Aun así, los activistas de la plataforma Archipiélago y otros promotores del evento insisten en garantizar la no violencia y la seguridad de los participantes en la marcha. Sacerdotes firmantes de esta carta, como Alberto Reyes y Rolando Montes de Oca, han anunciado que marcharán junto al pueblo para velar por la paz el 15N.
La misiva continuó con la petición de los sacerdotes a los policías, miembros de la Seguridad del Estado y otras fuerzas represivas de abstenerse de la violencia y evitar un derramamiento de sangre en el país. Recordaron a las autoridades su papel como defensoras de todos los ciudadanos y protectoras del orden público, así como su padecer común con el pueblo que sufre la escasez y la miseria de un sistema que se ha impuesto por décadas.
"Cuando se escriba lo que sucedió el 15 de noviembre, sólo habrá dos alternativas: hablar de aquellos que fueron convocados a golpear y reprimir, pero decidieron proteger y cuidar a sus compatriotas; o se cuente cómo golpeaste a tu hermano y cómo reprimiste a aquel que estaba reclamando lo que otros muchos añoran", sentenciaron los curas.
El reclamo se suma a la "Súplica abierta", en la que Sor Nadieska Almeida llamó a decir "¡Basta ya!" a la violencia y a las divisiones de cubanos por diferencias ideológicas.
A continuación reproducimos la carta íntegra:
A las autoridades civiles y militares
A los miembros de la Policía Nacional Revolucionaria.
A los miembros de la Seguridad del Estado.
A todos aquellos que en estos días han sido convocados para reprimir la marcha ciudadana del 15 de noviembre.
Los que firmamos esta carta somos cubanos, sacerdotes católicos llamados a ser pastores de nuestro pueblo, que queremos sólo el bien de nuestra patria, queremos una Cuba donde reinen la justicia, la libertad y la paz.
El 11 de julio miles de cubanos salieron a las calles con un clamor que durante muchos años fue un grito ahogado: ¡Libertad! Libertad para expresarnos sin ser reprimidos, para que exista una pluralidad política, para ser protagonistas de la marcha y el destino de nuestra tierra. Muchos de ellos fueron golpeados, detenidos, denigrados. Muchos están siendo juzgados y condenados duramente sin haber hecho el mal.
En estos momentos el gobierno está haciendo lo imposible para que la población desista de la manifestación pacífica programada para el 15 de noviembre. Hay un llamado masivo al enfrentamiento violento. Hay citaciones y advertencias a muchas personas que han expresado su adhesión a esta convocatoria. Y no estamos de acuerdo con eso, no queremos violencia, rechazamos la orden de combate, los palos entregados en los centros de trabajo, las convocatorias a “ejercicios de defensa”.
Si bien es cierto que ningún cubano debe alzar la mano contra su compatriota por el solo hecho de pensar distinto, mucho menos la policía que por vocación tiene el deber de dar ejemplo de civismo a toda la población, que existe para cuidar a los ciudadanos y proteger el orden público.
No queremos volver a ver policías golpeando y maltratando a su propio pueblo. No queremos que se vuelva a derramar sangre, no queremos volver a escuchar disparos. No, porque ese no es el camino que nos llevará a la Cuba que necesitamos y que todos deseamos.
No golpees a los manifestantes porque tanto ustedes como ellos viven entre tanta escasez y miseria. No los calumnies como mercenarios, porque tanto ustedes como ellos tienen padres, madres, amigos, conocidos, que lo dieron todo por un ideal y que hoy no tienen nada. No les impidas marchar pacíficamente porque tanto ustedes como ellos quieren vivir sin miedo a decir lo que piensan, sin miedo a ser vigilados, sin miedo a “caer en desgracia”. No arrestes a ningún cubano por expresarse en paz, por soñar, por sentirse con derecho a vivir en una Cuba de todos, por sentirse con derecho a participar en su construcción.
No reprimas, esta marcha es por ellos y es por ustedes.
Cuando se escriba lo que sucedió el 15 de noviembre, sólo habrá dos alternativas: hablar de aquellos que fueron convocados a golpear y reprimir pero decidieron proteger y cuidar a sus compatriotas; o se cuente cómo golpeaste a tu hermano y cómo reprimiste a aquel que estaba reclamando lo que otros muchos añoran.
Les pedimos que sigan siempre la voz de sus conciencias, esa voz que nos dice que el camino no es ni la intolerancia ni la represión. Hazlo por Cuba, por ti, por tus hijos. Este 15N elige el respeto, el cuidado, la paz, y no aceptes ninguna invitación a la violencia.
Todos somos cubanos, todos hermanos. Demos ejemplo al mundo diciendo sí a la paz, a la libertad y al civismo.
Que la Virgen de la Caridad del Cobre, Madre y Patrona de todos los cubanos, interceda por nosotros ante su Hijo Jesucristo; Él es nuestra paz. A sus pies encomendamos los esfuerzos y anhelos de los que sueñan y trabajan por una Cuba de todos, con todos y para todos.