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Reportajes | Los "niños de la calle" en Cuba. Una realidad que la propaganda no logra ocultar

Una serie de fotos que muestran a niños viviendo, durmiendo, en los alrededores de un hotel de lujo en La Habana, destapan otra vez la dura realidad de los "Niños de la calle" en Cuba.

Niños durmiendo en el jardín del hotel Gran Muthu Habana (2025), Facebook de Mayelin Guevara.
Niños durmiendo en el jardín del hotel Gran Muthu Habana (2025), Facebook de Mayelin Guevara.

El  26 de noviembre de 1996, Fidel Castro afirmó en un discurso: "Esta noche, 200 millones de niños dormirán en las calles del mundo. Ninguno es cubano". El 15 de octubre de 2025, las fotos publicadas por la orfebre y diseñadora de joyas Mayelin Guevara, rebatieron una vez más este criterio lapidario, impugnado por miles de evidencias publicadas en las redes sociales y por medios independientes, que revelan la situación de total indefención sufrida por las infancias en la isla. 

Las imágenes revelan a varios niños durmiendo sobre cartones en los jardines del hotel Gran Muthu Habana, complejo de lujo operado por la cadena india MGM Muthu, y ubicado en la zona de 1ra y calle 70, en el municipio Playa, al oeste de La Habana. En su post, Guevara alerta: 

Estos niños llevan casi un mes o más por los alrededores de 1ra. y 70. Duermen en los jardines del hotel Gran Muthu. A las instituciones escolares, las casas de niños sin amparo filial, al Estado cubano, la PNR (Policía Nacional Revolucionaria) y a quien pueda interesar. Ahora son niños abandonados resolviéndose la vida, dentro de unos años podrían ser delincuentes. ¿QUIÉN SE HACE CARGO????"

Numerosos reportes previos, presentan un panorama terrible para las infancias cubanas en la tercera década del siglo XXI, agravado, sobre todo, durante y después de la pandemia de la Covid-19. Niños que trabajan, que mendigan, que se prostituyen, que viven en casas rústicas sin servicios básicos, o que sencillamente no tienen un techo para guarecerse, como los niños del Gran Muthu.

Las imágenes publicadas por Mayelin Guevara valen más que miles de palabras de Fidel Castro. A una de las zonas más exclusivas de La Habana ha llegado la imparable avalancha de miseria que aqueja a Cuba. En cada una de las fotos confluyen las dos caras extremas de la Cuba de 2025: la riqueza más próspera codo a codo con una pobreza avasalladora. Se cumple el clásico argumento de las izquierdas sobre la "crueldad del capitalismo", que hace "más ricos a los ricos, y más pobres a los pobres". La Cuba poscomunista de Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel ilustra a la perfección esta aseveración, solo que "técnicamente", el régimen se proclama como socialista, igualitario, justo, y un largo etcétera propagandista.

Niño cubano de la calle en los exteriores del hotel Gran Muthu Habana (2025).
Niño cubano de la calle en los exteriores del hotel Gran Muthu Habana (2025), Facebook de Mayelin Guevara.

En el post con que acompañó las fotos, Guevara alertó sobre la situación de estos menores huéspedes del césped del Gran Muthu, quienes, según escribió, "hace ya más de un mes que andan por allí... antes eran tres, ahora ya son más", y pidió la intervención de las instituciones estatales responsables de garantizarle el mínimo de condiciones vitales a estos menores de edad. 

Numerosos seguidores de la diseñadora, además de replicar en sus perfiles de Facebok las imágenes y sus palabras, confirmaron el incremento del número de niños que han hecho del césped alrededor del imponente edificio, sus camas eventuales. 

"Son niños abandonados resolviéndose la vida".

Las imágenes han generado fuertes reacciones en redes sociales cubanas y en medios de prensa independientes. La denuncia pone de manifiesto el contraste brutal entre el lujo turístico y la miseria infantil que coexisten en la capital cubana, evidenciando el colapso del sistema de protección social del régimen. 

Reacciones ante la evidencia de "niños de la calle" en Cuba 

La publicación de Guevara desató un intenso debate en Facebook y otras plataformas. Algunos usuarios señalaron el contraste obsceno entre el lujo del hotel y la situación de los menores. Otros advirtieron sobre la vulnerabilidad extrema de estos niños y los riesgos de explotación sexual, trabajo forzado y trata de personas a los que están expuestos.

La periodista y feminista cubana exiliada Marta María Ramírez criticó el tono del mensaje original, señalando que refleja más aporofobia (rechazo o aversión hacia las personas pobres) que preocupación genuina por el bienestar de los niños. Ramírez cuestionó la frase "dentro de unos años podrían ser delincuentes", argumentando que criminaliza la pobreza infantil en lugar de reconocerla como el resultado del abandono estatal. 

La escena resume la profunda desigualdad que atraviesa Cuba en 2025.

En la línea aporofóbica, otros comentarios se concentraron en la responsabilidad de los padres, desviando la atención de la responsabilidad estructural del Estado cubano en garantizar la protección de la infancia. Esta reacción refleja un patrón común en sectores de la sociedad cubana, que tienden a culpabilizar a los individuos por situaciones de pobreza extrema, sin cuestionar en lo absoluto las políticas económicas y sociales que las generan y aguzan a golpe de indolencia, ambición y mediocridad. Tal es el caso del régimen cubano.

Entre los numerosos comentarios provocados por las fotos, muchos usuarios especulan sobre los orígenes de estos niños, quizás provengan de la región oriental del país, como resultado de las complejas dinámicas de migración interna que suceden en Cuba, otro fenómeno poco analizado y expuesto, que encierra miles de historias de penuria.

El 9 % de los niños cubanos sufre pobreza alimentaria.

Otros usuarios demandaron la atención de los representantes del Fondo de las Naciones unidas para la Infancia (UNICEF) en Cuba, cuya sede se ubica a poca distancia del Gran Muthu, en la Calle 1ra. B esquina a 158. Pero ni esta cercanía ha conseguido que los funcionarios de esta organización hayan advertido del improvisado albergue al aire libre. En su sitio web oficial, solo hay alabanzas para el régimen castrista: "El Estado cubano ha mostrado una fuerte voluntad política para garantizar el adecuado desarrollo y bienestar de su infancia", afirma el texto Situación de los niños en Cuba. 

No obstante, el informe anual de nutrición infantil de 2024 de la UNICEF, comunicó que el 9 % de los niños cubanos sufre pobreza alimentaria. La pobreza alimentaria infantil es definida como la incapacidad de los niños para obtener y consumir una alimentación nutritiva y variada en sus primeros cinco años de vida. Esa fue la primera vez que Cuba apareció en este informe, evidenciando tal deterioro acelerado de las condiciones de vida de la infancia en la isla, que ni los aliados pueden ocultar todo.

El contraste entre lujo y miseria

El hotel Gran Muthu Habana es un complejo de cinco estrellas que ofrece habitaciones con vistas al mar, múltiples piscinas, restaurantes de comida internacional y servicios de lujo para turistas extranjeros. Las tarifas por noche superan los 100 dólares, una cifra inalcanzable para la mayoría de los cubanos, cuyos salarios mensuales promedian unos 3000 pesos pesos cubanos, menos de siete dólares según las tasas de cambio informal. Y se localiza justo al lado del célebre Mercado de "1ra. y 70", punto de la partida de la dolarización de la economía minorista cubana.

A pocos metros de las lujosas piscinas y jardines, casi una decena de niños duermen sobre cartones, expuestos a la intemperie, sin acceso a alimentación adecuada, atención médica, ni protección alguna. La escena resume la profunda desigualdad que atraviesa Cuba en 2025, donde el acceso a bienes y servicios se ha estratificado de manera brutal entre quienes poseen divisas y quienes sobreviven con un manojo de pesos cubanos devaluados.

Aporofobia en Cuba: de la negación a la criminalización

Las reacciones al caso de los niños del hotel Gran Muthu Habana reavivan el debate sobre la aporofobia estructural en Cuba, un fenómeno presente tanto en el discurso oficial como en sectores afines al poder, o al menos temerosos de este. El régimen castrista ha construido durante décadas una narrativa que presenta a Cuba como un país igualitario, libre de pobreza extrema y con un sistema de protección social que garantiza el bienestar de todos sus ciudadanos.

El régimen continúa negando la magnitud de la crisis social.

Esta narrativa choca violentamente con la realidad observable en las calles cubanas. En julio de 2025, la entonces ministra de Trabajo y Seguridad Social del régimen, Marta Elena Feitó Cabrera fue destituida tras declarar ante las cámaras de la Televisión Nacional: "En Cuba no hay mendigos", y proceder a ridiculizarlos de la peor manera, calificándalos de farsantes "disfrazados" para evadir impuestos. 

Antes de ser "tronada", las declaraciones de la funcionaria fueron recibidas con los aplausos de los diputados del Parlamento, a la vez que desató una indignación generalizada en las redes sociales. Miles de cubanos compartieron fotos y videos de personas, incluidos niños y ancianos, pidiendo limosna en calles, parques y centros turísticos de todo el país.

La única acción perceptible del régimen, además de cesar a la ministra, fue lanzar un operativo de un día, que lanzó a todos los trabajadores de los servicios comunales disponibles, a recoger las montañas de basura que sepultan La Habana. Quizás con el objetivo de privar de fuentes de recursos a los mendigos "inexistentes". 

La destitución de Feitó Cabrera no representó ningún otro cambio de política, apenas un intento de contener el escándalo mediático. El régimen continúa negando la magnitud de la crisis social, mientras criminaliza a las víctimas cubanas de la pobreza, que cada día aumentan. 

En abril de 2025, Miguel Díaz-Canel admitió durante una visita a la provincia Granma la existencia de "menesterosos, mendigos y pordioseros", pero su enfoque se centró en "evitar que proliferen" mediante medidas represivas, no en abordar las causas estructurales de la alarmante pobreza que invade a Cuba.

Niños pidiendo dinero en autopista de La Habana (2025), grupo de Facebook "Madres cubanas por un mundo mejor".
Niños pidiendo dinero en autopista de La Habana (2025), grupo de Facebook "Madres cubanas por un mundo mejor".

Mendicidad infantil: un fenómeno en expansión

"Si hay 100 millones de niños trabajando y sin poder ir a la escuela, en medio de cientos de millones de desempleados, ninguno es cubano", afirmó también Fidel Castro en otro momento del mismo discurso del 26 de noviembre de 1996. Otra frase vacía, más palabras huecas.

Aunque el régimen cubano no ofrece cifras oficiales sobre mendicidad infantil, organizaciones  y medios independientes documentan un aumento sostenido de este fenómeno desde 2020. Niños y adolescentes piden dinero o comida en zonas turísticas, avenidas principales y hasta en barrios residenciales de ciudades como La Habana, Santiago de Cuba, Camagüey y Holguín.

El caso más visible es el del Malecón habanero, donde decenas de menores deambulan diariamente ofreciendo artesanías improvisadas, vendiendo maní o simplemente pidiendo limosna. Muchos de estos niños han abandonado la escuela o nunca asistieron a ella. Otros viven en la calle de manera permanente, durmiendo en portales, parques o, como en el caso denunciado por Guevara, en los jardines de hoteles de lujo.

Niño de 10 años vende tamales en Camagüey (2023), Facebook de José Luis Tan Estrada.
Niño de 10 años vende tamales en Camagüey (2023), Facebook de José Luis Tan Estrada.

Niños trabajadores: testimonios de la crisis

La miseria infantil es tan escandalosa en Cuba, que consigue permear los medios oficiales. En junio de 2024, el periódico Sierra Maestra, vocero del Partido Comunista de Cuba en la provincia de Santiago de Cuba, publicó un reportaje sobre el trabajo infantil en la isla, centrado en  un niño de 12 años llamado Luis, quien se veía forzado a faltar a sus clases de 6to. grado para poder vender pan en la calle al amanecer. La redactora del texto, Milagros alonso Pérez, describe un día de trabajo de Luis:

Luis se apresura a extender el pan al usuario y pregunta ansioso la hora, son las 8:00 a.m. y todavía le quedaba suficiente mercancía para caminar unas cuadras más durante un par de horas. Ese día definitivamente no llegaría a tiempo a las clases del 6to grado. Él es un buen chico, le gustan las Matemáticas, gracias a estos conocimientos puede comercializar el cotizado producto sin ser timado. Aunque el negocio pertenece a un conocido, sus ganancias le permiten ayudar a su madre, a quien ve esforzarse sola, por él y su hermanito de tres años. Luis se caracteriza por el respeto a sus maestros y compañeros de clases; es un buen chico asumiendo roles de adultos. Esta es una historia real de nuestra sociedad.

El Tingui es otro niño de 12 años que se ve forzado en La Habana a vender mercancías para contribuir a la economía familiar. Entrevistado por el medio Diario de Cuba en 2024, el  niño confesó: "Tengo que lucharla (trabajar) en la calle para ayudar a mi mamá". El Tingui falta a clases para vender alimentos y útiles del hogar en los portales de la calle Ejido, en La Habana.

La joven Yanay, de 19 años, vive en un asentamiento precario de La Habana. Su casa, construida con tablas y cartones, no tiene agua corriente ni electricidad estable. El espacio se reduce a una cama, un fogón improvisado sobre un cubo de pintura y algunos utensilios de cocina. Yanay no tiene estudios ni trabajo formal. Cada día se sienta con su hija de nueve meses en calles transitadas de la capital para pedir dinero o comida. "El dinero que me da la Seguridad Social no alcanza", contó a CubaNet, y detalló:

A veces consigo pan o un poco de arroz que me dan los que pasan cerca de la Ciudad Deportiva. Con lo que consigo en la calle y algún trabajo limpiando pisos, subsisto. Lo peor es no poder darle a mi hija lo que necesita, como tranquilidad.

Es frecuente ver a Yanay cerca de negocios y semáforos en la Avenida 26. Su ropa, gastada y con roturas, muestra  un uso prolongado. Habla sin dramatismo de sus "problemas", incluyendo haber dado a luz en condiciones precarias. "Nunca he pensado en dejarla. He tenido relaciones con hombres cubanos que me han ofrecido frutas, comida y dinero hasta 2 000 pesos", aclara, revelando otra dimensión de vulnerabilidad: la explotación sexual como estrategia de supervivencia.

La pobreza extrema alcanzó al 89 % de la población cubana en 2024. 

Michel, de 12 años, lleva casi todo 2025 pidiendo dinero en el Malecón y La Rampa, el corazón del barrio del Vedado en La Habana, y testimonia:  

A veces me dan, si acaso, 100 pesos o comida que la gente saca de sus envases. Soy de Batabanó (municipio ubicado a 51 kilómetros al sur de La Habana), pero me muevo por toda La Rampa y duermo en un garaje cerca de Línea y L. Mi mamá vive con mi padrastro. Ellos me hacían la vida difícil. Me exigían buscar dinero. Ella lo defendía cuando yo me quejaba de cómo me trataba. 

Cuando le preguntaron si ha recibido ayuda de las autoridades, su respuesta es contundente: "Ninguna. Solo los policías me molestan y me hacen correr".

El colapso de los servicios de bienestar social

El régimen cubano ha sostenido durante décadas que su sistema de protección social garantiza el bienestar de todos los niños del país. Las Casas de niños sin amparo filial, creadas para acoger a menores en situación de desprotección, fueron presentadas como un logro de la Revolución. Sin embargo, estos centros resultan claramente insuficientes ante la magnitud de la crisis actual.

Además, existen problemas estructurales en el funcionamiento de estas instituciones: falta de recursos, infraestructura deteriorada, carencia de personal capacitado y, en algunos casos, denuncias de maltrato y negligencia. Muchos niños prefieren vivir en la calle antes que ingresar a estos centros.

Han sido privados de educación, salud, alimentación adecuada y, sobre todo, de infancia. 

La respuesta es evidente en las calles: estas estructuras han colapsado o se han vuelto irrelevantes. Su función actual se limita a ejercer control político y vigilancia ideológica, no a brindar asistencia social efectiva. Mientras tanto, cientos de niños cubanos quedan abandonados a su suerte.

Pobreza extrema en Cuba

La Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) de Cuba reportó una inflación interanual que cerró 2024 en 24,88 %. Sin embargo, esta cifra oficial subestima ampliamente la realidad que enfrentan los cubanos. La inflación acumulada desde 2021 supera el 500 % según estimaciones independientes, mientras los salarios estatales permanecen prácticamente congelados. 

Una sociedad que abandona a su infancia cosecha violencia, resentimiento y descomposición social.

El salario promedio en Cuba no supera los 7 000 pesos mensuales, en el mejor de los casos, mientras que una libra de pollo en el mercado informal puede costar 600 pesos, un cartón de huevos más de 3000 pesos y un litro de aceite hasta 1500 pesos. La canasta básica mensual para una familia de cuatro personas se estima en más de 30 000 pesos, una cifra inalcanzable para la inmensa mayoría.

Según datos ofrecidos por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), la pobreza extrema alcanzó al 89 % de la población cubana en 2024. Esta organización define la pobreza extrema según el estándar internacional del Banco Mundial: vivir con menos de 2,15 dólares al día. En Cuba, donde los salarios estatales apenas llegan a un dólar diario, nueve de cada diez personas viven bajo este umbral.

Cuba y el  "Comunismo salvaje" 

En paralelo al colapso del modelo económico estatal, Cuba experimenta la emergencia de un "comunismo salvaje", caracterizado por profundas desigualdades y las más violentas maneras de ocultarlas: negación y ocultamiento de estadísticas, recogida de personas en estado de mendicidad en ocasión de visitas especiales como la del Papa, de gobernantes importantes u otras personalidades de relevancia global.

Mientras una minoría vinculada al poder político, al turismo o con acceso a remesas del exterior vive con relativa holgura, la mayoría de la población sobrevive en condiciones de extrema precariedad. Esta brecha se evidencia en escenas como la de los menores de edad durmiendo en los jardines del hotel Gran Muthu Habana. 

Estos niños, Luis, El Tingui, Yanay, Michel y miles más en toda Cuba, han sido privados de educación, salud, alimentación adecuada y, sobre todo, de infancia. Muchos nunca pisarán una escuela o lo harán de manera irregular. Su desarrollo físico y cognitivo está comprometido por la desnutrición crónica. Su futuro, en un país sin oportunidades y con un sistema político cerrado a cualquier cambio significativo, es incierto.

La frase de Mayelin Guevara: "dentro de unos años podrían ser delincuentes", aunque criticada por su tono punitivo, señala una realidad innegable: una sociedad que abandona a su infancia cosecha violencia, resentimiento y descomposición social. Los niños que crecen en la calle, expuestos a todo tipo de abusos y privados de oportunidades, tienen pocas alternativas para construir un proyecto de vida viable.

Testimonio silencioso de una crisis que Cuba ya no puede ocultar.

Reducir este problema a una cuestión de criminalidad futura es profundamente injusto. Estos niños no son potenciales delincuentes, son víctimas de un sistema económico y político que ha fracasado completamente en protegerlos. La responsabilidad recae en un Estado que niega la pobreza mientras la reproduce sistemáticamente. El régimen criminaliza a los pobres en lugar de combatir la pobreza, y que antepone el control político al bienestar de su población.

La mendicidad infantil, el trabajo infantil, la desnutrición y el abandono de menores no son fenómenos aislados ni temporales. Cuba atraviesa una transición caótica: del modelo igualitarista, que nunca fue tan igualitario como proclamaba, hacia una sociedad profundamente desigual donde la riqueza se concentra en una minoría mientras la mayoría lucha por sobrevivir. En este proceso, los niños son las primeras víctimas. Su sufrimiento debería movilizar conciencias dentro y fuera de Cuba, exigiendo cambios urgentes que garanticen su protección y dignidad.

La pregunta que planteó Mayelin Guevara: "¿quién se hace cargo?" no parece tener respuesta inmediata en 2025. Mientras tanto, los niños continúan durmiendo sobre cartones en los jardines de hoteles de lujo, como un testimonio silencioso de una crisis que Cuba ya no puede ocultar.

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