Sólo fue que pregunté por la bandera que flameó, que no vi.
Me dijeron:
"Fue comida por los pájaros".
Y vuelto en mis ganas
queriendo descalzar suelas y tiempos
sobre calles asombradas
sin aliento con mi voz de niño,
llevo este paso sin huella
que engaña cometas y sapos,
desnudo hasta del jirón
que arrastra el alma mal disfrazada.
Pero mientras mastico al sol
que quedó de reserva en mis brazos
creo ver la bandera,
pero si realmente hoy la viera
sería volando lejos, suelta
de su mástil desolado.
Y acariciaría a los pájaros.
Publicado en Vaciar la mirada, de Fernando E. Juanicó Peñalva (Ediciones Deslinde, Madrid, 2021).