ÍNDICE
- El camino electoral hasta la segunda vuelta
- José Antonio Kast y las claves de su proyecto político
- Jeannette Jara y el proyecto de la izquierda
- Cuba en el discurso de la izquierda chilena
- Reacciones tras la victoria de Kast en Chile
- Transición y toma de posesión
- Chile tras el gobierno de Gabriel Boric
- Derrotas de la izquierda en América Latina en 2025
La victoria de Kast en Chile se confirmó el domingo 14 de diciembre de 2025, tras la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El candidato del Partido Republicano, José Antonio Kast, se impuso con un margen claro a Jeannette Jara, aspirante respaldada por el Partido Comunista de Chile, en unos comicios que cerraron uno de los procesos electorales más polarizados desde el retorno a la democracia.
Con el avance del escrutinio oficial, la tendencia se volvió irreversible y consolidó un resultado que marca un giro político respecto al ciclo anterior. El desenlace no solo define al próximo presidente del país, sino que reactiva debates de fondo sobre el rumbo económico, la seguridad, el papel del Estado y el lugar de Chile en el mapa ideológico de América Latina.
El camino electoral hasta la segunda vuelta
Chile celebró la primera vuelta presidencial el 16 de noviembre de 2025, sin que ningún candidato alcanzara la mayoría absoluta exigida por la Constitución. Ese resultado obligó a una segunda vuelta entre los dos aspirantes más votados, que representaban proyectos políticos claramente diferenciados.
En ese escenario, la campaña se reconfiguró en clave de confrontación directa entre dos visiones de país. La segunda vuelta, celebrada el 14 de diciembre, se convirtió en un plebiscito político y simbólico sobre seguridad, modelo económico, gobernabilidad y orientación ideológica.
José Antonio Kast y las claves de su proyecto político
“Sin seguridad no hay paz, sin paz no hay democracia y sin democracia no hay libertad”.
José Antonio Kast
José Antonio Kast, abogado y dirigente político chileno, lidera el Partido Republicano, una formación de derecha conservadora que ha crecido con fuerza en los últimos años. Su programa electoral se centró en varios ejes fundamentales:
- Refuerzo del orden público y políticas más duras contra la delincuencia.
- Control estricto de la inmigración irregular.
- Reducción del tamaño del Estado y contención del gasto público.
- Defensa de la propiedad privada y del modelo económico de mercado.
- Crítica abierta a los proyectos de izquierda en la región.
Durante la campaña, Kast se presentó como una alternativa de ruptura frente al ciclo político encabezado por el presidente saliente Gabriel Boric, al que responsabilizó del deterioro de la seguridad, la fragmentación institucional y la falta de crecimiento económico.
Jeannette Jara y el proyecto de la izquierda
“Nuestra agenda concibe un Estado que regula, articula la inversión privada y actúa como inversionista directo en sectores estratégicos para fortalecer la provisión pública y la justicia social”.
Jeannette Jara, programa presidencial, elecciones de Chile 2025.
Jeannette Jara, exministra y figura destacada del Partido Comunista de Chile, encabezó la candidatura de una coalición de izquierda que defendía un rol más activo del Estado en la economía y una ampliación de las políticas sociales.
Su programa incluía:
- Fortalecimiento del sistema público de salud y educación.
- Reformas laborales orientadas a ampliar derechos sindicales.
- Mayor intervención estatal en sectores estratégicos.
- Continuidad y profundización del modelo social impulsado durante el gobierno de Boric.
La candidatura de Jara concentró apoyos entre sectores progresistas, pero también generó resistencias en amplias capas del electorado, especialmente por el peso del Partido Comunista dentro de su coalición.
Cuba en el discurso de la izquierda chilena
Durante una entrevista televisiva concedida en abril de 2025, en plena campaña presidencial, Jeannette Jara fue consultada directamente sobre si consideraba a Cuba una dictadura. La candidata del Partido Comunista de Chile rechazó esa calificación y respondió: “No, Cuba tiene un sistema democrático distinto del nuestro”. En esa misma intervención reconoció la existencia de un partido único en la isla, pero insistió en que “cada pueblo define su gobierno”.
El programa presidencial del Partido Comunista de Chile plantea un rol central del Estado en la economía, no limitado a la regulación, sino extendido a la planificación, la provisión directa de bienes y servicios y la intervención en sectores considerados estratégicos.
Esa concepción del poder público guarda afinidades claras con la experiencia cubana, caracterizada por una intervención estatal prácticamente absoluta: controla los principales medios de producción y concentra las decisiones políticas, económicas y administrativas en un sistema de partido único sin alternancia electoral. Ese esquema ha desembocado en una crisis estructural prolongada y en un estado de emergencia económica y social persistente en la isla.
Estas coincidencias estructurales facilitaron que la oposición estableciera una comparación directa entre el proyecto de Jara y la experiencia cubana, sin necesidad de forzar el argumento. Desde el entorno de José Antonio Kast, Cuba fue presentada de forma explícita como un ejemplo negativo y como advertencia sobre los riesgos de avanzar hacia modelos de mayor intervención estatal y concentración de poder.
Posteriormente, la candidata matizó su declaración y reconoció que Cuba no cumple con los estándares de una democracia liberal. Esa corrección no impidió que el tema siguiera presente en el debate público, ya integrado en el discurso crítico del Partido Republicano.
Reacciones tras la victoria de Kast en Chile
El resultado de las elecciones presidenciales en Chile generó reacciones inmediatas dentro y fuera del país, por el alto peso simbólico que suponen en el contexto regional. Dirigentes del Partido Republicano celebraron el resultado como el inicio de un cambio de rumbo tras años de inestabilidad política y desgaste institucional.
Desde la izquierda, las primeras reacciones combinaron reconocimiento formal del resultado con advertencias sobre el impacto que podría tener un gobierno de Kast en materia de derechos sociales y políticas públicas. Figuras cercanas al oficialismo saliente señalaron su preocupación por un eventual retroceso en reformas impulsadas durante los últimos años, aunque evitaron cuestionar la legitimidad del proceso electoral.
En el ámbito internacional, el triunfo fue interpretado como parte de un reacomodo político en América Latina. El presidente argentino Javier Milei celebró públicamente la victoria de José Antonio Kast y la presentó como una señal de desgaste de los proyectos de izquierda en la región. En una línea similar se pronunciaron otros referentes conservadores, que leyeron el resultado chileno como un respaldo a agendas centradas en el orden, la seguridad y la reducción del papel del Estado.
Desde gobiernos y espacios progresistas, las reacciones fueron más cautas. El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva reconoció el resultado y subrayó el respeto a la voluntad popular, mientras que sectores de la izquierda regional evitaron pronunciamientos enfáticos y optaron por esperar los primeros gestos del nuevo gobierno chileno antes de fijar posición.
Más allá de las declaraciones inmediatas, el resultado abrió un periodo de expectativa sobre la capacidad del nuevo presidente para gobernar en un escenario institucional complejo y con una sociedad políticamente fragmentada. Las reacciones iniciales anticipan que la presidencia de Kast se desarrollará bajo una fuerte atención pública, tanto a nivel nacional como internacional.
Transición y toma de posesión
José Antonio Kast asumirá la presidencia de Chile el 11 de marzo de 2026, fecha establecida constitucionalmente. Hasta entonces, se abre un periodo de transición en el que deberá conformar su equipo de gobierno y negociar con un Congreso fragmentado, donde su partido no cuenta con mayoría absoluta.
Los primeros meses de su mandato serán clave para evaluar la viabilidad de sus promesas de campaña y la capacidad de implementar cambios en un sistema político caracterizado por el equilibrio de poderes.
Chile tras el gobierno de Gabriel Boric
La victoria de Kast en Chile no puede entenderse sin considerar el desgaste acumulado durante el gobierno de Gabriel Boric, que llegó al poder en marzo de 2022. El actual presidente chileno encarnó una nueva izquierda generacional, surgida del ciclo de protestas de 2019 y de la promesa de una transformación profunda del modelo político y social.
Ese proyecto encontró rápidamente límites. En el plano económico, Chile atravesó un periodo de bajo crecimiento, aumento del costo de la vida y persistente incertidumbre, factores que afectaron de forma directa a las capas medias y populares. Aunque el país mantuvo indicadores macroeconómicos relativamente estables en comparación regional, la percepción ciudadana fue la de un estancamiento que contrastaba con las expectativas generadas al inicio del mandato.
A ello se sumó un deterioro sostenido de la seguridad pública. El aumento de delitos violentos y la expansión del crimen organizado, fenómenos que hasta hace pocos años tenían un impacto limitado en el país, se convirtieron en una de las principales preocupaciones sociales. La respuesta del Ejecutivo fue percibida por amplios sectores como tardía o insuficiente, lo que erosionó la confianza en la capacidad del Estado para garantizar el orden.
El proceso constitucional impulsado durante el gobierno de Boric terminó de agravar ese desgaste. Tras el fracaso del primer proyecto de nueva Constitución en el plebiscito de 2022 y el posterior rechazo de una segunda propuesta en 2023, una parte importante de la ciudadanía interpretó el ciclo constituyente como una fuente de inestabilidad política. Ese doble rechazo debilitó la legitimidad del impulso reformista y dejó al Ejecutivo sin uno de sus principales ejes políticos.
En el terreno político, el gobierno enfrentó además dificultades para articular mayorías estables en el Congreso, así como tensiones internas dentro de su propia coalición. La presencia del Partido Comunista en el Ejecutivo fue objeto de debate permanente y alimentó recelos en sectores moderados del electorado, especialmente en un contexto regional marcado por la crisis de regímenes autoritarios de izquierda.
Este conjunto de factores configuró un clima de fatiga social y desconfianza hacia las promesas de cambio estructural. En ese escenario, la candidatura de José Antonio Kast logró canalizar una demanda de orden, estabilidad y corrección de rumbo. El resultado electoral refleja así tanto un voto a favor de un proyecto conservador como un voto de castigo a un ciclo político percibido como fallido.
La victoria de Kast en Chile, por tanto, se inscribe menos en una ruptura abrupta que en un proceso de reacción frente a las limitaciones del gobierno saliente y a la frustración acumulada tras varios años de alta expectativa y bajo cumplimiento.
Derrotas de la izquierda en América Latina en 2025
Más allá de las fronteras chilenas, la victoria de José Antonio Kast se inscribe en un contexto latinoamericano marcado por la alternancia ideológica y el desgaste de los proyectos de izquierda en varios países.
En Honduras, la alianza política liderada por el partido de izquierda Libre no consiguió retener la presidencia tras el ciclo electoral que culminó a finales de 2025. El fracaso de ese proyecto se interpretó como un retroceso del espacio político de izquierda en ese país, en un contexto de creciente preocupación ciudadana por la inseguridad y el deterioro de las condiciones económicas.
En Bolivia, las elecciones presidenciales de octubre de 2025 dieron como vencedor al candidato de centro-derecha Rodrigo Paz, quien desplazó al Movimiento al Socialismo (MAS), la fuerza política dominante durante casi dos décadas. Ese giro implicó la salida de un referente de la izquierda regional y puso fin a un largo periodo de hegemonía bajo un mismo proyecto político.
Estos casos configuran un patrón en el que proyectos de izquierda o progresistas enfrentaron derrotas significativas en urnas nacionales durante 2025. Ese fenómeno no implica una uniformidad absoluta —cada país tiene dinámicas sociales e históricas propias—, pero sí sugiere que las narrativas y programas vinculados con la izquierda tradicional enfrentaron dificultades electorales relevantes en distintos contextos regionales.
Este panorama regional ayuda a comprender mejor el significado de la victoria de Kast en Chile: no como un fenómeno aislado, sino como parte de una serie de reconfiguraciones políticas en las que la izquierda enfrenta desafíos para traducir sus propuestas en mayoría electoral.
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