A finales de los años 80, mi voracidad como lector tropezó con un género poético que ni por asomo hubiese podido intuir: el haiku. Como un virus, su genial simplicidad venía camuflada en las páginas más profundas de una de las tantas publicaciones especializadas en literatura que por aquel entonces proliferaban. No me voy a exprimir los recuerdos en aras de una exactitud irrelevante para con el título de la revista. El asunto es que, comprimida como parecía en medio de tanta palabrería occidental, de un solo vistazo quedé infectado con Bashô, Saikaku, Seira, Shuoshi e Issa. Es de esos descubrimientos que no caducan, como esta sugerencia que Lázaro me propone de un texto de Ueshima Onitsura, exquisitez que parece detenida en el tiempo como una abeja en una piedra de ámbar:
aretsubo ni omodaka hosoku saki ni keri
En un jarrón roto / floreció frágil / la blanca flor de los pantanos
De más está decir que mis intentos por atrapar semejante hálito se estrellaban como insectos contra una lámpara, máxime cuando se trata de una manifestación de las letras que, en su lugar de procedencia, elige a contados cultores para sublimarse.
Hace unos diez años, cuando trabajaba en la Facultad de Artes Visuales del Instituto Superior de Arte, su Decano en aquel entonces, el Maestro Jorge Braulio Rodríguez, uno de los más calificados haijines (poeta de haiku) cubanos, invitó a una especialista en dibujo japonés a impartir un taller en los predios de la facultad. Ahí estaba yo, como el primero, para iniciarme en el arduo y sutil empeño de plasmar, tinta sobre papel artesanal, algo tan leve y efímero que recordara un haiku. La Maestra debe haberlo pasado muy bien, o haber sufrido, en el silencio más críptico de su tradición, el dolor y la vergüenza. El intérprete que la acompañaba tradujo para mí, sin matices ni protocolos, que lo que yo había hecho no sólo era obviamente occidental, sino muy tropical; infiero que, para ellos, debió ser algo así como una banderola para “La Comparsa del Alacrán”.
Como lector, en materia de haiku, a lo más lejos que he llegado es a identificar cuándo se trata de un resultado decoroso. Esto, tomando en consideración el grueso filtro cultural por el que debe pasar la concepción del delicado género, entre interpretaciones, traducciones y ejecuciones, esporádicamente logradas por los literatos de ámbitos no nipones.
Entonces, atando cabos para redondear esta presentación, es cuando conozco a Lázaro Orihuela como cofundador y administrador de una página de Facebook pro ambientalista, Habana Verde, razón por la que lo entrevisté hace un tiempo junto a su colega para esta misma publicación. Poco amigado con la estridente publicidad de su propio quehacer literario, en todo caso con la promoción más benevolente, pasó mucho tiempo antes que pudiera descubrir la arista literaria y orientalista de mi entrevistado, quien también se declara contrario a participar en concursos. Tiempo atrás, en esa incansable búsqueda que lo ha traído al presente, sus derroteros le fraguaron un aprendizaje del que, ¿cómo evitarlo?, formaron parte los eventos competitivos que condujeron a la publicación de parte de su obra en varias antologías. Me confiesa que tal procedimiento, rivalidad mediante, con el que también discrepo en lo personal, no lo anima en su búsqueda filosófica de la libertad y la poesía.
Un aspecto de particular notoriedad en el modus vivendi de este haijin, es el contrastante parteaguas que hay entre su sendero vital y su poética. Como un árbol que se abre camino entre las piedras, podría decirse que es de esos Caminantes que saca partido a cuanta curva se le interpone, con la única y diáfana finalidad de alcanzar aquello que a casi todos se nos escapa: lo que está sucediendo en este lugar, en este momento.
Eres un intelectual con un oficio de vida envidiable. Trabajaste en una fábrica de conservas, en otra de muebles, como agente de seguridad portuaria, despachador de viajes, y, en tiempos recientes, en la grabación y alquiler de discos y memorias. Con semejante hoja de ruta cualquier escritor tendría suficientes vivencias para escribir una abultada novela, o varias, pero tú has preferido un género discreto y esencial. ¿Por qué el haiku?
"La poesía fue siempre la herramienta de expresión que más se adecuó a mis necesidades, y dentro de ella, los estilos de estructuras breves. Supongo que esté relacionado con determinados aspectos psicológicos. Tengo un amigo escritor aquí en Batabanó que escribe novelas extensas, y me ha comentado del trabajo que le cuesta decir cualquier cosa en un par de cuartillas. Es cuestión de comodidad".
Desde 9no. grado querías ser pescador o piloto de aviación. Esa dicotomía entre el mar y el cielo se resolvió por sí misma, y terminaste entrando a los "Camilitos" para hacerte piloto. ¿Por qué no llegaste a la candidatura para ejercer esa ambición que casi todos hemos padecido?
"En 12mo. grado fui retirado del proceso de captación para pilotos, en el Instituto Técnico Militar (ITM), por una supuesta adenoides. En la misma etapa arreció el régimen en la escuela, y tenía una novia que estudiaba en el pre Antón Makárenko, en las afueras de mi pueblo. Para allí me trasladé dos meses después".
Me comentabas que optaste por la carrera de Licenciatura en enfermería, aunque no la cursaste. Sin tener demasiados roces culturales, después comenzaste la carrera de Estudios Socioculturales. ¿Fue ese el camino definitorio para tu encuentro con el difícil género oriental?
"La carrera me puso en contacto con el Arte y la Literatura, aunque pocos meses antes, y gracias al poeta Juan Carlos García Guridi, ya había comenzado a escribir décimas. Luego incursioné en otros estilos, acabando por escribir poesía occidental en tres versos de 5/7/5 sílabas, creyendo que era haiku. Siempre me sentí atraído por el formato corto. Pero no fue hasta que di con el poeta Lester Flores, a quien agradezco infinitamente por haberme enviado material de estudio, que le entré al haiku verdaderamente. Desde mis primeros intentos fallidos por acercarme al género, he mantenido la brevedad, pero no el centro de la poiesis (del griego ποίησις): anteriormente era el "Yo". Con posterioridad a mi entendimiento sobre el asunto, fue el mundo, la Naturaleza en el sentido que lo percibe la cultura oriental tradicional, la de influencia budista".
¿Quiénes te han influido desde entonces?
"Lester me envió por Messenger, en aquel momento, algunos materiales que definitivamente me marcaron el camino (Dô) del haiku, entre los que estaban las obras de los nipólogos Vicente Haya, Fernando Rodríguez Izquierdo y Antonio Cabezas. Luego me integré a la comunidad del haiku hispanohablante, que confluye principalmente en el Foro ´El rincón del haiku´, donde hay, además de un foro de debates, una revista con entregas de Maestros como el peruano Gonzalo Marquina, el español Jaime Lorente, la chilena Marcela Chandía, el mexicano Yaxkin Melchy, y el queridísimo profe Jorge Braulio Rodríguez Quintana.
"Mis conceptos y preferencias en cuanto a estilo y tipología del haiku se han moldeado continuamente gracias a ellos y a la comunidad en general".
Cuéntame un poco de esa vinculación entre senderismo y literatura, entre naturaleza y sensibilidad artística. ¿Qué fue Senda del Sur? ¿Cómo llegas a Habana Verde?
"Matsuo Bashô, Yosa Buson y Taneda Santôka, son tres de mis haijines preferidos. Los tres fueron monjes viajeros.
"Bashô, creador del género, escribió:
Yamaji kite naniyara yukashi sumire-gusa
Viniendo por el sendero de la montaña
!Ah! !Qué maravilloso!
... unas violetas
"Luego Buson:
Tani-ji yuku hito wa chiisaki wakabana kana
A lo lejos, se ven pequeños
los hombres que van por el sendero del valle...
Frente a mí, las ¡hojas nuevas!
"Y Santôka, el ultimo célebre poeta errante nipón:
Yama-michi kure isogu rindô
Anochece en la montaña.
Me apresuro por el sendero de la arboleda
"Hay en Japón una larga tradición de peregrinaje, y específicamente el haiku está muy vinculado a esto; la obra cumbre de Bashô, ´Oku no hosomichi´, traducido como ´Sendas de Oku´ o ´Viaje hacia tierras recónditas´, declarada en Japón como Tesoro Nacional, es justamente un diario de viajes, donde aparecen haikus junto a otros apuntes.
"Creo que viajar en un entorno natural es condición importante para la formación de un haijin. El creador del término haiku, Masaoka Shiki, sufrió de tuberculosis, y mientras pudo, hizo viajes cortos a las afueras de su pueblo. Es de resaltar que Shiki era ateo, teniendo en cuenta que el sincretismo filosófico religioso de Japón (Shinto: variantes del budismo) ha sido determinante en la estructuración de los principios estético-literarios de ese país.
"El vínculo Naturaleza-Literatura-Arte viene desde el Manyôshû, primera antología japonesa de poesía, calada en su mayoría por los asombros (en japonés: Aware) del hombre de mediados del siglo VIII ante los sucesos de la Naturaleza.
"Uno de los aspectos fundamentales en la renovación literaria de Bashô, a la hora de ir creando las bases del género, fue retomar esta poética que, a diferencia de su predecesora, la china, no tomaba la Naturaleza en consideración como instrumento para expresar las ilusiones, preocupaciones, alegrías, etc., sino que simplemente mostraba los sucesos que habían conmocionado al poeta.
Lázaro Orihuela: "El haiku para mí fue una puerta a la filosofía oriental, y desde entonces tomé una visión y actitud ante la Naturaleza radicalmente distinta..."
"Así que, aunque pudiera haber algunas diferencias, sobre todo en aspectos lingüísticos, en esencia, desde el Manyôshû japonés del siglo octavo, hasta este archipiélago caribeño del siglo XXI, hay un hilo conductor de reverencia ante el mundo, donde el creador se encuentra en comunión con la maravilla que le rodea. Es lo que intentamos lxs haijines cubanxs: preservar esa conexión.
"El haiku para mí fue una puerta a la filosofía oriental, y desde entonces tomé una visión y actitud ante la Naturaleza radicalmente distinta. Los seres anteriormente eran cosas, objetos a utilizar que podían destruirse y desecharse; después, elementos de un sistema interconectado. Como diría Dogen en su ´San sho do ei´: refiriéndose a la sacralidad de todo lo existente:
Mine no iro tani no hibiki mo mina nagara waga Shakyamuni no koe to sugata to
El color de la montaña, el sonido del valle, todo es de nuestro Buda.
"Y ese ´Todo´ (que incluye plantas y animales) entiendo que tiene derecho a la Vida. Por eso me sobrecogió tanto la primera vez que vi la cantidad de árboles talados que había en El Vedado. Para buscarle solución a ese creciente problema decidimos, Alexandra Lleonart y yo, crear el grupo de Facebook, que finalmente cumplió parte de su objetivo, al obtener cierta atención gubernamental; pero, sobre todo, por la movilización en las redes sociales de un incipiente movimiento ambientalista.
"´Senda del Sur´ fue un proyecto que llevábamos mi amigo Lester Flores y yo. Incluía lecturas, talleres, conferencias y un concurso internacional de haiku. También contemplaba un evento de senderismo con una ruta de 20 kilómetros por el manglar de la costa sur: desde la playita de Batabanó hasta Playa Mayabeque. Todo apoyado por la Asociación Hermanos Saíz".
Tomando en consideración que un humano promedio se tira más de 10 peos al día, suficientes para inflar un globo de cumpleaños, ¿No crees tú que, en proporción y sistematicidad, nuestro intelecto queda rezagado en cuanto a producción se refiere? ¿Te consideras un escritor prolífico?
"En los talleres siempre hemos insistido en dejar bien claro que la poesía occidental es una cosa, y el haiku otra distinta. Lo intelectual es una cosa, y lo sensorial-emocional es otra. En el haiku el bagaje intelectual más bien estorba, aunque juega su papel a la hora de transmitir adecuadamente el instante vivido. Por eso la famosa frase de Bashô: ´Para escribir un haiku busca a un niño de un metro de altura´.
"Desde ahí, por supuesto que los peos llevan la delantera. Llevamos una vida donde podemos tirarnos unos cuantos mientras copiamos a una flash capítulos de ´El Capo´ y ponemos a convertir digitalmente un filme de Steven Seagal. Pero lo que sería imposible es hacer algo tan rutinario y, al mismo tiempo, contemplar un bando de gaviotas que se aleja hacia el horizonte.
"No me considero un escritor prolífico. Últimamente me ha interesado más dar a conocer lo que hacen otrxs haijines, que llevar al papel mis asombros".
No tan minimalista como en un haiku, ¿Pudieras hacerme un recuento de tu actividad literaria, premios, menciones, publicaciones?
"Como autor tengo los libros: ´Haikus de los animales´, Otoño Editorial, La Habana, 2021; ´17 preguntas sobre el haiku´, Otoño Editorial, La Habana, 2020; y ´Adentrándome en el viento´, publicado por Amazon Kdp el año pasado.
"También he sido incluido en las antologías: ´Concierto de haiku —Los cuatro elementos—´. Editorial Rompesilencios, Medellín, Colombia, 2018; ´Pisar la hierba´. Edición Facultad de Derecho de Albacete, España, 2019; y ´Con los cinco sentidos´. Edición Concejalía de Cultura, Albacete, España, 2019.
"Algunos haikus escritos por mí también se han publicado en las revistas: ´El Rincón del haiku´. España, 2020, ´Taller Igitur´, México, 2022, y ´Portal de Arte joven cubano. AHS´.
"En el 2018 me otorgaron Mención en el IX Concurso Internacional de haiku de la Facultad de Derecho de Albacete, España. Fui Premio en el VI Concurso de haikus de la Librería Haiku, Barcelona, España. 2020. Y en Japón obtuve Premio en el 24º Concurso Internacional de haiku Kusamakura, categoría ´Lenguas extranjeras´, 2019".
¿Cómo ingresaste en la Asociación Hermanos Saíz? Y después, ¿por qué renunciaste a su membresía?
"Entregué mi currículum a la AHS en junio del 2018, y luego del proceso de selección fui aprobado.
"Después de observar la reacción de la asociación ante lo sucedido el 27 de noviembre de 2020, en el Ministerio de Cultura, decidí renunciar a la membresía. La AHS, a excepción de la sede de la Isla de la Juventud, reprodujo al pie de la letra el discurso del gobierno, con sus mensajes de odio y deslegitimación de determinados sectores sociales y artísticos. Experimento respeto por ellos, porque del amor y el respeto radical debe partir todo, pero no me interesa ser parte de una asociación y/o institución que no funcione como tal, y que represente más a la cúpula gobernante que a sus miembros".
¿En qué circunstancias fundas Otoño Editorial? ¿Qué características tiene la editorial? ¿Quién hace el trabajo de selección y edición?
"Todos sabemos de los problemas que hay en Cuba para publicar, a eso se le suma que, editados aquí, libros de géneros poéticos occidentales hay muchos, los de haiku se pueden contar con los dedos de una mano. De calidad hay solo uno: ´Todo en tres líneas´ escrito por el profe Jorge Braulio y editado por Gente Nueva. También bajo el sello de esta editorial tenemos ´Luna de otoño´, una selección de haikus hecha por Esteban Llorach Ramos a partir de traducciones (que dejan muchísimo que desear) de Octavio Paz y Ekichi Hayachiya. Los otros que menciono con anterioridad, de autores cubanos, son una mezcla (en los mejores casos) entre haikus, senryus y zappai, vendidos todos como haikus.
"Este es el panorama en el cual surge Otoño Editorial, en la primavera del 2020, en plena pandemia, como una alternativa para difundir el poema breve nipón.
"La línea de la editorial es exclusiva para el haiku. Hasta el momento tiene 11 títulos, entre los que se incluyen autores como el profe Jorge Braulio y ´los tres de Nagasaki´, amigos españoles discípulos directos de Vicente Haya y creadores de la Escuela de haiku Makoto, quienes amablemente han cedido un espacio a Otoño Editorial en el sitio web oficial de la Escuela; desde ahí pueden descargarse gratuitamente todos los libros.
"Las ediciones se agrupan en cuatro colecciones: Colección Pino (para haijines hispanohablantes), Colección Mangle (para haijines cubanxs), Colección Guayabo (para haijines niñxs cubanxs), Colección Maracuyá (para haijines niñxs hispanohablantes)
"Hasta el momento los títulos están solo en formato digital, pero hay planes de hacer tiradas artesanales.
"Casi todo el trabajo lo he hecho yo mismo, desde la edición, selección, maquetación, diseño, hasta las ilustraciones, salvo dos libros que han sido ilustrados con los hermosos sumi-e de la argentina Sandra Pérez, y otro que fue editado por el filólogo cubano Yoandy Cabrera".
He visto muchas de tus publicaciones en Facebook, fotos, textos, convocatorias, y es perceptible en ti una decidida tendencia hacia la cultura japonesa. ¿Cómo te identificas con una idiosincrasia tan remota?
"De la cultura tradicional japonesa me arroba sobre todo su silencio, la vacuidad, la sencillez, la organización, el trabajo con lo sugerente, la armonía, lo contemplativo, lo espiritual, la amabilidad… Y me es muy gratificante el interminable proceso de transformación que supone asumir estos valores como forma de vida, además de para el proceso creativo".