Cuando en Naciones Unidas se promueve la firma del Acuerdo de Escazú, tratado que pide un mayor acceso a la información y participación ambiental en Latinoamérica y el Caribe, llama la atención que hay países de la región que no lo han suscrito. Cuba destaca como uno de los que ni siquiera se ha pronunciado al respecto.
No son pocos los activistas independientes dentro de la isla que piden la incorporación a lo que podría ser el mayor acuerdo integrador para la difusión de conocimientos ambientales en la zona. Entre ellos, Alejandro Perdomo García, uno de los organizadores del ya desaparecido movimiento de Jóvenes Ambientalistas Cubanos (JAC), quien más de una vez ha experimentado los obstáculos impuestos por el gobierno a las organizaciones ambientalistas independientes.
Graduado en Zootecnia Veterinaria e influenciado por el impacto negativo de la contaminación ambiental, Perdomo García, en entrevista con Árbol Invertido habla de cómo formó parte de la idea iniciada por los jóvenes de la Agencia de Medio Ambiente (AMA) y los institutos que la integraban, para constituir, el 6 de abril del 2018 el movimiento de JAC como una alternativa independiente dentro de la isla para el cuidado de la biosfera.
¿Qué pretendía el Movimiento de Jóvenes Ambientalistas?
“El objetivo principal de la organización era contribuir al desarrollo del país a través del fortalecimiento de la temática ambiental, así como la movilización social, principalmente de la juventud, con el fin de asumir responsabilidades y plantear soluciones alternativas para crear un modelo de ciudadanía ecológica.
Algunos de los objetivos específicos eran: promover actividades vinculadas al cuidado del medio ambiente a nivel local, regional, nacional e internacional; sensibilizar a la población cubana sobre la protección y el cuidado de la flora y fauna; y propiciar espacios de intercambio y capacitación para el desarrollo sostenible”.
¿Cuáles fueron los principales logros alcanzados por el movimiento?
“Nuestro grupo consiguió convocar y tener el apoyo de 7 institutos de la Agencia de Medio Ambiente. Llegamos a contar con 100 integrantes, realizando trabajos en 5 provincias del país. Además, participamos en varios eventos, como lo fue el Festival del Río Casiguaguas, organizado por el Gran Parque Metropolitano de La Habana y el proyecto comunitario Huellas, dirigido al saneamiento de los ríos.
Al igual estuvimos presentes en el coloquio Quebec-Cuba: Patrimonio y Medio Ambiente, dedicado a los 500 años de la fundación de La Habana; y fuimos invitados al festival Caleidoscopio, en la Facultad de Comunicación, donde impartimos charlas sobre cultura ambiental.
Una acción que supuso un referente en JAC fue el primer saneamiento masivo que convocamos en la desembocadura del Río Quibu en el municipio Playa, bajo el hashtag #SalvemosUnaPlaya, lugar en el que los desechos cubrían la totalidad del espacio. En esta actividad nos acompañaron muchas personas y organizaciones gracias a la convocatoria en las redes sociales. Junto a los equipos de la Iniciativa Planta, el establecimiento Juanky's Pan, Fábrica de Arte y la Fundación Antonio Núñez Jiménez, logramos visibilizar uno de los retos virales con mayor incidencia en Cuba (#TrashtagChallenge) y con un componente social notable: no solo estábamos desarrollando un reto, sino que lo transformábamos en un bien social para la comunidad de esa zona”.
¿Qué factores llevaron a la desaparición de Jóvenes Ambientalistas Cubanos?
“La segunda convocatoria que hicimos para el saneamiento de la desembocadura del Río Quibu trajo consigo nuestro primer y único problema, no podíamos ser un grupo dedicado a este tipo de temas ambientales cuando ya existían en el país organizaciones estatales como la Red Juvenil Ambiental de Cuba (ReJAC) adscripto a las Brigadas Técnicas Juveniles. Aquel día en medio de la limpieza, parquearon un camión lleno de meriendas y pulóveres con el logotipo de su organización como seña de que ellos eran los creadores del saneamiento convocado por nosotros.
Durante los 7 años que milité en la Unión de Jóvenes Comunistas no escuché nunca hablar de ReJAC. Era una organización fantasma para mí. Fue un movimiento que tal vez en su momento tuvo accionar, pero ya había quedado en la historia, suplantado por una nueva visión representada en los Jóvenes Ambientalistas Cubanos.
Como parte de la ofensiva contra la organización, eliminaron la sección que teníamos en Radio Ciudad Habana donde hablábamos de las experiencias de JAC y convocábamos a la población a asistir a los saneamientos. De la misma forma nos prohibieron utilizar nuestros logotipos y hashtags.
Tuvimos que cerrar nuestra cuenta en Facebook, aunque todavía queda evidencia de nuestro trabajo en las notas de prensa de varios periodistas que dieron a conocer la labor que desempeñábamos por el bienestar de la sociedad cubana en un tema trascendental como lo es el Medio Ambiente.
Nuestra despedida formal ocurrió durante la XII Convención Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo, siendo este el último evento en el que nos permitieron participar como grupo. Es bastante triste para mí todavía pensar que el grupo de Jóvenes Ambientalista Cubanos ya no existe. Nuestro trabajo era hacer un bien y solo eso, sin recibir nada a cambio”.
¿Cómo se desarrolla el ambientalismo en Cuba en el contexto actual?
“Si vas a la cuenta en Twitter de ReJAC podrías pensar que ellos están haciendo un arduo trabajo ambiental. Yo no creo que sea así, porque nunca han tenido un poder de convocatoria real. Si realmente trabajaran tanto: ¿por qué hay tanta basura reciclable en el Malecón habanero? O ¿por qué el Río Quibu no ha recibido más labores de saneamiento? Estos son problemas que nos afectan mucho antes de la pandemia por la que está transitando país.
Los mismos miembros que antes eran de JAC ahora tienen que representar a las Brigadas Técnicas Juveniles en sus respectivos institutos de la Agencia del Medio Ambiente, porque, según ellos, son los más preparados en esos temas.
El 26 de septiembre vence el plazo para la firma del Acuerdo de Escazú,* el cual representa un avance importante en términos de participación efectiva, acceso a la información y a la justicia ambiental, temas que cruzan diversos conflictos en la región latinoamericana. Sin embargo, a pocos días de este cierre, Cuba es uno de los pocos países que aún no ha suscrito este acuerdo. Este grupo lo completan países como Venezuela, Chile, El Salvador y Honduras.
Nunca he sido partidario de mezclar temas políticos con temas ambientales, por eso no concuerdo con las BTJ y ReJAC. Su misión y visión es diferente a la de JAC cuando existía. Cuba no tiene movimientos ambientalistas independientes reconocidos por el gobierno. Para nadie es un secreto que en Cuba los grupos no asociados a entidades estatales de cualquier causa no son aprobados”.
(Fotos: cortesía del autor.)
* Al vencerse el plazo para su ratificación, finalmente Cuba no fue participante del Acuerdo de Escazú.