En medio de la caótica interacción en las redes todavía es posible descubrir voces claras y coherentes, como un filón de oro, proponiendo soluciones a aquellas calamidades que aquejan la normalidad socioeconómica nacional. Es reconfortante advertir que una considerable parte de esas expresiones proviene de jóvenes con una visión renovada, preñada de dinámicas y alternativas consustanciales con los tiempos que corren.
Tal es el caso de María Lorente, estudiante universitaria y activista medioambiental. En la confluencia de diversas tendencias de opinión, en varios grupos con intereses virtualmente contrapuestos, o en sus razonamientos más cotidianos, no me fue difícil encontrarla, articulada en una misma persona repleta de inquietudes y sensibilidades, que preferiría clasificar como paradigmática para la generación que, indefectiblemente, regirá los destinos de este país en los tiempos que se avecinan.
Quisiera comenzar por la noticia que me trajo hasta ti. Eres una persona muy joven, habitante de esta ciudad, y tuviste la brillante iniciativa de desarrollar un banco de datos en PDF, con información referida al estado actual de los árboles y las talas en el céntrico barrio del Vedado. ¿Cómo se te ocurrió la idea, y que metodología aplicaste?
En marzo y abril del 2021, el grupo Habana Verde aumentó de manera considerable su número de integrantes. Allí empezaron a nuclearse denuncias ciudadanas que reportaban el mal manejo del arbolado urbano por parte de las instituciones. Era un caos, todos los días veía al menos una publicación al respecto. Me sentía triste e impotente, porque estábamos todos encerrados en las casas mientras veíamos por las redes cómo destruían nuestro entorno.
Alexandra Lleonart, una de las fundadoras y administradoras del grupo, tuvo la idea de empezar a catalogar esas publicaciones con los hashtags #arboltaladoniunomenos y #podaindiscriminadadearboles, para así ir de algún modo agrupando toda la información. Sin embargo, aun cuando estuvieran al alcance de la mayoría, hacía falta reunirlas para contar con un panorama general y saber la magnitud del problema, al menos de manera aproximada.
Los datos del PDF salieron de las mismas publicaciones de las personas. Me asistí de estos hashtags, de las publicaciones en el grupo y de búsquedas de palabras claves en la red social, Facebook principalmente. Decidí restringir los datos a los casos de Plaza de la Revolución porque era la zona más reincidente en las denuncias y, además, porque es donde vivo y así podía identificar bien las calles y comprobar la veracidad de las denuncias.
Aunque lo veo como algo esencialmente lógico, ¿consideras que antes de tu investigación existía una propuesta institucional similar a la tuya? De cualquier modo, ¿crees que pueda servir de estímulo para esas mismas instituciones, en el despliegue de un estudio parecido?
Estudios, tesis y proyectos sobre el arbolado urbano existen muchísimos, las talas indiscriminadas y las podas mal ejecutadas no son problemas nuevos en las ciudades cubanas. Los expertos en el tema se han pronunciado al respecto y llevan mucho tiempo alertando sobre las consecuencias de estas prácticas, así como brindando posibles soluciones y ofreciendo su asesoría. Lo que nosotros desde Habana Verde planteamos es algo que ellos ya han abordado en otras ocasiones y con más profundidad y conocimiento.
Sin embargo, a diferencia de otros tiempos, ahora se suman las redes sociales y la sociedad civil ha pasado a tener un papel más activo en lo que sucede a su alrededor. Habana Verde viene a ser el espacio digital en el que se ha agrupado la ciudadanía preocupada por el arbolado urbano y por el medio ambiente en general. Es una preocupación vieja, son reclamos viejos, pero ahora con las redes sociales salen a flote con más fuerza.
Los números de la tabla no solo hablan de nuestro arbolado, sino de la cantidad de personas que se han preocupado por hacer denuncias públicas. Eso puede ser lo innovador. Demuestra que hay una parte creciente de nuestra población que está en contra de esas malas prácticas y se preocupa al menos lo suficiente como para hacer una denuncia pública en las redes. Pienso que, en futuras investigaciones científicas y proyectos al respecto, hay que hacer hincapié en las personas que conviven alrededor de las zonas implicadas.
¿Cómo fue tu acercamiento a la cultura ambiental?
Fue en esta pandemia, de eso estoy segura. El encierro significó un cambio de dinámica para mí, un cambio al que todavía no me acostumbro. He redistribuido mis energías, y las plantas ahora son una parte indispensable de mi rutina diaria. Me levantaba sin ningún objetivo para el día, sin nada relevante que hacer, salvo las cosas cotidianas de la vida doméstica. Ahora me levanto directo a vigilarlas, me gusta mucho descubrir que una semilla ha comenzado a brotar, que la postura tiene una hoja nueva o que la enredadera está 2cm más arriba de la marca.
El acercamiento a la cultura ambiental no fue consciente al principio, pero luego de coincidir en Habana Verde con otras personas que tenían preocupaciones similares a las mías, empecé a tomar un papel más activo.
Me comentabas que cursas el 4to año en la Universidad de las Artes (ISA). ¿Qué estudias?
Estudio Dramaturgia, en la Facultad de Arte Teatral.
Cuéntame de tu vínculo con Argos Teatro, ¿cómo llegaste, y qué haces allí en la actualidad?
Llegué cuando estaba en 1er año de la carrera. Empecé a visitar los ensayos de la obra Misterios y pequeñas piezas, escrita y dirigida por Carlos Celdrán, y poco a poco me fui quedando. Ha sido la mejor experiencia profesional que he tenido en mi vida.
Poder estar desde el principio en un montaje teatral, y ver la evolución y los cambios de las puestas en escena, ha sido la mejor escuela de teatro posible. De alguna manera, es también como ser testigo del nacimiento de una semilla, o del fortalecimiento de un árbol.
Veo que existe un trasfondo intelectual en tu vida familiar. ¿Ha determinado o influido esa cercanía en tu elección profesional?
Mis padres son escritores. Mi papá es poeta, y mi mamá, además de poeta, es editora y periodista. Crecí en Ferias del libro, lecturas de poesía, presentaciones de libros y debates sobre literatura. Escoger el teatro fue una manera inconsciente de empezar un camino propio. Pero la verdad es que nunca he podido ni podré alejarme de la literatura. Ahora en la pandemia, en este encierro que nos imposibilita ir al teatro o ensayar de manera presencial, he vuelto un poco a esa raíz literaria que heredé de mis padres.
La humanidad está esperando que pase la pandemia para reanudar el carnaval de consumismo, sin tener muy claro que, a nivel de sobrevivencia ambiental, estamos en el umbral del no retorno. Para completar este encuentro contigo, ¿qué aspectos, humanos o ambientales, consideras que propiciaron el gradual deterioro del arbolado viario, específicamente en La Habana?
Es un deterioro general. De todo. El arbolado urbano está deteriorado, pero también lo están los edificios, las casas, los parques, los ríos, las costas, nosotros mismos y nuestros valores. Siento que la desidia se ha convertido lentamente en un estado nacional, y es muy triste ver cómo a nadie le importa nada, cómo incluso a uno mismo ya dejan de importarle algunas cosas. La gente está enfocada en sobrevivir y no se percatan de que conservar nuestro medio ambiente forma parte de una lucha de supervivencia mayor. Pero es muy difícil pedirles a las personas que piensen a largo plazo, cuando tienen que estar enfocadas en el día a día. Por eso pienso que, hasta que no se logre un nivel de vida mínimamente digno, no seremos capaces de dar el salto medioambiental que nos hace falta y apostar verdaderamente por ciudades sostenibles.