Las palabras de Fito Páez durante su conversación con el cineasta cubano Juan Pin Vilar, recogidas en el documental La Habana de Fito, ofendieron a funcionarios culturales del régimen, así como a artistas comprometidos con la dictadura, como es el caso de Raúl Torres, quien incluso amenazó con acudir a la violencia.
Pero antes de llegar a Raúl Torres, un artista y diputado a la Asamblea Nacional de Poder Popular (ANPP) que se ha ganado los favores del poder durante los últimos años componiendo canciones para cada acontecimiento político que ocurre en la isla, haremos un recuento de lo ocurrido con el documental de Juan Pin Vilar.
Lo que parecía otro audiovisual donde se plantean cuestionamientos a la Revolución cubana se convirtió en el enésimo escándalo relacionado con el cine en los últimos años, pues las autoridades culturales decidieron censurar la que sería su primera proyección en la sede del grupo de teatro El Ciervo Encantado.
La cancelación de la proyección, por orden del Ministerio de Cultura, generó un rechazo inmediato en el sector cinematográfico cubano, que vino acompañado por denuncias de censura por parte de su director, Juan Pin Vilar, un viejo conocido de las autoridades del país.
Lo que pocos esperaban era que días después, en un acto de soberbia de las autoridades cubanas, e intentando desacreditar las acusaciones de censura vertidas por el realizador, decidieron transmitir sin su autorización la obra en la televisión cubana, precedida por un panel donde funcionarios culturales acusaban a Vilar de manipular al músico argentino.
Tampoco previeron los funcionarios cubanos el terremoto que traería este acto, pues ante semejante agravio decenas de realizadores audiovisuales cubanos se agruparon en una Asamblea de Cineastas para defender su autonomía y el respeto a sus obras.
En menos de un mes los debates dejaron a su primera víctima: el presidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), Ramón Samada, quien se vio forzado a renunciar a su puesto, provocando movimientos de “cuadros” dentro de la institución, un proceso que por su falta de transparencia abrió paso a otra polémica, en la que profundizaremos más adelante.
Un mes después de la transmisión del documental en la televisión cubana, un hecho que todavía está teniendo resonancias en la isla, el músico argentino decidió romper el silencio sobre el tema en una entrevista con El Toque, donde calificó el proceder de las autoridades cubanas como “un movimiento infantil” y “una especie de antigua tradición de manipulación de los hechos”.
El músico argentino contó que el “arrebato” de las autoridades cubanas tuvo lugar después de una charla de su manáger con el viceministro de Cultura cubano, Fernando Rojas, quien le aseguró que existía una legislación en Cuba “por la cual no se pueden decir cosas en contra del régimen”.
“La palabra manipulación va a cobrar valor, aquí y ahora, porque hacen la pasada del documental en la televisión abierta, de un día para el otro, sin permiso de Juan Pin; sin tener los derechos musicales, sin tener mi permiso. Entonces, se convierte en una provocación… Te diría en un sentido menor, porque parecen niños. No parece una charla adulta de alguien que quiere tener realmente una discusión al respecto, como lo haría cualquier intelectual o persona ligada seriamente a la vida estatal o a la vida de un Ministerio de Cultura”, contó Páez al medio independiente cubano.
De acuerdo con el músico argentino, fueron dos cuestionamientos suyos los que más enojaron al poder en Cuba, el primero de ellos relacionado con la extraña desaparición del líder revolucionario Camilo Cienfuegos en octubre de 1959, y el otro sus críticas a la pena de muerte aplicada contra los jóvenes que secuestraron una lancha para emigrar a Estados Unidos.
Como las declaraciones del músico argentino no hicieron más que desacreditar la versión de las autoridades culturales cubanas, todo indica que los funcionarios dieron la orden de atacar la credibilidad de Fito Páez.
Uno de los primeros en arremeter contra el artista fue el académico Atilio Borón, presentado por el régimen cubano como uno de los intelectuales argentinos más importante, lo cual no es exactamente así.
Borón, quien visita frecuentemente la isla y presume de una relación cercana con Miguel Díaz-Canel, calificó las palabras del músico como “muy lamentables” y dirigiéndose a él dijo: “no podés ser tan irresponsable de decir lo que estás diciendo. Porque sos una figura de una gravitación extraordinaria y merecida. Sos un gran artista. Pero pensá un poquito al hablar en política, no te dejes manipular por las discográficas, ni por la mafia de Miami”.
Acto seguido apareció Raúl Torres, el principal vocero musical del régimen, quien dijo “sentir decepción de gente que he amado”, refiriéndose al argentino, y se preguntó “¿por qué se vuelven irresponsables y abyectos con el tiempo y el dinero?”
“Este señor en específico me ayudó en cierto momento de mi carrera y fue mi paradigma y guía, ahora en nombre de una gran mentira corrompe todo lo absolutamente bello e impoluto de su carrera hablando mal de Fidel, metiéndose en nuestra historia con una narrativa endeble y temblorosa sobre la desaparición de Camilo, todo por la proyección de un documental que pasaron sin permiso en la televisión cubana”, agregó Torres.
Luego, el músico cubano defendió la censura del documental, y en actitud desafiante dijo que “al que le sirva el bajaychupa que se lo ponga y no me empiecen ahora los nematelmintos con sus amenazas... que en Matanzas se inventó la gaznatonicidad y aquí no hay miedo de ningún tipo”.
A las palabras de Torres se sumó otro músico y diputado a la ANPP, Arnaldo Rodríguez, líder de la agrupación El Talismán, también encargada de una parte de la banda sonora del régimen.
"No cojas lucha, hermano. Yo no bajaré su obra de mi trono musical porque hable dos o tres sandeces. Es su opinión y más nada. En los últimos años he visto a varios artistas intentando zafarse de un disfraz que simbolizaron, cuando les convenía. A mí me da igual lo que hable, aunque no coincida. Respeto su criterio", escribió Rodríguez, en apoyo a Torres.
Rodríguez finalizó diciendo que el músico argentino no “podrá explicar por qué se presta para el documental de marras, un material que no está a su estatura artística. Y hay un burujón de cosas que tampoco podrá responder porque no puede, aunque quisiera".
Páez, quien no les contestó, pero intuía por donde vendrían los ataques, había marcado su postura días antes: “Yo soy amigo del pueblo cubano, no soy amigo de ellos. Ellos no representan al pueblo cubano. Yo sí soy amigo del pueblo cubano. Y voy a estar allí hasta las últimas consecuencias con lo que haya que hacer. Intentar acusarme de ingenuo o presentarme como una persona manipulable habla de lo poco que me conocen. Es una falta de respeto, por otro lado. Para que quede clarísimo, aquí Juan Pin no ejerció ninguna manipulación porque yo no soy un hombre manipulable y tengo mis ideas clarísimas”.
(continuará)